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Miguel Ángel de la Fuente: «La de Ucrania pasará a la historia como la guerra de los drones»

x. m. r. OURENSE / LA VOZ

OURENSE

El cámara ourensano Miguel Ángel de la Fuente en uno de los conflictos bélicos en los que ha trabajado
El cámara ourensano Miguel Ángel de la Fuente en uno de los conflictos bélicos en los que ha trabajado Cedida

El ourensano vaticina la caída de Netanyahu tras la contienda de Gaza

14 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Tratar de fijar una fecha para concertar una entrevista con Miguel Ángel de la Fuente Pérez (Ourense, 1961) se vuelve en ocasiones complicado. Le toco fajarse en el enésimo episodio bélico en Gaza y regresó antes de las fiestas navideñas. Pasadas las mismas responde desde Barajas —«Salimos para Ucrania, nos vamos hablando»— y comienza a dar señales conforme se desplaza —«Vamos de camino. Llegamos a Leópolis, cargamos las baterías y nos comunicamos por la noche»—. Metido en faena, hace un paréntesis para conversar mientras edita los vídeos que se podrán ver en TVE. Curtido en muchos frentes, el cámara ourensano lleva 32 años cubriendo guerras y conflictos bélicos por todo el mundo. En 1990 se pasó tres meses en Irak, en la primera Guerra del Golfo, y desde entonces no ha parado: los Balcanes, Bagdad, Afganistán, Siria, Ucrania, Gaza... en muchos casos con varios viajes y seguimiento posteriores al conflicto.

—¿Ha cambiado el escenario en Ucrania tras lo de Israel?

—No. Es la sexta vez que vengo. Se van notando diferencias, pero son pequeñas. Aquí están muy pendientes de las elecciones de Estados Unidos, porque creen que a partir de ahí se reforzará el apoyo americano. Se sigue peleando ciudad a ciudad.

—Acaba de estar en Gaza. ¿Cómo fue el trabajo en esta ocasión?

—El bombardeo de Hamás fue el 7 de octubre y el día 9 estábamos allí. Es un escenario completamente diferente. En Ucrania es la invasión de un país soberano por parte de Rusia. En el caso de Israel es una cuestión bastante indefinida a la hora de hablar del tema. Allí todo se diluye en la historia de la humanidad: hay un mucha tensión, un ambiente desagradable, odio... Hamás provocó una masacre, una auténtica carniceria. Nosotros entramos en el kibutz y aquello era espantoso. Cada pueblo se toma su revancha y la forma de hacerlo de Israel es descontrolada y exagerada.

—Comentó que tras la guerra caería Netanyahu.

—Los israelíes son una piña, están unidos contra un enemigo común. Al hablar con ellos constatas un sentimiento unánime de que tras la guerra el Gobierno tiene que caer y lo primero que debe hacer Netanyahu es dimitir por la responsabilidad del Mosad. No se entiende que el considerado mejor cuerpo de espías del mundo no se enterase de la acción que ejecutó Hamás.

—¿Cómo fue trabajar en Gaza?

—A los corresponsales occidentales no nos dejan entrar en la franja. Tienes que cubrir el conflicto desde Israel. Las noticias y las imágenes que llegan desde allí son de periodistas gazatíes que viven y trabajan en la zona.

—Ha comentado lo mucho que han variado los conflictos desde la primera Guerra del Golfo.

—Y tanto. La de Ucrania pasará a la historia por ser la contienda de las nuevas tecnologías. Antes lo primero era dejar aislado al enemigo para después destruirlo poco a poco. Gracias a los satélites de Elon Musk el país nunca estuvo incomunicado. Es la guerra de los drones, desde los sofisticados y caros de Rusia a los sencillos de Ucrania. Con uno como el que nosotros grabamos crean un arma de guerra al acoplarle una granada o una cabeza de mortero. También hay unos grandes, dotados con pinzas, que recogen a los muertos —o a los heridos, según el caso— y los desplazan unos 200 o 300 metros, hasta el puesto donde los atienden.

—¿El miedo es el compañero de viaje?

—Pasas por situaciones de peligro pero tienes que confiar plenamente en tu equipo y actuar de forma profesional si pasa algo. Somos tres —cámara, sonido y periodista— y nos centramos en el trabajo. Grabas y te pones a cubierto cuando es preciso.

«Mientras considere útil lo que hago seguiré viajando a los conflictos bélicos»

Miguel de la Fuente y sus compañeros viajaron en esta ocasión a Varsovia, para entrar en Ucrania desde Polonia tras un viaje de cientos de kilómetros. La guerra mantiene su intensidad, en el caso de Rusia con más empeño, aunque Oriente Medio centra ahora mismo todas las miradas.

