
Remedios Cabanelas, vecina de Puxedo que protagoniza un enorme mural de Mon Devane en la plaza de su pueblo, cumple 100 años
01 mar 2025 . Actualizado a las 13:15 h.Sachando la tierra. Así plasmó el artista Mon Devane a Remedios Cabanelas en uno de los murales que pintó para embellecer la aldea de Puxedo, en Lobios, en el 2017. Fue capaz de captar la esencia de la vecina de este pequeño pueblo y plasmarla en un enorme grafiti en la pared. También la retrató de cara, con su imborrable sonrisa y esa mirada azul que tiene, capaz de destacar entre los muchísimos surcos que marcan el paso del tiempo sobre su rostro. Precisamente en la plaza que hay frente al mural, Remedios celebra este domingo su centenario. La mujer, que presume de estar como una rosa, llegará a la ansiada cifra de tres números el 2 de marzo y sus vecinos han querido sorprenderla organizándole una fiesta. Ella sabe que algo bonito están tramando, pero desconoce qué es exactamente. «Estou moi ilusionada. Quérenme moito e eu non sei vivir sen eles. Pídolle a san Antoniño todos los días para que os protexa», admite.
Lleva toda la vida en Lobios. «Eu nacín en época de guerra e nunca saín de aquí. Tiven que traballar dende nena e pídolle a Deus que me leve así, traballando», admite. Remedios amanece todas las mañanas a las ocho y una hora después ya está sachando y arreglando su finca, que está justo frente a su casa. «Recollo as castañas, planto pementos, tomates, cebolas... e como cada día algo da miña horta, aínda que o meu sobriño empéñase en facerme guisos e outros pratos de cotío», confiesa. Luisito es como un hijo para Remedios. «Axudeille á miña irmá, que vive tamén en Puxedo, a crialo e quéroo pola vida», reconoce. La realidad es que esta centenaria no tuvo descendencia. «Casei aos 42 anos porque a min no me interesaba andar de moza con ninguén. O que sempre me gustou foi traballar o campo, falar coa xente e estar tranquila», dice. Aún así se enamoró del que fue su marido casi dos décadas, hasta que falleció. «Cando quedei viúva tocoume coidar dos meus pais e da miña sogra», comenta.
Remedios tiene cien años como cien soles. Es una mujer activa, independiente, graciosa y especialmente risueña. No le falta generosidad. Dice que de nada vale tener algo si no es para compartirlo. Le encanta ver la televisión y no se pierde Luar, programa en el que participó como invitada. «Fomos falar da Festa da Malla e bailei co Gayoso», presume.
Su único vicio es el jamón ibérico, su cena de cada día. Está orgullosa de su pueblo y muy feliz de protagonizar un mural en él. Ese retrato hace que muchos la conozcan como la sonrisa de Puxedo y es nada le hace perderla. «Eu xa estou moi ruinciña, pero desfruto de estar viva todo o que podo», cuenta. Exagera. No oye bien, sí, pero, todos se paran a escuchar sus historias cada vez que habla, porque de bondad y de recuerdos va sobrada.