José Antonio Ocaña Martínez: «La materialización de una idea, esa utopía que se busca, es lo fundamental en el arte»

x. m. r.

O CARBALLIÑO

Ocaña Martínez en su exposición del Centro Valente
Ocaña Martínez en su exposición del Centro Valente MIGUEL VILLAR

El artista muestra en el Centro Valente una antológica de esculturas creadas en los últimos 50 años

04 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Vinculado desde su época de estudiante de Cardenal Cisneros a la ciudad —su padre era guardia civil en el cuartel de Tamallancos, Vilamarín— José Antonio Ocaña Martínez (Frieira, Crecente, 1949) mantiene una estrecha relación con Ourense a pesar de estar radicado desde 1969 en Madrid. De aquella adolescencia y primera juventud datan las influencias de personas como Otero Pedrayo, López Cid, Xocas y otros. Su trabajo ha protagonizado exposiciones durante décadas en la ciudad, de los primeros tiempos del Ateneo —cuando estaba en A Torre— al Museo Municipal de Ourense, Centro Cultural Marcos Valcárcel o el monasterio de Celanova, entre otros espacios. Ahora muestra su trabajo en el Centro Valente y en su «Medio século tras a idea, Glaucón» el protagonismo absoluto es para su faceta menos conocida: su producción escultórica. La exposición estará abierta al público hasta el 18 de febrero. Ocaña está enfrascando en estos días en su taller de Frieira trabajando para un proyecto que se podrá ver en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

—¿Cómo se gestó el regreso?

—De casualidad y de forma muy rápida. Un amigo, Daniel Bouzo, pidió autorización al Concello de Ourense para realizar una exposición de mi obra y a raíz de esa demanda se puso en contacto conmigo la responsable de espacios museísticos de la ciudad, Eva Torres, y fijamos la fecha.

—Se le asocia tradicionalmente a la faceta de pintor. ¿Estas 123 esculturas son una nueva etapa de su trayectoria?

—No, para nada. En mi dos primeras exposiciones —estamos hablando de 1969 y 1970— ya había escultura y esa ha sido una constante en toda mi carrera artística. No es algo secundario, como una vez comentó alguien, sino consustancial a mi obra. Para mí el trabajo manual es algo esencial en el arte y el proyecto de Ourense, donde hay piezas de los últimos 50 años, es una reivindicación de esa circunstancia.

—La profusión de materiales es una de las características de la muestra. De los tradicionales, con una amplia variedad de maderas, a los metales y restos de fundición. ¿Con cuál se siente más a gusto?

—Utilizo los materiales clásicos, de toda la vida. Desde huesos —en este caso no como tal sino un cuerno— a maderas, pieles, bronces, los líticos —piedra, mármol— y otros soportes. Y desde hace 10 o 12 años trabaja conmigo Elina Vasíleva Nikólova —que es además la comisaria de la exposición— aportando una lectura nueva de diferentes piezas mediante la incorporación de joyas; ojos, rubíes, topacios, zafiros, aguamarinas y otras aportan singularidad a las esculturas.

—¿Es una reinterpretación de su trabajo?

—Lo que se ha hecho es una nueva significación de algunas piezas, aportando un matiz que amplía, singulariza y revaloriza la obra. Son obras de hace años que adquieren otra condición. Obviamente no se ha hecho desde el mundo de la joyería, donde se valora el lucimiento y el lujo, sino que se incide en el valor de la piedra y Elina lo hace desde el punto de vista abstracto y clásico. La belleza del arte no está en el lujo o en el acabado perfeccionista sino en la belleza del acabado. No es un lucimiento decorativo, la decoración nada tiene que ver con el arte.

—¿Por qué la referencia explícita a Glaucón?

—La creación tiene un fundamento esencial, que es la idea. No es la elaboración de algo para colgar en la pared. La materialización de una idea, esa utopía que se busca durante toda la vida y no se encuentra, es lo fundamental en el arte. Siempre fui apasionado de la Filosofía y Glaucón, que era hermano de Platón y figura como interlocutor en algunas obras —como en la alegoría de la caverna—, habla del mito de la creación. Me identificó con él por llevar medio siglo en busca de esa idea.

—¿En qué consiste el proyecto para Lázaro Galdiano?

—Era una propuesta prevista para hace unos años, pero se metió la pandemia por el medio y se ha ido retrasando. En el año 1990 —o 1991— propuse la idea de crear una intervención desde Atocha a Nuevos Ministerios, pasando por el paseo del Prado, para hacerlo en todos los museos del trayecto. No tuve apoyo. Desde entonces lo he hecho en dos, proponiendo un diálogo entre mi obra y los fondos de estos espacios, y ahora lo haré con el Lázaro Galdiano. Mi objetivo será después realizar una intervención con las piezas del Museo del Prado. Y ya solo me quedaría hacerlo en el Museo Thyssen.