En el monte comunal Monte Grande II se están cortando y retirando, empleando la tracción animal, los pinos que hay en tres mámoas, que formarán parte de una ruta para poder acceder a once túmulos funerarios

MAITE RODRÍGUEZ
Redactora de La Voz de Galicia en la delegación de Ourense. Me ocupo de las secciones de sucesos y comarcas de Allariz-Maceda, Terra de Celanova y Baixa Limia. Anteriormente redactora de deportes en la misma provincia.

Las mámoas o túmulos funerarios megalíticos que atesora el Monte Grande de Bande están empezando a ver la luz, despojándose de los pinos que atacan este tipo de yacimientos prehistóricos. Los comuneros de Monte Grande II, propietarios de un monte de 1.100 hectáreas de superficie en la parroquia de Bande, promovieron un proyecto de creación de un parque arqueológico para crear una ruta con once de las mámoas del bosque.

Santi M. Amil

Para retirar los árboles sin dañar los túmulos se están empleando técnicas de tracción animal. En lugar de utilizar maquinaria o tractores que causarían demasiado impacto sobre el terreno, es un caballo bretón llamado Murry el que se está encargando de retirar los troncos, guiado por Miquel Ferris, un operario especialista en este tipo de técnicas llegado desde Alicante.

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El proyecto de la asociación de montes comunales Monte Grande II recibió una subvención del Agader, 29.000 euros procedentes de fondos europeos. La iniciativa recibió la máxima puntuación para obtener estos fondos. En esta primera fase de actuaciones se están limpiando las tres Mámoas do Arando, por estar ubicadas en una zona del monte en la que hay arándanos, detalla Davide Pérez, arqueólogo de Bande y secretario de la asociación comunal. Allí habrá un panel explicativo de como eran estas sepulturas prehistóricas. A la zona se llega a través de una pista forestal. Un kilómetro aproximadamente más abajo, al pie de la OU-540, en el recinto del antiguo vivero se ubicará el área de información, explica el arqueólogo Celso Barba, director del proyecto.

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En el área de información, que se abrirá en breve, habrá un espacio artístico en el que se ubicarán dos esculturas de guerreros galaicos creadas por el escultor de la Baixa Limia Toño Monteiro y el cantero Diego Currás, que pondrá doce estructuras en las que mezcla piedra con tocones de castaños bicentenarios. Allí hay otra mámoa que va a ser excavada en una fase posterior, para que sirva como ejemplo didáctico de cómo era el túmulo. Barba describe que tenían una cámara de piedra y un corredor. Una vez clausurado el enterramiento se tapaba con tierra. El manto vegetal las ha cubierto durante milenios. Solo se excavará una por su interés didáctico y las demás se dejarán intactas, aunque accesibles para la visita una vez liberadas de vegetación. En una segunda fase se restaurará un foxo do lobo y petroglifos del vecino Monte Grande I.

La utilización experimental de la tracción animal en la arqueología es otra novedad del proyecto. Davide Outeiro, presidente de la Asociación Galega de Tracción Animal, indica que para un trabajo patrimonial y fino, en el que no importa hacerlo rápido, está indicada esta técnica. Hay respeto por el trabajo del animal, que es progresivo, y se utilizan herramientas como el arco forestal o el tren delantero que reducen la fricción.

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Manuel Salgado, presidente de la asociación comunal, ya había visto trabajos similares en Francia con caballos percherones. Los comuneros buscan con esta actuación un complemento a la riqueza del monte. «O bosque autóctono queda mergullado co patrimonio histórico-arqueolóxico», apunta Davide Pérez.