Las lluvias de estos días (no vale ahora quejarse cuando nos pasamos medio año bramando por el pánico a los impactos de la sequía) han venido a echar una mano a los gestores públicos que no han hecho sus deberes en materia de instalaciones acuáticas. Estamos a 10 de junio y el panorama en el futuro parque acuático de Monterrei es inquietante. Habrá que hacer un acto de fe en la promesa de la Xunta de que a finales de julio se podrán usar parcialmente las instalaciones, pero lo cierto es que inician el segundo verano cerradas a cal y canto. Vale que la crisis de los materiales fue global, pero lo cierto es que queda la sensación de que se pudo hacer más por salvar un proyecto que puede parece trivial, pero que debería de ser estratégico en la única provincia gallega sin mar y también en la única donde los termómetros se mueven con facilidad por encima de los 40 grados en verano. Tampoco parece que haya movimientos en las piscinas municipales de Oira. Se ve que no es una prioridad para el alcalde en funciones (y también casi in pectore ante la enésima jugarreta política a los ourensanos de PP, PSOE y BNG) su rápida apertura este año. Con los votos en el zurrón, los ourensanos desconocemos desde cuándo podremos utilizarlas este verano debido a la curiosa política de comunicación de Jácome, que oculta día sí y día también a medios como La Voz de Galicia información de interés para los ciudadanos.
Con este panorama por delante, a muchos les tocará tirar de imaginación y paciencia para sortear las olas de calor que se avecinan en la provincia de Ourense.