Fermín Domínguez Hervella, anestesiólogo: «Todas las semanas se operan caderas rotas de personas de cien años y más. No nos da miedo el paciente muy mayor»
OURENSE
El recién jubilado jefe de servicio en Ourense cree que la inteligencia artificial ayudará a tener diagnósticos más certeros
21 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Llegó al Hospital de Ourense para hacer la residencia en anestesiología. Al acabar sacó plaza por oposición en Málaga y en el sur estuvo durante cuatro años hasta que logró una vacante aquí y ya nunca más se fue. Ahora, recién cumplidos los 70 años (los celebró el lunes), Fermín Domínguez Hervella (Ribadavia, 1954) se jubila. Lo hace por imperativo legal, reconoce, pero al tiempo asegura que tiene muchos planes para esta nueva etapa. De hecho esta entrevista se hizo después de su clase de inglés y ya se apuntó a guitarra, está planeando volver al golf, alguna escapada en moto y soñando ya con la nueva temporada de esquí. Suena a que precisará hasta agenda para organizarse, pero entre risas dice que no le hace falta: «Mido bien los tiempos, algo a lo que te enseña la profesión, y también la música».
—Presume de equipo.
—Tengo los mejores anestesistas geriátricos del mundo. Es sentido común. Si Ourense tiene una de las poblaciones más envejecidas del mundo, estamos más acostumbrados; aquí se anestesia todos los días y con buenos resultados a pacientes de avanzada edad. Todas las semanas se operan caderas rotas de pacientes de cien años y más. Cada vez se opera a gente más mayor y con enfermedades de base, lo que nos obliga a estar al día permanentemente. Pero no nos da miedo el paciente muy mayor.
—En su despedida pidió recursos.
—Sobre todo humanos, pero también materiales. Cuando pedimos algo no es por capricho y la respuesta tiene que ser ágil. Y no siempre lo es.
—¿Cuántos son en el servicio que deja y cuántos deberían ser?
—Somos 40 especialistas y diez residentes. Somos el servicio más grande del hospital, aunque el ideal serían 45 para cubrir bajas, congresos, conciliación, reducción de jornada, embarazos... En un sector tan feminizado como el de la medicina hay que contabilizar los embarazos y no se prevén. Siempre nos hemos autoabastecido de los mires, pero hace diez o quince años se bajaron las plazas, en Ourense y en general y eso ha llevado a que no haya suficientes especialistas. Hace poco recuperamos los cuatro mires y se prevé que en un par de años haya ya gente... pero también hay que contar con todos los que nos jubilamos. A eso se suma que Ourense no es una ciudad atractiva como otras con mar y clima agradable. Otro factor que tenemos aquí es que debemos apoyar a los comarcales, así que hay especialistas que si pueden evitarlo yéndose a Vigo, que no tiene, lo prefieren.
—En cambio a usted le ofrecieron La Paz y eligió Ourense.
—(Ríe). Yo estaba aquí familiarmente asentado y no quería mudarme. Además, en aquel momento estaba de jefe de Urgencias y yo lo que quería era volver a lo mío. De hecho, estuve cinco años pero haciendo guardias de anestesiólogo porque en una especialidad tan técnica si estás mucho tiempo fuera después cuesta volver a coger el ritmo y la confianza.
—¿Cómo cambió el trabajo desde que empezó hasta ahora?
—No tiene nada que ver. Ni en material ni en fármacos, que manejamos unos muy potentes y exclusivos. Cuando yo empecé la ecografía se estaba empezando a usar y ahora es básica. Es el fonendoscopio del presente, los médicos acabarán llevando un ecógrafo en el bolsillo. Ahora se monitoriza prácticamente todo. Antes era más apasionante porque asumíamos más riesgos a la fuerza, ahora es todo más seguro. Era más artesanal y por eso además de ciencia se necesitaba arte. Ahora está todo publicado y protocolarizado.
—¿Qué papel jugará la inteligencia artificial en la especialidad?
—Si yo siguiese ejerciendo me metería de lleno en la IA, porque va a ser un cambio radical en toma de decisiones, en diagnósticos más certeros. Es interesante.
—¿Son los grandes desconocidos del sistema sanitario?
—Cuando yo empecé sí. Ahora ya no tanto, porque es una especialidad muy completa que está en muchos sitios: quirófano se lleva el grueso, pero también preanestesia, la Clínica del Dolor, el paciente crítico...
—Quizás la que les acerque más al paciente.
—Siempre fue muy potente a nivel nacional. Hace 50 años Ourense fue pionero en la Clínica del Dolor y en la atención al paciente crítico. En la clínica estás frente a frente con el paciente, además suelen ser muy dependientes y crea más contacto.
—Es que para cualquier persona no tener dolor es fundamental.
—El dolor no tiene razón de ser, más allá de que es un signo de alarma en una apendicitis, por ejemplo. Pero el crónico, el provocado por un cáncer o un dolor de columna, que deprime al paciente y lo incapacita no. Para quitarlo tenemos técnicas muy sofisticadas, con implantes de máquinas, bombas de infusión, neuroestimuladores.