Yuriy Lykhogray, que lleva 14 años en Ourense, organiza envíos a su país
05 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Los ucranianos residentes en Ourense siguen viviendo con desazón y gran pesar las informaciones sobre la guerra en Ucrania a través de los medios de comunicación y de los contactos con sus familiares. Con noches sin dormir y estrés por noticias como el incendio y toma de la mayor central nuclear del país por parte del ejército ruso, Yuriy Lykhogray, vecino de Belesar (Coles) se afana en contestar a las preguntas sobre la situación en Ucrania a la vez que describe la ingente cantidad de material de ayuda humanitaria que ya acumulan en la sede de Protección Civil de Coles y cómo preparan la logística para hacerla llegar a la frontera.
Yuriy es natural de Leópolis (Lviv), la mayor ciudad ucraniana cercana a la frontera con Polonia. A pesar de su ubicación en el lado más occidental, tampoco esta ciudad se ha librado de los bombardeos rusos, cuenta. «Leópolis la bombardearon tres veces ya. No hay ciudad de Ucrania que no esté bombardeada. La situación cambia cada poco. Estamos agotados. Llamé a mis familiares allí y de estar entusiasmados pensando que podíamos aguantar el ataque pasamos a que todo el país sobrevive de milagro porque un misil ruso pasó a unos metros de los reactores nucleares de mayor capacidad. Ahora la moral está caída», detalla. Los hombres acompañan a las mujeres e hijos hasta la frontera y luego se vuelven para quedarse a defender. Tiene un sobrino de 18 años luchando en Lugansk y otros familiares entrenándose para entrar en las milicias. Y es que aunque mucha gente está huyendo, la mayoría se tienen que quedar. Explica que tiene parientes que se han refugiado en bodegas o sótanos cerca de Leópolis y que no pueden marcharse para no dejar allí solas a dos abuelas muy mayores que no les podrían acompañar. Noches como la del viernes, con la amenaza rusa sobre la central nuclear de mayor tamaño fueron muy estresantes y hay días que es imposible conectar por teléfono, añade Yuriy.
Sobre los envíos de ayuda, explica que, con el alcalde de Coles, están en contacto con la embajada de Ucrania y con organizaciones que trabajan en la frontera. Entre el material donado, dos furgonetas llenas de pañales para mayores por la residencia del Viso, en Coles, y muchos otros donativos, por lo que hará falta un tráiler para transportar todo. Para facilitar esto, apunta que cuentan con ayuda del sindicato UGT. Pide que no se envíe ropa, aunque mucha gente haya salido de Ucrania con lo puesto y poco más. Su hijo mayor, que está en Alemania, le dice que allí también está donando mucha gente y está todo abarrotado, por lo que hay que contactar con las organizaciones que están allí para saber qué hay que enviar. Cree que, en este momento, si alguien quiere donar se pueden llevar alimentos como chocolate y otros no perecederos, como conservas, y de fácil transporte.
«No tengo la menor idea de la lógica de esta guerra», confiesa. Si Ucrania era un tapón para Putin, considera que los líderes europeos fueron condescendientes con él. Y cita a Confucio: «Lo más difícil de todo es encontrar un gato negro en una habitación oscura, sobre todo si no hay gato». Dada la diferencia de armamento, Yuriy piensa que es imposible que Ucrania aguante si no le ayuda Europa.
De su país natal, este ucraniano de Ourense salió en 1984 y solo volvió dos veces. Se fue a Alemania del oeste, donde nació su hijo pequeño, estuvo 16 años en Hamburgo y luego en Polonia. En una visita a Madrid descubrió el sol de España y encontró su rincón en Ourense. En Belesar lleva unos catorce años, es autónomo y en Ourense se criaron y estudiaron los otros dos hijos que tiene, relata sobre su vida.