No todo son conflictos en la experiencia profesional del ourensano. Viajes institucionales, reportajes sobre el trabajo de las oenegés, cobertura de olimpiadas y muchas pruebas ciclistas —es un deporte que le apasiona y grabó en su día la famosa caída de Alberto Contador—, terremotos, informaciones sobre naturaleza... Mantiene que lo importante es contar una buena historia, sea cual sea el escenario.

—África se desangra pero no existe.

—A occidente le interesan sus guerras o las que, como en el caso de los árabes, son próximas y afectan a sociedades parecidas. Las de África, por sus características, no.

—¿Guarda algún episodio especial de algún conflicto?

—No. Suelo quedarme con lo más reciente. (Silencio). Aunque sí que recuerdo Sarajevo como una auténtica ratonera. Estaba allí con Pérez Reverte y había una chica que se unió a nosotros en los paseos que dábamos por las noches. Hubo un par de días que no acudió a la cita. Y cuando llegamos al hospital a grabar, tras un bombardeo, su cuerpo estaba en la entrada del edificio.

—Las muertes de periodistas se han incrementado exponencialmente. ¿Seguirá como corresponsal de guerra?

—La verdad es que de mi edad ya quedamos pocos. Cada uno se marca sus límites. Mi objetivo es transmitir una serie de situaciones que vivo y mientras considere útil lo que hago seguiré viajando a los conflictos bélicos.

De campeón de Galicia de natación, con el Pabellón, a visitar a los amigos

Desde la distancia Miguel Ángel de la Fuente reflexiona sobre una realidad irrefutable, que no es otra que la referida a cómo la vida y las responsabilidades te van llevando y resulta difícil dar respuesta a todos los deseos, o cumplir con aquellas asignaturas pendientes que vas acumulando con el tiempo. Sale a flote la consideración al recordar sus visitas a Ourense y sus reencuentros.

El veterano cámara de televisión curtido en unas cuantas batallas se recuerda como alguien que disfrutó de su ciudad hasta que aquella nefasta llamada de hace décadas para servir a la patria marcó un antes y un después. De aquellos tiempos recuerda con pena su faceta de nadador: «A los 14 años fui campeón de Galicia de natación. Competía con el club del Pabellón y me entrenaba Llamas. Mi récord en 100 metros libres era de 1,15 y tres décimas. Son anécdotas, experiencias que te van quedando marcadas. Me habría gustado seguir nadando, pero con el paso de los años ya te vas dedicando a otras cosas».

Empezó Miguel Ángel de la Fuente con la fotografía y en la mili se recuerda en el grupo de dicha especialidad. Cursó estudios en la Escola de Artes e Oficios Mestre Mateo, de Compostela. «Allí hice mis primeros revelados. Me gustaba la fotografía de moda. Me dediqué a la información y realicé algunos trabajos para partidos políticos en las primeras campañas gallegas. Luego ya me fui buscando la vida». La mili lo levó a Sevilla y en el camino de vuelta ya no llegó a casa. Madrid era el lugar donde podrían surgir más oportunidades de trabajo —«en aquellos tiempos no había la oferta de hoy en día y casi todo era autodidacta en este país»— y en 1988 conseguía su plaza en TVE. Y ahí sigue, cámara al hombro.

Consciente de que camina hacía la etapa de disfrutar de la vida, reconoce que se planteó tener aficiones para cuando deje de trabajar: «Lo pensé hace cinco años y me esforcé en el empeño. Los bonsais, el golf, el senderismo y la montaña ocupan ahora mi tiempo libre». El futuro es andaluz y está en la ciudad de Málaga, de donde es su mujer.

Las ausencias familiares hacen que no regrese a Ourense con la periodicidad de hace unos años, aunque sigue viajando a Galicia. «Tengo una hermana en Santiago, otra en Vigo y una tercera en Asturias. Cuando voy de visita lo hago a tiro fijo y mi destino son los lugares donde están mis hermanas. Aunque acudo menos, a Ourense siempre apetece ir. Me queda algún familiar lejano y el placer de disfrutar de los amigos de mis años en la ciudad, de volver al Orellas...».

Quién soy. 

«Una persona a la que siempre le ha gustado trabajar. No soy nada perezoso y quizás haya sido un hiperactivo no reconocido desde pequeño. Lo que me apasiona y quiero descubrir centra mis esfuerzos hasta que lo consigo y creo que sigo teniendo curiosidad por lo que pasa en el mundo».