De las mujeres que secaban el pulpo al sol a las que lo cocían en olla de cobre
O CARBALLIÑO
Opromar detalla en una exposición el curioso vínculo que los tentáculos del cefalópodo crearon entre Marín, el monasterio de Oseira y O Carballiño
26 may 2023 . Actualizado a las 04:45 h.Se podría decir que, simbólicamente, el concello ourensano de O Carballiño está bañado por la ría de Pontevedra, donde se pesca el pulpo que le da fama. Esa es la conexión directa de la villa del Arenteiro con Marín, un lugar clave en la pesca y conservación del cefalópodo. Pero vamos a explicarlo. Este jueves se presentó en la Fábrica de Papel carballiñesa una exposición fotográfica, impulsada por la Organización de Productores de Pesca del Puerto y la Ría de Marín (Opromar), que plantea una senda histórica entre el municipio pontevedrés y el monasterio de Oseira, en Cea, conectando a las mujeres de la costa con las del interior de Galicia.
En el año 1112, el capitán Diego Arias recibió como pago a sus servicios el Coto y la Villa de Marín, que se convirtieron en propiedad de los monjes de Oseira cuando él, en 1150, deprimido por la muerte de su esposa, quiso ingresar en el monasterio. «Tuvo que renunciar a sus pertenencias y cedérselas», explicó el gerente de Opromar, Juan C. Martín. «El monasterio tenía derecho a los diezmos de la producción de pescado marinense y el que mejor se conservaba era el pulpo, que las mujeres secaban al sol. Luego lo enviaban hasta aquí y había tal excedente que lo que hacían era cocinarlo en las ferias de los pueblos de los alrededores del monasterio como O Carballiño. Como estaba seco, lo cocían para hidratarlo en calderos de cobre que mantenían el calor. Así nació el conocidísimo pulpo á feira», añadía Martín. El pago de diezmos siguió hasta el siglo XVIII y con él fue forjándose la tradición de las pulpeiras que continúa hasta nuestros días.
La muestra, que aúna fotografías y paneles explicativos, hace un recorrido por la historia de las mujeres que han lavado, conservado, comercializado y cocinado el pulpo durante todos estos siglos. Una de ellas —que sale en las imágenes de la exposición— es Manuela Rúa, bisabuela materna de Pilar Otero, que estaba este jueves en la presentación. «Secaba el pulpo al sol con la brisa marina en los años cuarenta y lo hizo hasta principios de los ochenta, cuando se jubiló. Tenían que estar muy pendientes porque si llovía había que quitar corriendo las piezas ya que cada gota de agua dejaba una mancha oscura en el pulpo y los exportadores, especialmente los de Japón, que eran los que más compraban, querían los pulpos blanquitos de todo. Ahora eso ya no pasa, porque se ultracongela», explica.
Pilar trabaja en la empresa familiar, Frigoríficos Rosa de los Vientos de Marín, que se dedica a la venta por todo el mundo de pulpo cocido. «Lo compramos en las lonjas, lo evisceramos, lo congelamos y vendemos una parte en crudo y otra cocida», explica. Su madre es Mercedes González, que con 70 años sigue al frente de la empresa. Pero Pilar no solo tiene sangre pulpeira por el lado materno, también por el paterno. Su abuelo, Aurelio Otero, tenía un bote y se dedicaba a la pesca de pulpo. «Y mi padre, oriundo de la isla de Ons, hacía lo mismo para vender a los pulpeiros de O Carballiño hasta que montamos el frigorífico. Toda mi familia acaba vinculada con este municipio», confiesa. Hoy en día venden mucho a Lalín y a Vila de Cruces, pero donde tiene mayor reclamo es en Francia, Bélgica, Inglaterra y Alemania. «Es tal la relación con el mar y con el pulpo en nuestra familia que creemos que mi bisabuela se lo compraba a mi abuelo en los setenta», termina. Como si se tratase de una historia circular, de una conexión inevitable, como la de O Carballiño y Marín.
Silvia Solís, la subdirectora general de Sostenibilidad Económica del Ministerio de Agricultura, estuvo presente durante la inauguración y habló del papel fundamental de la mujer en el sector pesquero. «Precisamente por la importancia que tiene hemos pensado que sería interesante hacer un fondo actualizado de imágenes y de vídeos que pudiéramos poner a disposición de todo el mundo y estamos trabajando en ello», adelantó.
La exposición que acoge la Fábrica de Papel, situada en un enclave privilegiado de O Carballiño, rodeado de naturaleza y a los pies del río Arenteiro, podrá visitarse durante los próximos dos meses en el municipio ourensano. Después se moverá al Museo Manuel Torres de Marín. A ella se acercarán en las próximas semanas grupos organizados de distintos colegios de la zona.