Manuel Blanco: «Donato me animó a ser representante de futbolistas»

Maite Rodríguez Vázquez
maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE

El alaricano Manuel Blanco Fernández es agente FIFA y reside en Oporto (Portugal).
El alaricano Manuel Blanco Fernández es agente FIFA y reside en Oporto (Portugal). cedidas

Este alaricano reside en Oporto desde hace 13 años y representa a jugadores de primeras ligas para una agencia internacional

20 nov 2023 . Actualizado a las 13:14 h.

Manuel Blanco acaba de llegar a Oporto tras un viaje que le ha llevado a Polonia, pasando por Croacia y Alemania, para acompañar a uno de los futbolistas que representa, que juega en la liga del país balcánico y está lesionado. «Se lleva bien, ahora viajo donde tengo jugadores», concede este alaricano al preguntarle por su ajetreada vida como agente FIFA. Blanco es subdirector en Portugal de la agencia norteamericana de representación Wasserman, una de las más importantes y grandes del mundo, y está afincado en Matosinhos, en el área metropolitana de Oporto. Lleva 13 años dedicándose a la representación de jugadores y se asentó en la urbe portuguesa porque le gustan la ciudad y el fútbol luso. Es, además, un buen centro de operaciones para viajar donde juegan sus jugadores, en las primeras divisiones de Alemania, Bélgica, Croacia o Polonia. Domina el idioma luso, además de otros cuatro —español, gallego, inglés y francés— algo importante para moverse en un sector tan internacionalizado.

«Hoy vivo muy bien, con unas condiciones buenísimas, pero ha sido un camino muy complicado hasta llegar adonde estoy. Se piensa que en el fútbol —jugadores, agentes— todos somos millonarios, pero es muy difícil», reflexiona. Ese camino comenzó cuando estudiaba INEF en A Coruña. «Me hice amigo de Donato y de Mauro Silva. Fue Donato quien me preguntó por qué no me hacía agente de futbolistas», relata. Empezó entonces a captar jugadores para el ex deportivista; Donato los analizaba, daba su opinión y los ofrecían a clubes, cuenta sobre esos primeros pasos. Hoy, dentro de la agencia Wasserman —que tiene una cartera de clientes de más de 800 jugadores— Manuel Blanco lleva directamente la representación de unos quince futbolistas entre los que figuran Grimaldo —lateral del Bayern Leverkusen, que debutó brillantemente con la Selección absoluta la semana pasada— André Gomes (Everton), Raphaël Guerreiro (ex del Borussia Dortmund), Ferro (Split) o Danilo Pereira (PSG), entre otros. Ser agente no es intervenir solo en el momento del fichaje por un club, sino que requiere un acompañamiento diario muy importante, según Manu. «Pensamos que a un jugador le dan todo hecho, pero tiene problemas, familia. Hay que hacer de psicólogo, de amigo. Ahora vengo de Croacia de estar con un futbolista que tiene una lesión y de hablar con los médicos de su club para que pueda viajar a Portugal a pedir una segunda opinión», describe.

Trabajar para una empresa del tamaño gigante de Wasserman da facilidades. «El fútbol es un mundo muy cerrado, pero con el volumen que tenemos es más fácil. Hay clubes complicados, otros no tanto. Hay que saber cómo hablar y con quién hablar. Es como todo: si tienes un buen producto, es más fácil venderlo. Somos la empresa más valiosa del mundo y nuestros jugadores también y los clubes nos miran con más respeto». La facilidad de Manuel Blanco para moverse en ese mundillo y para hablar con todo del mundo fue una de las cosas que llamó la atención de Donato en sus inicios. Hoy supervisa un grupo de 25 personas, aunque, admite, solo va una o dos veces al mes por la oficina. «Con tener un teléfono y un ordenador, trabajo donde quiera. Prefiero hacerlo en casa y los empleados están felices si no aparezco por la oficina. El portugués va a un ritmo muy pausado y yo soy hiperactivo, a veces», explica sobre su trabajo. Con todo, desde hace un tiempo, sabe desconectar. «Tomé la mejor decisión de mi vida: a las diez de la noche apago el teléfono. Mis jugadores lo saben y no me llaman después de esa hora», revela.

Su vida en Portugal es satisfactoria. «Desde que vivo aquí, nunca me he sentido solo. En Portugal nos aventajan en muchas cosas; la más importante, para mí, en educación. Son respetuosos, amables, siempre intentan echar una mano», remarca.

Manuel acepta que vive en un mundo que parece exclusivo. «Me ves en Instagram y parece todo muy bonito, pero es la punta del iceberg», apunta. Se considera tranquilo y ha aprendido a «pensar dos veces antes de hablar». De los diez mil contactos de su teléfono, tiene bloqueados a unos noventa, calcula. Por otro lado, considera que todo en la vida tiene que ver con el fútbol. «Es el deporte rey. Si vas a comprar una finca de ocho hectáreas y te dicen que es como ocho campos de fútbol, sabes de que están hablando».

Trayectoria vital: De piragüista a agente FIFA

De piragüista a agente FIFA. Manu Blanco nació en Allariz en 1984. De pequeño jugó al fútbol, pero fue en el piragüismo donde empezó a destacar. Comenzó a remar en el río Arnoia, después de ver a su hermana en una escuela de verano y se animó. Formó parte del Kayak Tudense y llegó a ser internacional. «Remé hasta el preolímpico del 2012», incide. Entrenaba en Velle, Castrelo de Miño y en Tui. Su vida estuvo siempre ligada al deporte. Tras estudiar en el colegio Padre Feijoo y en el instituto de Allariz, hizo INEF en A Coruña. Después, compaginó el trabajo de agente con el de monitor deportivo en el gimnasio de As Eiroás —una etapa de la que tiene buenos recuerdos— dio clases en la prisión de O Pereiro de Aguiar y fue preparador físico del Carmelitas Vedruna en la LF2. Formó parte de la agencia Stellar Group. No compartían filosofía de trabajo y se incorporó a Wasserman cuando esta agencia se expandió a Portugal. Admite que, a pesar de que no vive lejos, no viene mucho a Ourense debido a sus compromisos profesional.

La vida en Matosinhos-Oporto 

Manuel Blanco se quedó en Oporto, donde empezó como agente con Iker Casillas. «Oporto me gusta porque no es muy grande, pero tiene de todo. Vivo en Matosinhos, a ocho minutos del aeropuerto. Tiene 180.000 habitantes y es muy tranquila. Salgo a correr cada mañana y voy al gimnasio. Tiene gran calidad de vida, aunque es muy caro. Alquilar un apartamento de dos habitaciones me cuesta 1.500 euros al mes», detalla.