El chef Antonio Simoes lleva seis meses jubilado después de treinta años al frente del Habana 83
16 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Aunque se llama Antonio Simoes (Lobios, 1959) la mayoría de la gente en Ourense le conoce como Antonio Habana, precisamente por el restaurante que regentó y en el cocinó durante los últimos treinta años. Se acaba de jubilar, dejando huérfanos de local de referencia a cientos de ourensanos que acudían de forma semanal o incluso diaria a comer a las mesas del Habana 83. Bajó la persiana al terminar el servicio de la Nochevieja del 2022 y aún no ha sido capaz de pasar por esa calle, la avenida de la Habana, para no encontrarse con un espacio vacío que antes estuvo lleno de aromas, de sabores, de clientes, de alegrías. «Lo echo mucho de menos. A veces incluso pienso que es una situación temporal, como durante la pandemia, pero que volveré», confiesa. Sabe que no es así y lo cierto es que Antonio se jubiló por decisión propia. «Bajo ningún concepto quería que el restaurante perdiese calidad. Tenía miedo de que alguien pudiese pensar que yo ya estaba viejo y cocinaba peor», dice con humildad. Algo que, por cierto, nunca ocurrió. «Necesitaba vivir, tener tiempo para mi familia y mis amigos, porque este oficio es completamente sacrificado. Quería compartir el máximo tiempo con mis nietos, con mi mujer y poder disfrutar del pueblo», añade. Es exactamente lo que está haciendo ahora cada día. «Y nada me gustaría más que que alguien reabriese el Habana 83, aunque fuese con otro nombre y otra propuesta, e ir a comer allí de vez en cuando», confiesa. Eso también lo hace cada vez más. Disfruta de las paparotas y de ir a comer de restaurante, especialmente con un grupo de amigos, amantes de la gastronomía, que empezaron siendo clientes.
La historia de Antonio empieza en Lobios. Nació en la aldea de Río Caldo en 1959. Hijo de padre carpintero y madre modista, aprendió desde niño la importancia de esforzarse y trabajar para tener un plato en la mesa. También fue feliz desde pequeño. «Cuando yo nací, en Lobios éramos por lo menos cuarenta niños. Tuve una infancia fantástica, jugando todo el día, sin ataduras y sin miedos», confiesa. Cuando su padre emigró a Francia, él ayudaba a su madre con las tareas del campo, aunque tenía una idea clara. «Quería acabar cuanto antes la escuela para marcharme a la Costa Brava a trabajar», recuerda. El amor y la curiosidad por los fogones se los inculcó su abuelo paterno, que era cocinero en Portugal. «Estuvo de jefe de cocina en el Palace de Lisboa y su última etapa la pasó en el mismo puesto pero en el Casino de Estoril. Un verano me fui a trabajar para él y entonces cogí todas las ganas», cuenta. Tenía 12 años. Con 14, en 1973, se fue a la Costa Brava a tratar de cumplir su sueño: formarse lo suficiente para vivir como cocinero. Estuvo casi diez años de aventura y aprendizaje entre Barcelona, Castellón y otras localidades. Y en esta etapa se casó con Rosa Amelia Silva, su mujer, el amor de su vida. «Nos conocíamos y nos gustábamos desde la escuela, pero estando yo lejos nos dimos cuenta de lo que sentíamos. Recuerdo que yo tenía una bicicleta de niño y solo se la prestaba a ella», rememora. En 1981 se casaron y Rosa dejó también Lobios para irse a vivir con Antonio a Barcelona. Todo cambió un año después. «Me marché a Suiza porque me hablaron de un curso de hostelería general en Lucerna en el que entrabas con prácticas directas en un hotel así que aproveché la oportunidad. Ya había sido jefe de cocina en España y quería superarme», dice. Esta fue la llave para entrar en el Hilton de Zúrich. De allí pasó a un hotel de lujo en Davos-Klosters, en el cantón de los Grisones, donde cocinó para algunas de las personas más influyentes y conocidas del mundo. «Yo le hacía los porridge de desayuno a Greta Garbo todas las mañanas», afirma. «No comía casi nada, solo le gustaban las gachas esas de avena cocida. Estaba muy delgadita y se tiraba en el hotel tres meses cada verano», añade. Nunca habló con ella pero la veía cada mañana. «No era imponente, a pesar de lo que la gente se pueda imaginar. Era una señora sencilla, solitaria y muy tranquila, que pasaba totalmente desapercibida», afirma. En este hotel también cocinó para Bush padre.
Después de nueve años de experiencia en Suiza, Antonio y Rosa, ya con sus dos hijos, se volvieron a Ourense. Junto a su cuñado, Antonio González, cogieron el Habana 83, un local que en aquel momento estaba especializado en platos combinados. «Queríamos cambiar el tipo de comida que servían pero muy poco a poco para que los clientes se mantuviesen con nosotros. Al ver que gustaban las propuestas diferentes que iba metiendo en el menú, seguí jugando por ahí», comenta. Introdujo platos más cercanos a la cocina de autor y la caza.
En los treinta años en el Habana cocinó para Julián Muñoz, Isabel Pantoja, Alberto Núñez Feijoo, Victoria Federica, José Coronado... Pero él lo tiene claro: «Yo estoy más orgulloso de cocinar para la gente que conozco de todos los días».
«En casa cocina siempre mi mujer aunque sabe que hago lo que pida»
Antonio Simoes es una persona humilde, cariñosa, cercana, tranquila y sensible, pero sobre todo es bueno y eso le hizo ganarse el respeto, la admiración y el amor de todos los que se encontraron con él en el camino. «Mi vida ha sido una alegría, hemos tenido salud y espero guardarla por muchos años», confiesa. Lo mejor que tiene es su Rosa, su mujer. «No me equivoqué. Ella es más que el amor de mi vida, es todo para mí», confiesa. De hecho es la persona que más se ha alegrado de la jubilación del chef natural de Lobios. «Y eso que tiene que lidiar con un problema y es que en casa cocina ella, aunque si me lo pide sabe que le preparo lo que quiera», admite. Le encantan los mejillones en escabeche. Antonio prefiere un buen cocido gallego o una paella. «Creo que lo que más he preparado en mi vida son perdices», cuenta. Entre sus elaboraciones más repetidas también están los jarretes estofados y langostinos al curri, para muchos, el mejor plato del Habana 83. No le quedan ya ganas de hacer lampreas. «Son laboriosas, dan muchísimo trabajo», afirma.
DNI
Quién es. Antonio Simoes de Dios nació el 28 de octubre de 1959 en Lobios.
A qué se dedica. Este chef fue el propietario y jefe de cocina del restaurante Habana 83 hasta que se jubiló hace seis meses.
Su rincón. Escoge el parque de San Lázaro de Ourense porque hasta allí se escapaba cada mañana antes de ir al supermercado y entrar a trabajar. «Me relajaba y me hacía bien sentarme unos minutos en un banco a leer el periódico», confiesa.