La totalidad de los aficionados al automovilismo —y muchos al deporte en general— conocen el Gran Premio de Mónaco. Incluso los no iniciados en el mundillo del motor reparan en la espectacularidad de los bólidos de Fórmula 1 recorriendo las calles más exclusivas del principado. Y estos grandes eventos nacen siempre gracias a soñadores pioneros.
El caso de Mónaco es conocido por los más veteranos —y por aquellos que bucean en la historia—, porque data de 1928. El entonces joven Antony Noghés expuso en una reunión del Automóvil Club de Mónaco su diseño de un circuito de 3.180 metros por las calles de la bahía, ante el cual varios de los presentes fruncieron el ceño. Pero no, el padre del ideólogo, Alexander, por entonces presidente de la entidad. Por eso el 14 de abril de 1929 se disputó la primera edición de la nueva cita en Montecarlo, un sueño convertido en legendario con el paso del tiempo.
Los numerosos seguidores del automovilismo de nuestra provincia añoramos a un pionero similar. Estanislao Reverter convenció a los integrantes de la comisión de las fiestas de 1967, en la ciudad, de que el rali de Ourense podía ser un referente en todos los sentidos y lo fue, de momento por más de medio siglo. Ahora, toca el reto de su tramo urbano, el que recorrerá el puente del Milenio pisando a fondo, como Fernando Alonso se adentra en el túnel monegasco que pasa bajo el hotel Fairmont. El alcalde del rascacielos y el concierto de Jennifer López dio en la diana esta vez, al apuntar a la carpeta de proyectos pendientes de la Escudería Ourense. Y es que los pioneros son los pioneros.