Usuarios de una escuela infantil y de un centro de día comparten espacio y actividades desde hace cinco años en Ourense
25 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Ni un centro de día, ni una escuela infantil. Cuando uno entra en el centro intergeneracional que la Fundación Amancio Ortega construyó en el barrio de A Farixa de la ciudad de Ourense percibe desde el primer momento que el ambiente que se respira es diferente al habitual en este tipo de instalaciones. Y no solo por los amplios espacios, los ventanales que dejan entrar la luz natural y el diseño interior del edificio. Lo que llama realmente la atención es un grupo de mayores sentados formando un semicírculo en cuyo centro niños menores de tres años juegan y manipulan libros infantiles. No se trata solo de dos colectivos etarios compartiendo un mismo espacio físico, sino que interaccionan entre ellos y se nota que lo hacen con la naturalidad de la costumbre. No hay tensión en los rostros ni se ve a los pequeños cohibidos o asustados. Algunos juegan a su aire y también hay adultos que se limitan simplemente a observarles, pero otros disfrutan juntos de los cuentos. Los menores cogen los libros y se los acercan a los de mayor edad y estos van pasando las páginas y comentando cosas con los niños.
«Es una de las actividades conjuntas que organizamos durante la semana. Hacemos juegos eurísticos en los que se trabaja la estimulación cognitiva y sensorial tanto de los pequeños como de los mayores. Esta semana lo dedicamos a los libros por la fecha en la que estamos», explicaba María Varela, supervisora del centro de día, durante la jornada en la que se celebraba los cinco años de funcionamiento de este centro en el que, además de esas actividades conjuntas, hay un contacto diario entre los dos grupos de usuarios.
«Los mayores colaboran en el momento de dar los desayunos, les ayudan a poner los mandilones a la hora de comer y ponen la mesa juntos», explica Yolanda Gómez, directora de la escuela infantil. «Un día organizamos actividades adaptadas con niños de entre dos y tres años, otro con los de uno a dos y en otra jornada el contacto es con los bebés, a los que van también aquellos que ya tienen un poco de pérdida cognitiva. A veces incluso los cogen un poco en el colo y eso les genera una estimulación emocional muy importante para ellos», añade. La responsable de esa área del centro recalca también «lo importante que es para los pequeños tener ese contacto con los mayores y que vean con normalidad a las personas de edad avanzada. Ver cómo se relacionan entre ellos es realmente muy bonito y satisfactorio». En esa misma opinión concuerda María Varela. «Realmente el trabajo aquí es diferente a lo convencional. Es algo ilusionante porque se trata de una forma de hacer las cosas nueva y gratificante», añade la supervisora del centro de día.
Ese carácter singular fue resaltado por el presidente del Consorcio Galego de Servizos de Igualdade e Benestar, Perfecto Rodríguez. Este organismo de la Xunta asumió la gestión de la instalación construida por la Fundación Amancio Ortega y este miércoles su responsable acudía a la jornada organizada para celebrar su primer lustro en funcionamiento. «Para a Xunta de Galicia este é un centro de referencia, aparte de espectacular arquitectonicamente. Dentro da nosa rede intentamos facer actividades interxeracionáis, normalmente acudindo os nenos de xeito puntual aos centros de maiores, pero neste é o día a día», recalcó.
Atención específica
Ese contacto cotidiano entre los usuarios del centro intergeneracional no implica renunciar a una atención diferenciada para cada colectivo a lo largo de la jornada. De hecho, la estructura del centro, construido con dos alas independientes que miran a un patio central compartido —que facilita no solo que disfruten juntos del aire libre, sino que tengan constantemente visión directa del otro espacio y sus ocupantes— permite que la plantilla pueda centrarse en la atención específica que los usuarios de cada grupo necesitan. De hecho, en la zona de mayores se realizan habitualmente talleres de manualidades pensados solo para ellos. Este miércoles los había de cocina —estaban preparando pastas con la ayuda de monitores de la firma Culinaria, la misma empresa que sirve el cátering al centro— y otro de jabones. Entre los participantes no solo había personas de la tercera edad, ya que el centro tiene en marcha un proyecto intergeneracional con Down Ourense y con la asociación Morea.