«Lara nunca ha sido de ¡Sí, señor!»

mar gil OURENSE / LA VOZ

MONTERREI

Íñigo Rolán

A la presidenta del Consello Regulador de Monterrei «se le daba bien todo» en el colegio

09 jul 2018 . Actualizado a las 11:57 h.

El colegio concertado María Inmaculada de Verín -«as monxas», como todo el mundo lo conoce- bosteza en los primeros día de julio, adormecidas sus aulas en un silencio tan solo interrumpido por los trabajos de mantenimiento que se despliegan en varias dependencias. El reencuentro entre la presidenta del Consello Regulador de Denominación de Orixe Monterrei, Lara da Silva (Verín, 1989), y su profesora de Música e Inglés en la ESO, Aurora Chiqui Otero (Ourense, 1971), discurre entre la placidez de la ausencia de alumnos y las emotivas interrupciones de

profesoras que quieren saludar a la antigua alumna.

Ella se deja querer y aprovecha para confirmar que «este colegio es como mi casa». En un reconocible edificio de la verinense avenida de Portugal estudió Lara hasta 4º de la ESO, momento en el que le tocó dar el salto al instituto, el Taboada Chivite. «No supuso un gran cambio -relata-. Desde luego, no me sentí menospreciada por llegar de un colegio religioso, y con los profesores la relación fue genial».

Ante la tesitura de elegir a uno de los docentes de su vida, Lara no tuvo grandes dudas, aunque en la charla van saliendo muchos nombres a los que guarda gratitud y cariño. Entre ellos, el de sor Victoria, su primera maestra, «todo dulzura y preocupación por los alumnos». Sonrisa en rostro, Victoria es una de las alegres interrupciones de la entrevista. Pero, puestos a escoger, Lara da Silva se queda con Aurora Otero, simplemente Chiqui: «Era una profesora que te hacía crecer como persona, que te daba seguridad, que te decía: es tu decisión, tienes que elegir y estar tranquila contigo misma. Yo considero muy importante que existan profesores que se ganen el respeto de la clase, que prediquen con el ejemplo y que, como estudiantes, no te hagan perder la curiosidad».

«Cuando son adolescentes -interviene la maestra- hay que enseñarles a ser realistas y, a veces, hay que ejercer de abogado del diablo y poner pegas -«y eso Chiqui lo hace estupendamente», ríe su exalumna-. Creo

que no es tan necesario enseñarles contenidos como educarlos y decirles: yo voy a estar a tu lado; si metes la pata, ya la sacaremos entre las dos».

Con Lara, que, tras el instituto, estudió Derecho en el campus de Ourense y Criminología en Santiago, Chiqui no tuvo que sacar mucho la pata: «Era una alumna muy trabajadora, que no se conformaba ni con sacar un notable ni con que tú le dijeses algo sin explicar. Lara nunca ha sido de ¡sí, señor! Era una niña con carácter y otra de sus características es que siempre estaba voluntaria, participaba en todo y lo cierto es que se le daba bien todo».

«A mí me encantaba la Lengua, también la Música y la Química, sobre todo el laboratorio. Y de Coñecemento do Medio recuerdo que teníamos una libreta mágica, en la que hacíamos todas las preguntas básicas del curso, poníamos las respuestas y luego participábamos en un juego entre todos los alumnos, una competición sana en la que aprendíamos muchísimo».

En el colegio, Da Silva aprendió a vencer a un enemigo que aún hoy la acecha: «Me apasionaba cantar y, de hecho, cantaba en el coro y me encantaba, pero no me gustaba nada estar de cara al público. Con eso aprendí mucho, y hoy me es útil en mi trabajo, porque salía al piano o al micrófono, a pesar de que estaba diciendo: Tierra, trágame!».

La evolución profesional de Lara da Silva no pilló por sorpresa a su profesora: «Cuando nos enteramos de que la habían elegido presidenta del Consejo sus profesores coincidimos en que es la persona ideal. Lara es de la gente de la que se esperan cosas muy grandes. No te sorprende que esté en un cargo porque sabes que vale y que lo va a hacer muy bien».

Experiencias

Para el cargo, y para la vida, Lara da Silva guarda experiencias y enseñanzas de su etapa educativa: «Chiqui te hacía crecer desvinculándote de todo. A ella no le importaba de quién eras hija, te hacía ver la vida por ti misma y siempre nos decía: Tenéis una responsabilidad muy grande cuando salgáis de aquí porque vosotros vais a cambiar el mundo. Y eso sí que te hace crecer».