
Un ourensano repasa la experiencia de más de cincuenta años recorriendo diferentes rutas de peregrinación
02 ene 2023 . Actualizado a las 14:25 h.Tantas veces he ido al Camino de Santiago que he perdido la cuenta, pero aquí no son importantes las veces, si no lo que se siente. Ahora quiero recordarlo porque está recién terminado el 2022, un año Xacobeo único porque por primera vez fueron dos.
Lo importante del Camino para mí es lo que me ha enseñado a lo largo de la vida, lo que me ha transmitido, la gente que he conocido, los esfuerzos y los retos que he superado... pero, por encima de todo, me quedo con las personas que me apoyaron y con las que caminaron a mi lado. Hace muchos años, más de cincuenta, que se instaló dentro de mí esa manera de sentir y de admirar lo que significa el Camino de Santiago. Es por muchos motivos. Entre ellos, supongo, porque por nuestra ciudad transcurre uno de los más hermosos, la variante de la Vía de la Plata.
En este año Xacobeo que terminó, el Camino que tenemos en Ourense siguió en el furgón de cola de los que entran en Galicia, porque a pesar del crecimiento en número de peregrinos que nos eligieron, seguimos estando muy por debajo de lo deseado. Tenemos algo único, que no tiene ningún otro recorrido, el AVE que nos conecta con toda España. Y Ourense tiene algo más: ¡con solo salir del vestíbulo de la estación empieza el Camino! Sí, el peregrino puede decidir al bajarse del tren empezar a caminar por el llamado tramo Antiguo, aunque lo deseable sería que parase un día en nuestra ciudad. Lo triste es que no se enseña al peregrino esta opción por falta de señales o información. La estación debería ser el lugar ideal para ello. Siempre he sido crítico con la desidia y con la dejadez por parte de los responsables culturales en la promoción de esta joya y hoy no puede ser menos, tras regresar de hacer mi último Camino de Santiago. En él he aprendido —o me ha enseñado— a respetar la naturaleza por encima de todo. Me he sentido pequeño y a la vez muy grande por tener la suerte de disfrutar, pasen los años que pasen, siendo un peregrino más de la historia. Estoy convencido de que el peregrino nace, no se hace. Es una parte del camino con la fe o el gnosticismo. El pensamiento o forma de vida filosófica o religiosa de cada uno, es la de cada ser humano, de cada corazón sintiendo igual pero distinto, esa puede ser la grandeza del Camino de Santiago. Precisamente en los tiempos actuales, donde tendemos a aislarnos como modo de vida, son lo contrario a esta práctica, que es unión, solidaridad y diálogo.
El saludo «Buen camino» no puede quedarse solo entre peregrinos, se debe llevar más allá y más arriba en la vida cotidiana, en la búsqueda y en el deseo para conseguir que desaparezcan las fronteras creadas por el hombre como aislamiento entre seres humanos.
Empezaba hablando —o escribiendo, mejor dicho— de mí y del Camino de Santiago. De la felicidad que siento con el pasar de los años cuando vuelvo a ponerme la mochila a los hombros para comenzar un nuevo y viejo recorrido. Sentir su peso en mi espalda, me transforma,; me hace sentirme en paz; me hace ser parte de algo. Caminar es una cuenta atrás que me impulsa con fuerza a la búsqueda siempre de algo nuevo y esa sensación es vida para mí.
Hoy, con las manos en el teclado, y no en el bordón que siempre me acompaña, sentí el impulso de escribir sobre ello y lo hago porque así me siento caminando por, aunque solo sea entre mis palabras y vivencias. ¡Buen camino!
Ramón Fernández lleva más de cincuenta años haciendo el Camino de Santiago.