El Parador situado en plena Ribeira Sacra reabre mañana sus puertas
26 feb 2020 . Actualizado a las 10:51 h.Los trabajadores del Parador de Santo Estevo ultiman los detalles previos a la reapertura de mañana. Tradicionalmente cada 1 de enero cierran durante casi dos meses para llevar a cabo trabajos de mantenimiento y hacerle un lavado de cara a las instalaciones. En esta ocasión, entre otras mejoras se ha cambiado la decoración floral de varios claustros, se han renovado alfombras y se ha pintado y barnizado. Hay nervios, aunque nada similar a los que el personal tenía en los días previos a aquel 28 de julio del 2004, cuando el monasterio de Ribas de Sil (en el Concello de Nogueira de Ramuín) reabría sus puertas convertido en Parador. Habían sido tres años de obras y había una gran expectación. Y mucho trabajo.
«La víspera de la inauguración, a las once de la noche teníamos la plaza llena de cartón y de desechos», recuerda Manuel Pombar, oficial de mantenimiento. Había todavía mucho por recoger y se juntó un problema añadido: «¡No había camión de basura, todo eran inconvenientes!», relata. Finalmente llegó, a deshora, y pudieron trasladar todo al Punto Limpio para que no quedase rastro de basura en el Parador. Era el final a unos trabajos que se intensificaron en los días previos porque «aunque en un principio solo se iban a abrir 35 habitaciones, la semana antes [la apertura real fue el 6 de agosto] nos dieron la orden de que tenían que ser todas», cuenta Raquel Gutiérrez, la encargada general. Nada menos que 77, así que tocó redoblar esfuerzos. «Todos los departamentos trabajamos como un equipo», recuerda. «Fue mucho trabajo, estaba todo manga por hombro, pero todos ayudamos para colocarlo todo y que estuviera listo a tiempo», apunta Israel Álvarez, el jefe de administración. Manuel Pombar reconoce que aquella noche previa «no dormimos mucho». Fueron los nervios, pero también el trabajo.
Y llegó la inauguración, un día de «muchísimo calor», trae a la memoria José Luis Debasa, el jefe de comedor. «Aunque estaba todo en su sitio, según fueron llegando las autoridades nos fuimos poniendo más nerviosos», dice, ante el asentimiento de sus compañeros. Reconoce que en aquellos primeros momentos «estábamos un poco perdidos». Al día siguiente de la inauguración hubo una jornada de puertas abiertas, así que Santo Estevo se convirtió en lugar casi de peregrinación de numerosos curiosos. «Vino gente del pueblo, pero sobre todo de fuera, vino gente de toda la provincia», relata José Luis.
El patio del colegio
El Parador trae muchos recuerdos a los trabajadores, sobre todo a Manuel. Él nació a escasos metros del monasterio y entre sus paredes pasó sus tiempos de colegial. «Aquí hubo colegio y el claustro de la portería era donde jugábamos los niños», relata. Las niñas tenían un espacio diferenciado. «¡Tenían un buen campo de fútbol y de gimnasia!», apunta entonces el nuevo director de Santo Estevo, Miguel Castro, que llegó hace apenas unas semanas procedente del de Lerma en Burgos para hacerse cargo de un edificio que califica de excepcional, «con un patrimonio y una historia enorme».
Santo Estevo es pieza clave en el empleo en la zona. No solo por la gente que trabaja en las instalaciones (50 personas, con picos de 65 en temporada alta), sino por los negocios que han surgido alrededor como bares y restaurante o el catamarán. «Hay un gran porcentaje de empleados locales, gente que hace años igual ni siquiera había pensado en dedicarse a la hostelería», relata Israel Álvarez. Precisamente aquella decisión de abrir las 77 habitaciones provocó la entrada de mucha gente de la zona. «Les ensañamos el oficio. Hubo gente que entró de camarero en el que era su primer trabajo en hostelería, y siguen trabajando aquí; todo lo que saben lo han aprendido en el Parador», destaca Israel.
El nuevo director quiere potenciar el enclave para el turismo de convenciones
En estos casi 16 años de historia, por el Parador han pasado varios presidentes de la Xunta, Zapatero en su etapa al frente del Gobierno de Madrid, el obispo, el rey, el presidente de la OTAN y, en los últimos meses, la ministra de Turismo, Reyes Maroto. Pero no son sus principales clientes. Hay mucho gallego que elige este espacio de Nogueira de Ramuín para pasar el fin de semana, aunque el principal mercado del Parador está en Madrid, cuenta Miguel Castro, el nuevo director.
Destaca que hay un interés cada vez mayor por parte del turista internacional, «que es interesante porque suele hacer estancias más largas y desestacionaliza», apunta. También son muchas las parejas de novios que eligen Santo Estevo para su boda. «Viene mucha gente de toda Galicia y también de fuera a casarse aquí», cuenta el director, que asegura que su función será la de «mantener el legado recibido, porque el de Santo Estevo está entre los cinco primeros de la red en cuando a reputación online». Destaca que trabaja en «una maravilla de edificio en un entorno muy llamativo como es la Ribeira Sacra, que es un destino en auge; hay un buen binomio entre Ribeira Sacra y Parador». Pero no se conforma. Cree que todavía se pueden mejorar las cifras. «Queremos abrir nuevas líneas de negocio como pueden ser las convenciones, que es algo que queremos potenciar. Con la posible declaración de la Ribeira Sacra como Patrimonio de la Humanidad y el Xacobeo 2021 se espera todavía un impulso mayor. «La declaración de la Ribeira Sacra será un revulsivo a nivel internacional», destaca.