Hace 20 años el Ourense recibió al Atlético del Niño Torres en una de sus noches míticas
OURENSE
La pugna de la Copa del Rey reunió a unos 4.500 aficionados en O Couto en el 2004
27 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Las hazañas del desaparecido Club Deportivo Ourense siguen frescas en la memoria de sus numerosos seguidores y algunas de esas jornadas inolvidables fueron las que se forjaron al amparo de la añeja Copa del Rey. En el 2004 se disputó uno de esos partidos grabados en los asistentes habituales a las gradas de Couto. El 27 de octubre fue la visita de un Atlético de Madrid que mezclaba en su once a estrellas emergentes como Fernando Torres con veteranos ilustres de la talla del Cholo Simeone.
Eran solo los titulares de un enfrentamiento con mucha miga. Los ourensanistas habían disputado la que terminaría por ser su última campaña en la Segunda División (1998/99). Acumulaban ya unos años intentando recuperar esa plaza en una aún joven Segunda B, con jugadores muy reconocibles para su afición, como José Juan —convertido con el tiempo en gran héroe copero—, Ramón Dacosta, Seoane, Fernando Currás, Rubén Durán y Óscar Martínez, junto a otros Pablo López, Aitor Fresán, Porto, David Pérez, Sanromán o Anxo. Incluso asomaban jóvenes como Borja Yebra y Juan Banana.
Aquel Ourense ya tenía en sus alforjas más de una gesta en el torneo eliminatorio nacional, puesto que en la campaña 1999/2000 ya había apeado al Getafe y al Mallorca, equipo del que formaban parte el Caño Ibagaza, Álvaro Novo y el meta Leo Franco, todos ellos integrados en el Atlético de la mano de Gregorio Manzano. Aquel año los de O Couto se plantaron en octavos de final para vérselas con el FC Barcelona, en otra de las páginas doradas del club, no solo por replicar los goles de Luis Enrique y Dani, con el tanto del citado Óscar Martínez, que le dio alas a su equipo para vender cara su eliminación en el Camp Nou (0-0).
De vuelta a la noche de octubre del 2004, que era un premio al éxito del equipo de Milo Abelleira ante el Pájara Playas en el duelo anterior, sin duda la figura del Niño Torres era la más perseguida por los aficionados ourensanistas, desde la llegada de los colchoneros a la ciudad. El plantel del Calderón aún estaba recobrando el ritmo tras su paso por el infierno de la Segunda División, un golpe traumático que tambaleó sus cimientos. En el banquillo se sentaba el valenciano César Ferrando, que se había asentado en la categoría de plata al frente de escuadras como el Elche, Nástic de Tarragona y Albacete.
Además de Torres y los futbolistas llegados del Mallorca lucía con luz propia en la convocatoria rojiblanca la figura de Diego Pablo Simeone, así como la del central colombiano Luis Perea. Junto al gallego Nano Macedo, también estaban García Calvo, Pablo Ibáñez, Colsa, Antonio López y el ariete Salva Ballesta. Santi Denia —reciente oro olímpico en París como entrenador— y Paunovic también pisaron el césped ourensano en aquella ocasión.
Después de prolegómenos espectaculares en las horas previas a la confrontación, el Niño encarriló pronto el triunfo visitante. Había aterrizado en Galicia con el cartel con de campeón de Europa sub-16 y sub-19, además de debutar con el equipo nacional absoluto el año anterior. El de Fuenlabrada anotó a los tres minutos, en impecable vaselina, en la primera llegada de los forasteros al área local.
El Ourense de las grandes ocasiones no era, en todo caso, de los que se rendía a la primera. Óscar Martínez, David Pérez y, sobre todo, un Rubén Durán que sembraba desequilibrios en la línea de tres cuartos generaron opciones para apelar a la épica. Al contrario, el enemigo de la máxima categoría golpeó de nuevo la línea de flotación de los anfitriones. Salva volvió a moverse cómodo en los aledaños de la meta ourensanista y el 0-2 levantó un muro frente a la ilusión de los hombres de Abelleira. El sueño copero se desvanecía.
Quedaba tiempo para que los hinchas ourensanistas se divirtieran, pero no para discutir el triunfo atlético, puesto que Nano Macedo le dedicó a alguno de sus familiares y amigos el tercero de la noche. No había mucho más que discutir. Lo que no se calló Milo fue su impresión sobre la actuación del colegiado cántabro Teixeira Vitienes, al cual el público le reclamó amargamente un penalti sobre Durán con el 0-1 en el marcador. El entrenador de los ourensanistas señalaba: «El árbitro no tuvo el mismo respeto e igualdad con nosotros que con el entrenador y los jugadores contrarios». Aún así, nada aguó la fiesta de una de esas noches mágicas de O Couto. Realmente inolvidable.