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«A miña miseria chegou agora, non coa crise»

c. andaluz / m. ascón OURENSE / LA VOZ

MACEDA

«A miña miseria chegou agora, non coa crise»
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Cándida Andaluz

Los ganaderos ourensanos afectados relatan el impacto del fuego en su actividad económica

18 oct 2017 . Actualizado a las 13:17 h.

Después de heladas, granizo y sequía, la de los incendios era la última calamidad que podían vivir los ganaderos ourensanos. Aparte de quienes han perdido sus viviendas o incluso sus vidas, ellos son los más afectados por la tragedia del fuego que ha asolado la provincia porque ataca a su sostén económico. «A miña miseria chegou agora, non coa crise», resume Miguel Gómez García, ganadero de la localidad de Santirso, en Maceda, que vio arder los pocos pastos que quedaban y aquellos silos en los que guardaba el forraje para el invierno. Ahora se pregunta cómo alimentará a sus vacas. Con la rabia y el cansancio todavía en el cuerpo mira ahora, sin humo, lo que queda de la Serra de San Mamede. Intenta analizar qué pudo pasar, pero se queda en blanco.

Tiene 29 años y apostó por quedarse en su pueblo. Ahora, dice, no lo tiene tan claro. «Levamos varios días sen durmir, loitando contra o lume. Sen brigadas, sen bombeiros, nós coas nosas mans, grazas aos tractores e aos veciños. Sentes impotencia, porque xa se ve vir. Os gandeiros levamos moitos anos pedindo que manteñan os montes limpos ou que nos deixen as fincas para facelo nos...», explica.

Miguel Gómez es de los pocos jóvenes que resisten en la localidad y que apostó por su tierra: «Teño 80 cabezas de gando de raza autóctona vianesa. Pero se seguimos así, neste inverno non quedarán ni trinta, porque a comida que recollín ardeu toda e tamén o monte no que comen. Morrerán coa neve ou frío porque non teño cartos para mercar máis comida», relata. Tuvo que sacar su tractor y meterse entre las llamas para evitar que el daño fuese aún mayor, incluso hacer varios cortafuegos para alejarlas llamas del pueblo y del ganado. Ahora, fuera de peligro, recuerda: «Vía que so me separaba das chamas os cristais do tractor e dixen ‘por favor aguanta que saia de aquí’ Temín pola miña vida cando estaba só coas miñas vacas tentando apagar o lume. Nese momento so pensaba en salvalas porque sen elas non teño cartos para pagar os créditos ao banco», explica. Es claro al hablar de futuro: «Véxoo moi fodido. As vacas se non comen non producen. Agora non sei de onde sacarei alimento. Non hai quen che venda comida. ¿A que banco lle pido máis cartos? So pido que veñan e miren. E que nos dean palla, non para cebalas, só para que non morran». Este es el mayor incendio de este año en la zona, pero recuerda que desde julio ha habido más de 50 focos en el municipio. Un buen número de sus vacas huyeron durante el incendio, pero regresan poco a poco a la explotación. Buscan comida.

Andrés Álvarez y Mariluz Pérez también se preguntan qué harán ahora para alimentar a sus animales después de que el fuego devorase sesenta silos de forraje que tenía guardados para que sus 18 vacas comiesen este invierno. «Xa non sei o que imos facer. Primeiro estaba todo seco e agora, queimado», lamenta ella. Él ironiza con la visita que ayer hizo a su pueblo -Pieles, en San Cristovo de Cea- la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, y otros cargos políticos. «Se viñeran con herba, aínda axudaban en algo», dice Andrés.

 Prevención

Cuando los medios de extinción aún no habían llegado, este ganadero ourensano colaboró activamente en la extinción del incendio con su cisterna y con la ayuda de otros vecinos. Les dejaron también una motobomba, «pero eramos só catro ou cinco e tivemos que apañarnos como poidemos», relata. El viento complicó mucho el trabajo porque, según dice, «o lume viña por todos os lados». Finalmente, el esfuerzo tuvo sus frutos y ninguna construcción, habitada o no, se vio afectada. Sin embargo, Andrés y Mariluz perdieron gran parte del forraje que tenían reservado para sus vacas y ayer tocaba revisar los desperfectos. A mediodía los silos, aún humeantes, seguían calientes. Esperarán a que terminen de arder y después los retirarán. Ya no sirven para dárselos de comer a sus animales. Ellos prefieren no culpar a nadie, pero reclaman mayor esfuerzo en la prevención de los incendios y, aunque admiten que «sempre hai alguén malo en todas as profesións», piden no culpabilizar a los brigadistas en su conjunto. «Son xente que viña traballar e o pásano mal. Non se lles pode botar a culpa», resume Andrés.