
En 1973 se reflexionaba sobre el coste económico de los fuegos que afectaban a los montes repoblados por el Icona
19 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Los incendios forestales siguen dañando todos los años los montes ourensanos. La desestacionalización de los fuegos está ahora asumida como un factor constante de este fenómeno, que no se circunscribe únicamente a los meses con altas temperaturas. Ello ha llevado a la ampliación temporal de los dispositivos contra incendios por parte de las administraciones competentes, en este caso la Xunta. Hace 50 años, los incendios forestales ya afectaban a los montes ourensanos fuera de la temporada de alto riesgo. Sobre ello reflexionaba una columna en la edición de Ourense de La Voz de Galicia en marzo de 1973. «Se adelantó la temporada de incendios forestales en la provincia ourensana», comenzaba el texto interpretativo.

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«En menos de una semana cientos de hectáreas han ardido. Pino tras pino han recibido la caricia devastadora del fuego, con las cuantiosas pérdidas consiguientes», avanzaba. Se había perdido riqueza con los pinos quemados, los trabajos afectados y el amor por la naturaleza dañado. Los partes de incendios que facilitaba entonces la Guardia Civil «lógicamente hechos con apresuramiento y sin una valoración técnica todo lo correcta que sería de desear» cifraban en 400 hectáreas las ardidas en un breve período de tiempo. A ellas habría que sumar, según el articulista, alrededor de cien hectáreas quemadas en la Serra do Faro y otras 80 en Cobelas. «Más de la mitad de esas hectáreas corresponden a montes repoblados por el Icona», apuntaba el autor.
«Hagan cálculos de lo que económicamente se ha perdido al saber que repoblar una hectárea de monte cuesta al Ministerio de Agricultura 10.000 pesetas. Cada una de esas hectáreas que ardieron eran de pinos con edades entre los tres y los 15 años. Las valoraciones dadas en los partes de incendios forestales arrojan una cantidad cercana al millón de pesetas». El autor matizaba que el valor real de las pérdidas económicas sería muy superior, pues consideraba que las estimaciones estaban hechas a la baja y que faltaban las valoraciones de algunos incendios. «A ojo de buen cubero, lo quemado es aproximadamente la mitad del total en el año pasado. Pues sí que comenzamos bien».
Además del daño económico, el articulista escribía sobre el perjuicio natural. «Cuanto más se habla de defensa de la naturaleza, de que los árboles son laboratorios de oxígeno —quizá algo más importante que su valor material— necesarios para la vida de los animales y las personas; cuando se despachan a bombo y platillo conclusiones como la del congreso de Estocolmo sobre la defensa del medio ambiente; cuando se promulgan leyes y reglamentos de incendios, tan perfectamente acabados como incumplidos, resulta que los incendios forestales comienzan antes y amenazan con hacer efectiva la cursi frase de la medalla del amor: ‘Más que ayer y menos que mañana’». El autor apuntaba que faltaban «los medios para defenderse de los incendios y una actitud de conservación de la naturaleza». Mencionaba que vecindario, personal del Icona y Guardia Civil colaboraban en apagar los fuegos. Sin embargo, los partes de la Benemérita no citaban la presencia de ninguna autoridad. Concluía que «las normas», la «propaganda defensa de la naturaleza», el inculcar a los niños sobre ello o la fiesta del árbol estaban bien, pero reclamaba a las autoridades que diesen ejemplo y actuasen con convencimiento de la necesidad de cuidar la naturaleza.
Más de 400 hectáreas quemadas provocaban la reflexión sobre el daño económico que causaban las llamas y la falta de convencimiento para defender la naturaleza
14-3-1973
Una columna del periódico publicada hace medio siglo reflexionaba sobre el coste económico de los incendios en montes repoblados por el Icona, el organismo estatal que se encargaba de la puesta en calor de los montes, en Ourense.