
El lenguaje coloquial guarda referencias de espacios desaparecidos que marcaron una época en la vida social de Ourense
21 feb 2022 . Actualizado a las 16:02 h.En la nomenclatura oficial no figuran, nadie los encontrará por mucho que los busque y si quieres recurrir a los navegadores y a otro tipo de recursos digitales perderás el tiempo. El móvil de última generación no servirá de nada y las principales aplicaciones de geolocalización tampoco. Para moverse siguiendo la nomenclatura popular de Ourense no hay tecnología que valga; deberás recurrir a la experiencia de los que atesoran más años para entender la jerga local. De lo contrario seguirás perdido.
La Ibense
Puede ser que llegues a La Ibense mirando en Google Maps, pero nunca conseguirás encontrarte con la persona con la que quedaste si te ha emplazado con el mítico «Quedamos en la Ibense». Y es que una de las referencias ineludibles para los ourensanos durante décadas no era otra que la heladería situada al comienzo del Paseo. Su mantecado aún tiene el poder de hacer que solo con nombrarlo se activen los recuerdos y las pupilas gustativas. Hace años que La Ibense de toda la vida es historia, y con la misma se fueron sus helados tradicionales, y en su lugar existe una tienda de Geox. La Ibense aún sigue existiendo en la memoria colectiva y ya sabes, si te citan allí debes acudir al inicio de la calle del Paseo, en la esquina del Parque de San Lázaro. Cerca de allí, en el inicio de la calle Concello, se mantiene el nombre de La Ibense, en una cafetería de nueva creación ubicada en uno de los bajos del Edificio Don Bosco.

De cines va la cosa
Marcaron una época y siguen siendo una referencia con naturaleza propia en el lenguaje coloquial ourensano. Y no es para menos porque no son pocos los que vivieron las sesiones multitudinarias del Cine Mary, el Xesteira o el teatro Losada, entre otros. Y si alguien «vive en el Cine Mary» no lo hará en su patio de butacas o en el popular «gallinero», sino que habitará en uno de los pisos del edificio que ocupa su lugar en la calle Cardenal Quiroga.
Tampoco sufrirá alguna clase de despiste quien nos cite en el Losada para ir de compras, ya que el emblemático teatro y cine del Paseo es, desde hace años, el busque insignia de Zara en la ciudad. Y si alguien te cita en la calle Concordia «a la altura del Xesteira», será fácil encontrar un espacio que se mantuvo abierto hasta hace unos años como uno de los últimos reductos de la cadena de exhibición de los Cines Fraga.

El jardín japonés
No es que a las autoridades locales les haya dado por un acercamiento a la cultura del país nipón, ni a sus cada vez más reconocidas prácticas y filosofías vitales, y hayan creado un espacio en honor a la cultura oriental. No. Durante décadas, cuando los móviles no existían y los adolescentes quedaban a una hora y en un lugar concreto, el Jardín Japonés era uno de los espacios de referencia del centro de la ciudad, junto al parque de San Lázaro. Cuando se creó el edificio más alto de la urbe gracias a una iniciativa de Caixa Ourense, al pie de la conocida popularmente como la Torre se construyó una cafetería y un pequeño jardín japonés junto a la misma. El edificio fue durante décadas el Hotel San Martín y el establecimiento de hostelería la cafetería del hotel. Sin otro nombre que la cafetería del San Martín, era conocida como la Pajarera por su tipología. Curiosamente, más de medio siglo después de la promoción del proyecto de Caixa Ourense, la cafetería ha pasado a llamarse con el nombre con el que se conocía en el lenguaje popular de la ciudad.

Tobaris y los bocadillos de calamares
Fueron un modelo que ya contaba con referencias en otras ciudades de Galicia y en Ourense se ubicaron en el Paseo. Las Galerías Tobarís llevaban el nombre de la empresa promotora de estos establecimientos, nacidos con la filosofía de vender productos de gran demanda a bajo precio, aunque en las mismas había más locales que los de Tobaris. Y al fondo de las galerías estaba el santuario de peregrinación de muchos jóvenes que acudían fieles a su cita con los bocadillos de calamares del mítico bar La Barra. La Galerías Tobaris y los bocatas de calamares hace años que forman parte del recuerdo de los ourensanos, en su lugar está en la actualidad la tienda de ropa de la cadena H & M.

O Eironciño
Otra de las referencias «gastronómicas» para los estudiantes de antaño todavía mantiene sus puertas abiertas. Y vivo sigue el recuerdo indeleble de sus bocadillos, en la memoria de los que fueron jóvenes durante varias décadas de la segunda mitad del siglo XX. Aunque pudiera parecer, por el nombre, que el local se encuentra en la plaza de Eironciño dos Cabaleiros no es así, y O Eironciño se mantiene en forma en uno de los portales de la Praza do Ferro.

De Nitons o de 3A
La noche ourensana cuenta con una amplia oferta de locales de ocio. Aunque en las conversaciones de algunas sobremesas siguen aflorando vivencias que hablan de discotecas de moda en el siglo XX o de locales que fueron cita obligada para quedar cuando las quedadas por móvil ni aparecían en las películas de ciencia ficción. Había fieles de 3A y devotos de Nitons, y es de suponer que la gran mayoría pasaría por ambos locales. La primera de las discotecas estaba en Valle Inclán -al lado de la cafetería Sil- y Nitons en la cima del parque de San Lázaro. O sea, que queda claro que si nos citan en 3A o Nitons nos esperan en la calle Valle Inclán o en el parque, respectivamente.
Y en las horas previas al ocio de madrugada uno de los establecimientos para quedar tenía nombre de geografías lejanas y frío asociado. La cafetería Alaska, con su mural de Quessada detrás de la barra, era una de las referencias a la hora de quedar. Estaba en la calle Parque de San Lázaro, pasando el antiguo Hotel Parque. Otro nombre que pasó a la memoria colectiva de la ciudad en el año 2008, al cerrar sus puertas tras más de medio siglo de historia.