Con esto de las plataformas televisivas y las películas necesarias para llenar menús cada vez más extensos, muchos programadores recurren a lo que llaman películas clásicas. A los que peinamos canas nos venían a la mente largometrajes en blanco y negro o los que encumbraron los premios Óscar de hace décadas. Pues no, te puedes encontrar desde el Tiburón de Steven Spielberg (vale, que ya llovió desde el 1975) o incluso Regreso al Futuro, la franquicia que abrió Robert Zemeckis en 1985. Tampoco falta el género de catástrofes, tan cíclico en cuanto a sus oleadas, por mucho que tuviera un epicentro con aquel Terremoto de 1974, un festín de maquetas tambaleantes que dirigió Marc Robson al final de su prolífica carrera.
Muy parecido es el seísmo que sacude al COB, desde la llegada del Grupo Hereda y su posterior irrupción en el accionariado de la entidad. Sin duda, los métodos del inversor Pedro Fernández y del consejo de administración presidido por Camilo Álvarez son literalmente opuestos. Por otro lado, a nadie escapa que el movimiento puede enmarcarse en esa partida de ajedrez Concello - Diputación, que tiene poco de deportiva y mucho de trasfondo político. El caso es que, por unos o por otros, la casa sigue sin barrer. Nadie asumió antes el liderazgo sobre la mayoría del accionariado, al menos de puertas hacia fuera, y el Grupo Hereda tampoco parece del gusto de su órgano ejecutivo, el citado consejo rector. El terremoto vuelve a poner a prueba los cimientos de un histórico del baloncesto nacional, respaldado por una afición de diez. Agárrense a lo que puedan cuanto antes.