Con qué poquito se puede hacer feliz a un adulto. El tiempo primaveral de los primeros días de la semana, que después llueva para aliviar la moquera de la alergia y, algo que casi parecía olvidado, una victoria en casa del Club Ourense Baloncesto.
Cuatro meses como cuatro solos tardó el equipo ourensano en devolverle la sonrisa en el
Pazo a sus fieles aficionados, capaces de despertarse de la modorra de un sábado de manta y peli, a golpe de triple con Diogo Brito o con ese lanzamiento tan ochentero de Ben Krikke desde la media distancia.
Y si algo queda claro, es que siempre que piensas que algo no puede ser peor que lo que tú tienes, llega alguien y te demuestra que te equivocas, en este caso un Castellón que dejó muy poquito que destacar y muchas luces rojas encendidas sobre su futuro, más con esas 13 derrotas seguidas que acumulan. El equipo de la Comunidad Valenciana, se convirtió en ese señor en la sala de espera del médico de cabecera que compite con un compadre por saber quien de los dos acumula más enfermedades.
En el lado contrario, los de Moncho López disputaron un partido sólido, con detalles que hacen pensar en una recuperación, pero con despistes que contra equipos menos hechos polvo, pueden costar partidos.
Por eso, «que le quiten lo bailao» a un COB que necesitaba ganar para recordar lo bonito que es chocar la mano a los aficionados con el resultado a favor y que tiene todavía en su mano la posibilidad de jugar un play off de ascenso que hace apenas una semana sonaba a quimera.