Un ourensano jubilado que practica boxeo dos horas al día y tiene cinco cinturones negros en artes marciales

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

Enrique Camoeiras, practicando boxeo en la Escuela Turbo de Ourense
Enrique Camoeiras, practicando boxeo en la Escuela Turbo de Ourense Miguel Villar

Enrique Camoeiras fue policía nacional y ahora imparte clases de defensa personal a mujeres

27 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Enrique Camoeiras (Ourense, 1957) está más cerca de los setenta que de los sesenta, pero nadie lo diría. A punto de cumplir 67, este ourensano tiene una salud y una capacidad física que ya quisieran muchos de cincuenta. Una de sus claves es el deporte y no uno cualquiera: Enrique practica boxeo dos horas al día desde que se jubiló en el 2019. Aunque su vinculación a este tipo de disciplinas empezó mucho antes. Descubrió las artes marciales con 18 años. «He pasado por distintas modalidades y de hecho tengo cinco cinturones negros: en taekuondo, yudo, kung-fu, full contact y kick boxing. Soy monitor de todas ellas, pero desde hace una década estoy centrado y especializado en el boxeo y en la defensa personal para mujeres», afirma. De hecho imparte esta última modalidad en el centro de entrenamiento Turbo, en la calle Arturo Pérez Serantes de Ourense

Cuando Enrique cumplió la mayoría de edad decidió que quería ser policía nacional. «En aquel momento para ingresar en la academia tenías que medir mínimo 1,70 y yo soy muy pequeñito, 1,68. Había una normativa que decía que si tenías cinturón negro, te suplían dos centímetros, justo los que a mí me hacían falta, así que me apunté a taekuondo», añade. Enrique tardó dos años en alcanzar su objetivo y poder ingresar en la policía. En la academia empezó a practicar yudo y después descubrió el kung-fu. «Una vez que me profesionalicé en ambas disciplinas, me empezaron a llamar la atención las artes marciales de contacto y también me apunté a clases», cuenta. 

Lleva casi cincuenta años practicando este tipo de deportes y no lo cambia por nada. «Siempre fui muy poquita cosa, bajito y delgadito. Mi padre murió cuando yo tenía 2 años, era ferroviario, y con 6 me mandaron interno a un colegio de monjas en Ávila. Ahí me di cuenta de que los mayores iban a por los pequeños y de que tenía que aprender a defenderme», recuerda. «Con las artes marciales he ganado seguridad y autoestima y creo que lo más importante en esta sociedad sería inculcar a las personas desde niños que todos somos iguales, independientemente de nuestra condición física o intelectual», recomienda. Ahora está especialmente centrado en el boxeo, una disciplina que recomienda a todo el mundo y a cualquier edad. «Soy una persona miedosa en general y estos deportes me han dado mucha confianza en mí mismo. Ahora, ya de mayor, el boxeo es un estímulo buenísimo, mejora mucho la condición física y ayuda a evitar los achaques», reconoce.

Enrique, en un entrenamiento en Turbo
Enrique, en un entrenamiento en Turbo Miguel Villar

Ni una sola pelea

Este ourensano asegura que las artes marciales enseñan a afrontar el peligro y a gestionar las confrontaciones sin usar la violencia. «Aportan la seguridad de que que si tienes que entrar en un conflicto, llevas las de ganar, pero nosotros sabemos que la mejor pelea es la que no se hace», afirma. Por su trabajo —que ejerció como policía judicial, en la Brigada Central de Estupefacientes y posteriormente en la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta— estuvo en muchas ocasiones expuesto a situaciones peligrosas. «En cuatro décadas de carrera profesional nunca tuve que agredir a nadie y eso que a principios de los 2000 vivimos una época en la que había tres atracos diarios en Ourense. En altercados virulentos lo que hacía era tratar de calmar a mi interlocutor, con muchísima paciencia y sosiego. Una vez que lo conseguía, podíamos hablar y razonar», confiesa. 

Ya jubilado, sigue practicando artes marciales diariamente. Aprovecha su tiempo libre para ir al gimnasio a entrenar y también imparte clases en Turbo, especialmente de iniciación al boxeo y también de defensa personal para mujeres. Enrique dice que el problema está en utilizar la fuerza sin control y asegura que el boxeo es un deporte diferente a lo que se esperan muchos. «Aquí no se viene a pegar a nadie. Se viene a desestresarse, a quitarse la agresividad, a sudar, hacer ejercicio y también a reír», apunta. «El valor añadido es que aprendes a defenderte por si en algún momento te hiciese falta, pero lo principal es canalizar la fuerza», añade.