La asociación APES ayuda en Ourense a reclusos del centro de Pereiro de Aguiar a reinsertarse con programas de voluntariado desde el interior
01 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Acompañar al preso para prepararlo para su regreso a la vida en libertad tras cumplir su condena es la labor que hace la Asociación para a Prevención da Exclusión Social (APES), que trabaja desde el año 2008 con internos de la prisión provincial de Pereiro de Aguiar. Un proceso que se inicia desde el interior del centro penitenciario, con programas como el voluntariado desde dentro, un proyecto que desde el año 2012 han extendido a las otras prisiones gallegas y que tiene continuidad en el exterior, manteniendo el contacto con ellos hasta que ganan autonomía.
Un programa que ha sido un salvavidas para personas como Manuel -nombre supuesto para preservar la identidad por petición de este exrecluso- quien explica que llevaba dos décadas recluido cuando se cruzó con la asociación. «Conocí otras organizaciones que suelen ir por prisión pero no hacían mucha cosa. Cuando me llamaron, no creía que me fueran ayudar. No tenía fe en mí mismo pero ellos sí. Me preguntaron si quería vivir libre de la droga, del delito y de la prisión. Ahora he encontrado la tranquilidad, la paz», explica.
APES busca insertar a los internos para evitar que recaigan en el delito. El itinerario va desde que el preso está en segundo grado, con el objetivo de acompañarlo hasta el final de la condena.
La presidenta de la asociación, Raquel Crespo, destaca que voluntad de cambio de la persona es fundamental. Manuel quería cambiar después de tantos años en prisión y afirma que el apoyo de APES fue clave para lograrlo. El programa de voluntariado en el centro penitenciario, en el que participan unos 32 internos gallegos, doce de ellos en la prisión ourensana, proporciona una motivación especial a los reclusos, cuentan ambos.
En Pereiro de Aguiar están desarrollando durante todo el año un taller de reparación de juguetes que después entregan a asociaciones o entidades que los hacen llegar a niños sin recursos. «Sirve como entretenimiento pero también para ayudar a la gente de fuera. Da valores», relata Manuel. En su caso, comenzó como voluntario de Aixiña y ver cómo las personas discapacitadas físicas resuelven sus dificultades cotidianas le hizo comprender que «yo no tenía nada malo en mi vida y pensé ¿por qué me la complicaba y delinquía? Me enseñaron valores que igual tenía cuando era joven y fui perdiendo».
Además de sentirse útil y ver la vida de forma más sencilla, el programa de inserción laboral de esta organización consiguió que Manuel se formase y hoy tenga un trabajo en la hostelería en el que está contento. Sus jefes, que conocen su pasado, confían en él, cuenta. Él mismo ha vuelto a percibir confianza en la gente, algo que antes de esta experiencia no veía o no apreciaba. «APES me tendió la mano y ahora veo futuro», concluye.
Salida escalonada
La asociación que dirige Raquel Crespo ha incluido a unos doscientos internos de Pereiro en el itinerario de reinserción. De forma coordinada con el equipo de tratamiento de la prisión y siguiendo el reglamento penitenciario, ayudan a los presos a encontrar el camino de vuelta a la calle con trabajo y sin tener que pensar en delinquir.
La presidenta explica que hay estudios que demuestran que salida escalonada de la prisión, desde el tercer grado hasta la libertad condicional, proporciona una evolución más favorable que cumplir toda la condena y quedar libre de repente, y descolocado, en el mundo real. En estos últimos casos, según los estudios, el riesgo de reincidencia en el delito es mucho mayor, añade Crespo. «El cambio al salir fue brutal, yo no sabía manejar un teléfono. Si no tienes ayuda, te tiras a lo que conoces y el riesgo de recaída es alto», corrobora Manuel.
Un plan integral de intermediación laboral para formar y encontrar trabajo fuera
La asociación APES cuenta con el apoyo financiero de administraciones públicas y con una colaboración «fundamental» de la Obra Social La Caixa, dentro del programa Incorpora, para desarrollar de forma integral el plan de intermediación laboral. Se le ofrece a las personas a las que les queda poco tiempo de condena.
A Manuel le incluyeron en un curso de formación en la hostelería, algo que siempre la había gustado. Primero empezó sirviendo cenas con su maestro en el curso, luego otros trabajos temporales y ahora lleva cinco meses en el mismo puesto. Raquel Crespo agradece el apoyo de las empresas que dan trabajo a estas personas al salir de prisión.
Ambos coinciden en que Pereiro de Aguiar es una «maravilla» comparado con otros centros penitenciarios y que la convivencia en las cárceles ha mejorado. El patio, el jardín o la ausencia de barrotes ayudan a humanizar. «Está más enfocada al tratamiento. El paso por prisión hace daño en los sentidos, además de psicológicamente», dice Crespo. «Le llaman Las Vegas, no tiene que ver con otras prisiones de España», revela Manuel.