Trozos de cuerdas, piezas que quién sabe a qué pertenecieron, colillas y bastoncillos de los oídos... Ni las Illas Atlánticas se libran de la contaminación que lo envuelve todo
11 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Cada día descubrimos algún rincón del mundo en el que el mar se ha convertido en plástico. Vemos puertos en los que las olas apenas agitan la gruesa capa de residuos flotantes que las cubren. Playas en las que a nadie le apetece bañarse o tomar el sol. Vemos fondos marinos en los que la arena ha desaparecido. Nos encontramos, en fin, cara a cara con una distopía que se ha vuelto plásticamente real. Muchos paraísos se han convertido en vertederos de plástico. Y aunque nuestro edén particular, las Illas Atlánticas, esté aún muy lejos de ofrecer esas imágenes, el Parque Nacional lleva años manos a la obra, desarrollando un proyecto para plantar cara a tan fenomenal y resistente enemigo. Así nació la Rede para a recuperación dos ecosistemas mariños no Parque Nacional Marítimo Terrestre Illas Atlánticas, de la que forman parte, además del propio parque, el Colegio Oficial de Biólogos, la Fundación Biodiversidad, el Instituto Nacional de Oceanografía, el Intecmar, las tres universidades gallegas y un sinfín de colectivos de todos los tamaños, desde agrupaciones de mariscadoras como AmarCarril, a cofradías de pescadores, el Consello do Mexillón y otras muchas entidades que han entendido que ganar la guerra contra el plástico depende de todos.
El primer paso de este programa es hacer un diagnóstico de la situación actual en el parque nacional. Este año el trabajo de campo se hizo en Cortegada, pero ya había tocado en otras islas. Para ejecutarlo, se acudió a colectivos locales que realizaron recogidas de basura para identificar los elementos que, de forma más persistente, aparecen flotando en las aguas de Illas Atlánticas, o que son arrojados a sus costas por las mareas. Y ya están identificados los residuos que más veces se repiten.
El «top ten dos lixos máis comúns no parque» lo encabezan los trozos de cabos, cuerdas y cordeles de menos de un centímetro de diámetro. Procedentes del laboreo del mar, para evitarlos hace falta que quienes las emplean en su trabajo «revisen e vixíen os seus aparellos». En los puestos dos y tres, encontramos pedazos de plástico de orígenes diversos. Abundan más los más pequeños, aunque también son frecuentes los que miden entre 2,5 y 50 centímetros. ¿Qué hacer para acabar con ellos? Pues ponerle un poco de sentido a nuestra lista de la compra, según el parque. En cuarto lugar aparece uno de esos enemigos tan pequeños como abundantes: las colillas. Capaces de contaminar litros de agua, los restos del cigarro deben acabar, siempre, en un cenicero portátil. Las espumas sintéticas de todo tipo abren paso a otro ejército de pequeños invasores: los palillos de los bastoncillos de los oídos. Surgen en todas las playas hasta las que llegan a través de las redes de saneamiento. Así que si su uso es imprescindible para nuestra higiene, démosles el final que merecen depositándolos en la papelera. Los palos de helados y las bolsas de chuches y snacks se colocan en el puesto número siete de este top ten, seguidas de los restos de envases de comida y de los tapones. Rechazar los plásticos de un solo uso y usar envoltorios alternativos son algunas de las propuestas que hacen desde Illas Atlánticas para erradicarlos.
Cerrando esta lista, encontramos los palillos de las bateas. Son elementos bien visibles, que abundan especialmente Arousa: una potencia mundial en la producción de mejillón. Un estudio realizado dentro del programa Clean Atlantic por estudiantes del IES de A Illa ofrece, a este respecto, un dato rotundo: en cinco semanas, de las playas de A Illa se retiraron 4.000 de esos elementos.
Los colectivos que ya empiezan a dar pasos en la dirección correcta
El Parque Nacional das Illas Atlánticas ha elaborado un manual de buenas prácticas para intentar guiar a todos aquellos que quieren enrolarse en la guerra contra el plástico. No es el único que se ha diseñado. El sector mejillonero gallego ha querido dar un paso al frente en ese terreno, y hace ya meses presentó su propio manual, encaminado a minimizar la huella de plástico del sector bateeiro. Otros colectivos están realizando acciones más pequeñas, pero igualmente valiosas. En A Illa y Carril, las mariscadoras y los parquistas aprovechan las limpiezas de algas para recoger el plástico que encuentran, las mariscadoras de AmarCarril han convencido a sus compañeras para que guarden las colillas en ceniceros que se llevan consigo, y cofradías como A Illa realizan campañas de limpieza.