Vive en un remolque con un taller téxtil ambulante por toda Europa y hace parada en Ourense
CELANOVA
La nómada alemana Andrea Milde está en Vilanova dos Infantes y depende de voluntarios que la trasladen en coche al siguiente punto
07 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Entre la decoración navideña de Vilanova dos Infantes, en Celanova, convive una caseta de madera autoconstruida por su inquilina. En una de las plazas de la localidad hace parada la alemana Andrea Milde con su taller textil en el que recorrerá Europa para crear un gran tapiz. Es nómada y tejedora. Dos facetas que parecen contrarias pero que ha unido el proyecto Kukumobil: un remolque que sirve de obrador, residencia artística y su propia casa. Empezó en Fisterra un viaje por el continente para el que depende de la voluntad de los vecinos. «No tengo coche, busco en cada parada alguien que me lleve a la siguiente, quiero ver cotidianeidad», explica.
Hace más de 30 años que Andrea teje y es nómada incluso desde antes. «Estuve mucho tiempo viajando por el mundo solo con una mochila», recuerda. Una vez que sus hijos ya no la necesitaban se planteó el reto de compaginar un arte que la obliga a estar en el mismo sitio con sus ganas de viajar. El resultado fue una caseta autoconstruida a medida para ser una galería, un taller y habitable. Es el Kukumobil. En el 2023 hizo varios recorridos por Alemania para ver cómo funcionaba, si aguantaba la carretera, si era soportable en invierno o si encajaba estéticamente en pequeños pueblos.
La alemana, de 61 años, se sacó el carné de conducir a los 45. Lo retrasó lo máximo que pudo porque no le gusta, nunca quiso tener coche. Ese desinterés hizo que se plantease su proyecto para ser llevada y no para ponerse al volante. «La gente no se lo cree, pero yo quise ocuparme de lo que yo sé, que es tejer, y me busco a otra gente que me traslade en su coche», explica. Así, llegó en abril a su primer punto del viaje: Fisterra.
«Igual que un tapiz, tengo que tener un borde para comenzar. Si pienso en el continente europeo allí termina y empieza el mar. Donde otros acaban el camino, yo arranco. Es un sitio genial», argumenta. Después pasó por Carballo y A Coruña hasta moverse a la provincia ourensana, en Xunqueira de Ambía y Vilanova dos Infantes. Su taller ambulante tiene dos metas. Por una parte, hacer una especie de diario tejido del viaje con pequeños tapices inspirados en lo que se encuentra por los pueblos: «Es una recopilación superficial de lo que me encuentro». Por ejemplo, al visitar Vilanova dos Infantes conoció la historia de la Virgen del Cristal y está tejiendo un tapiz con su imagen.
La otra meta es elaborar una gran obra que, por primera vez, no tiene un proceso ni diseño previo y tampoco fecha de finalización. Por su tamaño, en ocasiones anteriores le llevó incluso unos cuatro años. De momento solo tiene el punto de partida, en el borde inferior, que es la frase: «No te canses si no que tiende la mano al milagro silenciosamente como si fuera un pájaro».
«Galicia se enfrenta a la gran pregunta de cómo gestionar el turismo climático»
Los pocos metros cuadrados del Kukumóbil son la casa de Andrea, que no tiene ni cocina y simplemente solicita al Concello correspondiente la posibilidad de conectarse a la red eléctrica para tener calefacción. «Ni siquiera esto es imprescindible, solo necesito un cacho de asfalto», asegura. Mientras avanza en su proyecto, trabaja dando cursos en los pueblos en los que hace parada y vende sus tapices. «A mí lo que realmente me gusta es enseñar a la gente a tejer, idealmente durante varios días, para que puedan llevarse a casa algo hecho por ellos o al menos empezado», cuenta. Además, mantiene abierto un micromecenazgo. Confiesa que, de momento, la gran mayoría de veces que ha escrito a Ayuntamientos o entidades proponiendo iniciativas o preguntando si puede establecerse en algún punto recibió silencio, pero consiguió ir moviéndose con el altruismo de vecinos interesados.
A pesar de las dificultades, asume estar encantada de conocer Galicia. Tan solo había estado, justamente en Celanova, hace diez años en un congreso de artesanía. «La costa es impresionante igual que el bosque que vi en Xunqueira de Ambía», defiende. La alemana recuerda cuando llegó a España en 1986 y los europeos compartían el furor por ir a la zona del Mediterráneo: «A Galicia nadie quería venir porque hacía mal tiempo y el agua estaba fría». Sin embargo, en los últimos años y en su viaje actual por el rural gallego se topa con una gran cantidad de europeos de distintos países apostando por el norte para una nueva vida: «Galicia se enfrenta a la gran pregunta de cómo gestionar el turismo climático y la brecha entre lo rural y lo urbano». Esa es la reflexión que deja la artesana antes de cambiar de país. Estará en Vilanova dos Infantes hasta el 9 de enero para continuar a su siguiente parada, la localidad portuguesa de Vilarreal.