El exseleccionador nacional regresa tras más de quince años fuera de España
24 oct 2024 . Actualizado a las 10:07 h.Con perfil de emigrante gallego, Ramón López Suárez (Narón, 1969) ha buscado el sustento de su familia lejos de la ría. Siempre en busca de canchas de baloncesto, su primer viaje fue corto —a Gijón—, antes de pilotar a la selección española que se colgó la plata europea en el 2003, con Pau Gasol, Navarro, Calderón o Garbajosa. Nivel NBA. Se instaló en la élite española en el Breogán y en Sevilla, asumiendo después el paso hacia banquillos ganadores en el horizonte intercontinental. En Oporto estuvo entrenando trece años —incluido el período que alternó con el equipo nacional luso— y llevó a sus vitrinas quince títulos. También se apuntó a aventuras exóticas, como la de dirigir a Angola en el Afrobásket, del que regresó con otro subcampeonato. En el 2022 incluso se desplazó al lejano oriente, para situar en dos años al Fukuoka en la puerta de entrada hacia la primera división japonesa. Pero la morriña siempre está ahí, le marcó el rumbo hacia el Club Ourense Baloncesto.
MOTIVACIÓN
Un proyecto en crecimiento. En palabras del propio Moncho López, en el COB está feliz, algo que intuía desde hace meses. «Estando en Japón me apeteció la posibilidad de regresar. En la pasada temporada los resultados fueron buenos. El equipo fue tercero en la liga regular y conseguimos armar un equipo para subir. Entonces pensé ‘por qué no estoy haciendo esto en mi país’. Le dije a mi agente que sondeara el mercado. Sergio Pérez —director deportivo del COB— entró en contacto conmigo. Creo que fueron 15 minutos lo que tardamos en ponernos de acuerdo. Me demostró que había motivaciones en el club para que yo entrenara aquí y para mí Ourense siempre fue un equipo que me atraía. Encajamos bien unos y otros», explicaba el técnico gallego.
Primera FEB
Una liga de notable nivel. El segundo escalón del baloncesto español ha ido acumulando clubes de pasado reciente en la ACB, con el caché del histórico Estudiantes. Las estructuras punteras rondan los dos millones de presupuesto anual, una cantidad que prácticamente dobla la que maneja el COB. Con esos mimbres, en Ourense han seducido a Moncho con un proyecto que se puede madurar en dos o tres años, sin perder el foco de la máxima categoría estatal, como objetivo paralelo a una redimensión de la entidad con pasos firmes. El desafío que buscaba para enriquecer su trayectoria profesional y, por si fuera poco, muy cerca de su hogar.
LA PLANTILLA
Equipo de trabajadores. Así lo define López, quien apostilla: «Tenemos un plantel compensado y que entrena bien. Para mí el día a día es muy importante». Habla de un grupo en el que Javi López, Mendikote —internacional 3x3—, Samu Rodríguez y Romaro Gill repiten del año anterior. La apuesta foránea la volcaron en dos novatos salidos de la NCAA, el escolta Aanen Moody y el ala-pívot Ben Krikke, que deben aportar buenos puntos. Con experiencia en LEB Oro, a los portugueses Rafa Lisboa y Diogo Brito los conoce perfectamente y, en el mercado nacional, el club se lanzó a por Ignacio Rosa, mundialista sub-19 y con pasado ACB. Por otro lado, Moncho reconoce una especial ilusión en participar en el crecimiento del arousano Martín Fernández y el santiagués Santi Paz, que se están dejando ver en la rotación. La guinda de última hora —aún con carácter temporal— la puso el alero Sergio Rodríguez, quien ya pasara por la ciudad antes de acumular minutos en la liga superior.
SALIDA ESPECTACULAR
Los réditos de agosto. El inicio del COB en la campaña de liga no sorprendió demasiado a quienes lo vieron forjarse en el verano y su entrenador desvela algunas claves: «Trabajamos mucho en la pretemporada, con el aval de contar con un preparador físico como Chema Royo, que hizo un plan extraordinario. También logramos algo que no muchos clubes consiguen. Teníamos a todos los jugadores el primer día. Eso nos permitió llegar al comienzo de la liga muy hechos como equipo, aunque digo de verdad que esta plantilla está todavía al 50 % de progresión, tiene mucho margen para crecer. Otra cosa es que los demás también lo harán. El año pasado, aquí ya arrancaron con 4-0». Quizás la diferencia radica en que el equipo actual conectó de un modo diferente con su afición y tiene el sello del baloncesto de Moncho, agresivo en defensa, rápido y con numerosas soluciones en ataque, donde propone una participación coral en las anotaciones. Un equipo que engancha.
Del desencanto a la ilusión en las gradas del Pazo
El Club Ourense Baloncesto, al abrigo de distintos nombres comerciales, fue un proyecto nacido en el patio del colegio de Salesianos, a finales de los años setenta. Desde las categorías más básicas del baloncesto gallego, el club fue creciendo hasta alcanzar la Liga ACB en la que debutó en 1989. Una carrera meteórica que se asentó en la cúspide del baloncesto español con diez temporadas en su haber, hasta que los problemas económicos lo arrastraron a una travesía en el desierto que en más de una ocasión tocó fondo. En el 2005 incluso perdió su plaza en la segunda competición nacional, de la que estuvo alejado cuatro años y cayó otra vez en la LEB Plata, antes de que fraguara el plantel que dirigió Gonzalo García de Vitoria, logrando un histórico ascenso que festejó en el Pazo Paco Paz, en una serie épica frente al Breogán.
Ahí reaparecieron los fantasmas del pasado. La herencia de deudas del club con el organizador de la competición puntera evitó que se consumara el éxito conquistado en la pista. Otro duro golpe para una afición que incluso salió a la calle. En un club donde la mayor aportación accionarial es de instituciones como el Concello y la Diputación de Ourense, la falta de consenso político tampoco allanó el camino y la pandemia puso otra losa para caer en LEB Plata.
Pese al rápido ascenso, surgió otro motivo de conflicto, con la pretendida adquisición del 51 % de las participaciones del club a favor del Grupo Hereda. Su cabeza visible, Pedro Fernández incluso llevó al club a los tribunales, apuntando defectos en el apoyo institucional a los nuevos dirigentes. El consejo de administración dirigido por Eduardo Villar adoptó un perfil más bajo y la contratación de un prestigioso entrenador como Moncho López también está impulsado los planes de acción social y de captación de patrocinadores de la sociedad anónima deportiva.