
Xulio Gil muestra en Ourense sus «Retratos dun tempo da plástica galega»
15 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Aférrate a aquellos que te notaron cuando eras invisible». Bukowski.
La sala de exposiciones de Afundación acoge la magnífica muestra de Xulio Gil Retratos dun tempo da plástica galega, realizada en colaboración con la Xunta de Galicia —a través de la Consellería de Cultura— y comisariada por el doctor Javier Limia Gardón.
Comisario y fotógrafo, en diálogo, escogieron de entre la extensa obra que compone el archivo visual del reconocido autor 101 retratos de los importantes referentes contemporáneos de las artes plásticas gallegas, frente a los 97 expuestos recientemente en la sede de Afundación, en Vigo. Rostros conocidos —en ocasiones, menos que su obra— cuya eminencia los convirtió en protagonistas de una firma y un estilo por encima de una fisonomía particular, desde la mirada única de Xulio Gil, enfrentando al creador al interrogante que dibuja tras el visor de la cámara.
Así, el fotógrafo experimentado y audaz capta la psicología del personaje como Goya en sus retratos, dando a conocer, a través de estas presencias convertidas en icono, su temperamento, su lenguaje, su aura resplandeciente bajo el neutro disfraz de lo cotidiano.
Cabe destacar el nivel de sinceridad de los retratos que construye, como una escenografía dilatada, para enfrentar al espectador, cara a cara con el creador, resituando la mirada de éste en el espacio del fotógrafo y asumiendo la mirada ajena como propia. El autor nos enfrenta a la soledad del creador, a su humanidad, precipitándonos a ese espacio intangible e íntimo de la creación.
En retratos como el de Alexandro, observamos la potencia temperamental de un genio brutal, de un artista sin concesiones ni domesticaciones estéticas ni sumisiones de mercado, que encara con rebeldía la honestidad de su talento, como la vitalidad erudita de Xaime Quessada y Xurxo Oro Claro, en la seguridad sobrehumana de su discurso.
Sin artificio ni confusión se confrontan al misterio del fotógrafo Miguel Karballo, el escultor Arturo Baltar, el siempre sorprendente Fernando Barreira, Mantecón, las pintoras Carmucha Vázquez Prat, Sula Repani, Ana Legido y Menchu Lamas.
Dípticos poderosos como los que protagonizan Manuel Colmeiro y su hija Elena Colmeiro y la extraordinaria composición que establece entre el retrato de Laxeiro y el de una exultante Elena Gago.
Están representadas también las grandes creadoras de la escultura y el grabado, Soledad Penalta y Yolanda Carbajales, pioneras únicas en su lenguaje, compromiso y eminencia.
Dignificando su trabajo de escultor, los reconocidos artistas: Acisclo Manzano, Xosé Cid, Leiro y Manolo Buciños, Ignacio Basallo y enfrentándose a una de sus obras, como una majestuosa forma bicéfala, Ramón Conde.
Pintores de la talla de Vidal Souto y Lamazares, Ánxel Huete, Antonio y Fernando Quessada, Manuel Figueiras, Murado, Quintana Martelo, Xosé Luis Otero, Ocaña Martínez, Moldes, Baldomero Moreiras, Cochorro, Manuel Vidal, Antón Pulido, Antón Sobral. Aportan su grandeza, aunque en minoría todavía, los retratos de las mujeres artistas, Rosalía Pazó y Pury del Palacio, frente al masivo protagonismo de los artistas masculinos, habrá que reescribir una Herstory que devuelva los nombres y los rostros de nuestras creadoras invisibilizadas a la historia.
El longevo Torrás, que sigue creando a sus 111 años, Leopoldo Nóvoa, Manuel Vidal, Caruncho, Mingos Teixeira, Diego de Giráldez, Isaac Díaz Pardo y Tenreiro, entre otros, componen este extraordinario retablo apasionante en blanco y negro de matices infinitos.
El catálogo de la exposición, muestra 129 retratos de artistas en una línea cronológica que va desde 1901 —nacimiento de Colmeiro— a 1966, año en que nació Christian Villamide. Un recorrido de 45 años en imágenes por los rostros más comprometidos de nuestra plástica.
Xulio Gil presenta esa mirada propia del artista, que ya nos cautivó en Manual de Dirección. Cineastas de Galicia, una colección de cincuenta y dos retratos de los principales directores, y directoras, de nuestro cine.
Con su mirada y en su caligrafía visual, sacude la previsible estética tradicional y se adentra en la esencia y emociones de los sujetos, a través de un retrato psicológico capaz de capturar la realidad interna, la verdad del protagonista de su objetivo, generando una atmósfera de gran impacto emocional y confrontación intelectual, permitiendo una conexión visual y emocional instantánea a través del uso experto de la luz, la composición y el enfoque selectivo y en ocasiones en la disposición de los objetos incluidos.