Ourense es tierra para mayores. Las estadísticas no engañan. Si hay un ránking nacional en el que sobresale la provincia es en el de la población envejecida. La pelea mano a mano con Zamora, una provincia limítrofe y con la que compartimos muchas similitudes, es titánica. Ahora, somos los segundos pero no se descarta que la clasificación vuelva a dar un vuelco. Cuidar de nuestros mayores es una obligación. También construir infraestructuras que les hagan los últimos años de su vida mucho más llevaderos. Está bien diseñar proyectos ambiciosos u obras faraónicos, pero no se deben descuidar las infraestructuras para un sector tan vulnerable. Tras conocer que un fondo inmobiliario belga va a construir un geriátrico belga en A Ponte, me vino a la cabeza el absurdo debate político que se generó en Ourense y que retrasó de manera incomprensible el desarrollo de un centro para mayores de la Fundación Amancio Ortega en los terrenos de la antigua estación de autobuses. Estamos ante un buen ejemplo de las antípodas que continúa la administración pública del sector privado. Mientras en el Concello de Ourense los políticos jugaban a hacer política con esos terrenos, unos inversores extranjeros llegaban, compraban unos terrenos y se ponían a hacer las obras este pasado verano. Mientras tanto, en la antigua estación de buses el solar continúa sin movimiento. Se puede discutir largo y tendido sobre si el modelo de gestión privado es el apropiado o no para cuidar de los mayores, pero lo cierto es que es necesario llegar a donde no lo hacen las administraciones porque la demanda, vean las estadísticas, está ahí.