Uno de los argumentos que utilizan estos días quienes quieren defender a Jácome tras hacerse públicos los audios en los que habla de dinero en B, recolocaciones en concesionarias o conseguidores es que todos los políticos son iguales. Es hasta comprensible que el razonamiento sea tan pobre. Se le escucha tan clarito —y no me refiero a la calidad de las grabaciones— que poco margen hay para las excusas. Pero nunca me ha parecido que un comportamiento se puede justificar en el «y tú también» o el «y tú más». Todos tenemos nuestra imagen de los políticos, que quizás no sea siempre justa pero desde luego no es casual, pero en este caso es Gonzalo Pérez Jácome el que se refiere a chanchullos varios. Este tipo de comportamientos son siempre censurables, pero resultan especialmente llamativos cuando vienen de alguien que prometió que no iba a ser como los demás.
En todo caso, que se tranquilicen los seguidores de Jácome. ¿No dijo en su rueda de prensa —que tan bien definió la periodista ourensana María José Rodríguez como mitin— que los audios que lo dejan en evidencia están manipulados? Pues entonces no tienen por qué preocuparse ni asumir que solo pecó porque ya habían pecado antes los demás.
Otro de los argumentos para defender a Jácome es atacar a Baltar. Curiosa estrategia de defensa. Casi tanto como la del presidente de la Diputación: ha conseguido aplazar el juicio por delito vial para después del 28M pero no ha podido demorar la mala imagen generada por esas maniobras dilatorias entre los ciudadanos. Conducir a 215 por hora es una imprudencia. Y puede ser un delito. Se verá. Lo que resulta curioso es que aquel día tuviera tanta prisa y para este otro viaje tenga tan poca.