José Antonio Fernández, Estivi, fue exjugador del Pabellón CF y también vivió como padre el ambiente familiar del club ourensano
13 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.En el año del cincuentenario del Pabellón Club de Fútbol, muchas generaciones de deportistas y otras personas allegadas a la entidad removieron sus recuerdos, viendo fotos, reencontrándose con viejos amigos o simplemente echando la vista atrás. No mucho más allá de aquel 1972, entraba por las puertas de Os Remedios José Antonio Fernández Nieto (Ourense, 1967). Estivi, como ya lo conocían por aquellas épocas, le dio sus primeras patadas al balón en el Sacro Cor de su barrio, A Carballeira, pero a los trece años ya lo llamaron desde el CD Ourense y del Pabellón.
«Fui a entrenar con los dos, pero realmente ya me había decidido, porque los pabellonistas tenían los mejores equipos de base en aquel tiempo y también la mejor estructura. Allí estuve casi hasta los 25 años», recuerda antes de añadir «además fueron más insistentes».
Para Estivi fueron momentos que en cierto modo marcaron su personalidad, sin olvidar que se cruzó con personajes muy reconocibles dentro de la historia del fútbol ourensano: «Por citar solo unos pocos entrenadores, comencé con Fachetti, al que varios recuerdan. Y después, cuando nos fusionamos con el Ourense, me entrenó otro mítico, Amarildo. De vuelta al Pabellón, tuve en el banquillo a Juanín, Cándido, Meiriño o el actual presidente, Paco Doforno, con el que también coincidí como jugador».
Con todo, José Antonio va más allá de lo que le sucedió en los campos de fútbol, porque «practicar deporte no es solo cuidarse y mantener un cuerpo sano, te pone en contacto con valores que serán útiles para toda una vida, como el poder de superación, la constancia o el sacrificio para alcanzar un objetivo». Volviendo a un plano más personal, también recordó a lo que considera una gran familia: «Muchos de mis mejores amigos vienen de aquella época, algunos no están ya, como Suso García, una persona muy especial, que aún fue más grande fuera de lo mucho que lo fue dentro del campo».
Por eso, cuando llegó el momento de que su hijo Álex, actual capitán del Arenteiro carballiñés, vistiera su primer uniforme de futbolista, no dudó en que sería franjiverde: «Nunca lo forcé, pero cuando me dijo que quería jugar, lo llevé derecho al Pabellón, porque tendría la oportunidad de competir al mejor nivel, si al final valía para eso, pero además se esmerarían en darle una formación adecuada y ponerlo en contacto con esos valores que también me inculcaron a mí».
Como otros padres con los que coincide a menudo, Estivi coincide en que el Pabellón es como una gran familia, en la que muchos ourensanos han pasado horas en torno a la práctica del deporte, sea dentro del campo o en las gradas. Y poco le faltó para que sus nietos también se acercaran al mismo escenario: «Parece que con los partidos de Álex se me acabará el fútbol en directo. Al nieto se le da mucho mejor la natación y a la nieta la gimnasia rítmica, pero aún así, cuando paso por Os Remedios le digo a mi nieto que jugué allí y que su padre también lo hizo. Aún hoy con 55 años, busco en el periódico cada lunes los resultados del Pabellón. Me alegro cuando ganan, aunque no sé ni quiénes juegan, pero incluso me decepcioné mucho cuando bajaron los juveniles de División de Honor».
Fernández Nieto también reconoce que le hubiera gustado mantener un contacto más estrecho con el fútbol, incluso haberse preparado para entrenar en la base, pero su carrera profesional como Policía Local y la familia centraron sus esfuerzos. Con todo, es un habitual en las gradas de los partidos en los que juega Álex. De ahí conoció a un buen número de futbolistas de varias generaciones, desde la etapa del Pabellón, a la del Celta, CD Ourense, Coruxo y Pontevedra, antes de recalar en O Carballiño.
«En el mundo del fútbol siempre encuentras buenos amigos y yo tuve la fortuna de coincidir con algún jugador que llegó lejos, como Ramón Dacosta o Pichi, mientras que Álex ha estado también con futbolistas de un gran nivel», recalca Estivi volviendo a aquellos tiempos en los que, por ejemplo, celebró con su generación de juveniles y algún refuerzo más la Copa Diputación que ganó con el Pabellón sénior: «Es curioso, porque aquel año (1987) habíamos terminado campeones de Segunda Regional y ganamos la final en la prórroga. Y este año estuvieron a punto de igualar ese registro, llegando a semifinales. Estuve pendiente, porque me hubiera gustado que lo consiguieran después de tantos años». Todo un pabellonista.