Rafael de Sas, arquitecto técnico: «La rampa de Sas lleva el nombre de mi abuelo por todo lo que peleó por ella»
OURENSE
Tuvo la empresa de construcción ourensana Creto durante tres décadas
18 jun 2023 . Actualizado a las 05:13 h.Para Rafael de Sas Espiñeira (Ourense, 1950) muchos de los caminos emocionales de su vida le conducen directamente a la avenida de Pontevedra (antes Jardines del obispo Cesáreo) y su entorno, como la Alameda, que en aquellos años era el centro lúdico de la ciudad. En el edificio donde están las oficinas de la Fundación San Rosendo y su ampliación, vivió parte de su etapa escolar, en el colegio Maristas, antes de su traslado a la actual ubicación en la calle Bedoya. A esos jardines acudía casi a diario a jugar desde muy pequeño.
Este arquitecto técnico y constructor también tiene vínculos profesionales con este espacio, ya que en su época de profesión libre llevó la dirección de obra de la rehabilitación de un edificio de Vázquez Gulías en el mismo emplazamiento. «Nací aquí al lado, en Villa Valencia, donde vivían mis abuelos maternos y me bautizaron e hice la primera comunión en la iglesia de Santa Eufemia, aquí atrás. Venía al colegio con seis años y los jardines eran el patio del recreo. Después hice el bachillerato en el nuevo Colegio Marista y los dos últimos cursos en el recién inaugurado instituto de A Ponte, Blanco Amor. Ya con quince años, tenía una pandilla en la Alameda, y aquí llegaron las primeras novias, los primeros guateques, bailes en el Liceo...», recuerda. Su etapa universitaria la hizo en dos ciudades. Estuvo dos años en Sevilla, con una beca de la Universidad Laboral, y terminó la carrera en A Coruña, toda vez que se inauguró la escuela de Arquitectura Técnica. Formó parte de su primera promoción. Era junio de 1973, hace medio siglo, y salió ya con un trabajo bajo el brazo como técnico a pie de obra. «Comienzas con mucho miedo por la responsabilidad del trabajo, y con 23 años empecé a trabajar como jefe de obra, en la construcción de una torre de once plantas en As Lagoas con la empresa Malvar», explica.
Luego llegó a Construcciones Reverter, una empresa liderada por Estanislao Reverter Domínguez, el padre del mítico piloto de ralis, y que marcó una época en el sector de la construcción en la provincia. Finalizada esa etapa se dedicó a la profesión por libre, pero siempre con la idea en su cabeza de montar una empresa constructora, porque lo que más le gustaba era estar a pie de obra. Esa oportunidad llegó en el año 1987 de la mano de otro colega de profesión, Norberto Varela Rial, y de Eladio Rodríguez Álvarez, que se encargó de la parte administrativa de Construcciones Creto. Fue un proyecto que durante tres décadas dejó su huella en la provincia de Ourense, tanto a nivel de contrata de obras como de promoción propia de edificios: «Tuvimos la suerte de contar con un gran equipo y nos quedamos muy satisfechos con la labor realizada».
Entre los inmuebles que llevan su firma se encuentran uno en la calle Progreso, en Cruz Vermella esquina Paseo, o un inmueble de amplias cristaleras enfrente del parque infantil de la Alameda do Cruceiro. Sin embargo, para Rafael de Sas la actuación de la que guarda más cariño es la que le une a la figura de su abuelo, Rafael de Sas Murias. Se trata de una promoción de chalés construidos en O Couto, en la parte alta de una calle que lleva el apellido familiar en honor a su abuelo. «Era el propietario de una finca en la rampa de Sas, el Mirador, que tenía una hectárea de terreno. Me pidió que no consintiese que se hicieran grandes torres y logré sacar adelante esa promoción de 23 chalés, donde vivo. Yo soy un apasionado de la construcción, porque el día a día en la obra es lo que te realiza», explica. Precisamente, la huella de su abuelo está muy presente en la trayectoria profesional de Rafael.
«Fue un personaje muy interesante. Nació en 1892 y era hijo de un médico. Fue el primer perito industrial de la provincia de Ourense y luego se hizo aparejador con casi 37 años, después de pasar una etapa en Francia y Cuba. Consiguió una plaza en la Diputación como técnico de vías y obras y llegó a concejal del ramo en el Ayuntamiento en la década de los 50.
A la calle del barrio de O Couto se le puso su nombre porque peleó mucho para arreglar ese antiguo camino a Cabeza de Vaca. Nunca pensamos que tuviera mucho futuro esa denominación, pero ahí se quedó», relata. Alejado desde hace seis años de la profesión, Rafael de Sas Espiñeira recibió hace unos días un homenaje por sus cincuenta años de colegiado.
La quinta del hermano Patata de Maristas
Cerrada la etapa profesional hace ahora seis años, Rafael de Sas asegura disfrutar de la jubilación gracias a algunas de sus pasiones como el golf, —«una vocación tardía» con la que disfruta con un grupo de amigos en el campo de Montealegre—, el yoga o la atención a un gallinero en su finca que «me divierte mucho y me da muy buenos huevos». Rafael de Sas también mantiene el contacto con sus antiguos compañeros de Maristas. La conocida como la quinta del hermano Patata, que se reúne cada año desde el 2000 para recordar viejos tiempos. «Hice toda mi vida en Ourense, menos los cinco años de estudios universitarios y la verdad es que estoy muy unido a la ciudad y a su gente», resume. A nivel familiar acaba de ser abuelo de su primera nieta y no titubea al asegurar que, si tuviera que volver a elegir una profesión, sería de nuevo arquitecto técnico . «Me quedé muy satisfecho con el trabajo realizado en toda mi trayectoria», señala.
Entre esas actuaciones en las que participó en la dirección de obra recuerda, por su relevancia, proyectos como el del Edificio de Ferro del campus de Ourense y en la construcción (con Reverter) de la primera piscina del Pabellón de Os Remedios, con su torre y foso para saltos que utilizaron varias generaciones de ourensanos.