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Promesas que bien valen un ataúd

maría rodríguez VIGO / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Dos devotos recorrieron la procesión de Santa Marta de Ribarteme en féretros abiertos

30 jul 2011 . Actualizado a las 00:04 h.

De la Galicia más profunda llegan los ritos más puros, los que con el paso de los años apenas varían en su forma y en su fondo, aunque sí en el número de seguidores, que año a año se superan, y que recorren cientos e incluso miles de kilómetros para vivir esta ceremonia ancestral en persona: la procesión de Santa Marta de Ribarteme, en el concello de As Neves. Y es que sus vecinos así lo expresan: «No podemos explicar la emoción de este día, hay que vivirlo para poder sentirlo».

Esta procesión data de antes de 1700 y en ella algunos fieles se ofrecen a Santa Marta saliendo en féretros abiertos llevados por sus familiares. Así realizan el recorrido de una hora y cuarto de duración, junto a las imágenes de Santa Marta, San Benito y Nuestra Señora del Carmen. Todo ello a pleno sol y con temperaturas que llegan a superar los treinta grados.

Tres ataúdes desfilaron hoy entre los fieles para agradecer o pedir a la Santa que interceda por ellos y sus familiares, que padecen enfermedades de vida o muerte. El féretro más nuevo tiene ya cerca de 9 años, y tanto estos como los portados en otros años son donados por devotos para esta procesión. De ellos está previsto que sean ocupados dos: en uno irá un hombre de Guadalajara y en otro María Evers, de Salvaterra.

Hubo un tercero vacío, ofrecido por Karina Domínguez, vecina del municipio y devota de Santa Marta, que ya en el 2009 se metió en un ataúd por una promesa: «Este año ofrezco el ataúd, pero no iré en él, irá vacío», explicó con la emoción contenida y acompañada por sus hijos. Esta vez la promesa es otra, pero se la reserva para ella «y para algunos miembros de mi familia», concluye.

La procesión dio comienzo en cuanto finalizó la misa solemne de las 12 horas, pero ya desde las 7.30 horas, cuando empezó la primera Eucaristía del día, se congregaron fieles que después participaron en el rito. Algunos de ellos hicieron el recorrido descalzos o de rodillas, como tiempo atrás lo hacían numerosos devotos de Nuestra Señora de los Milagros, en Baños de Molgas (Ourense), que llegaban a su santuario desde aldeas vecinas con las rodillas hincadas en el camino.

«Miedo a la muerte»

José González es el presidente de la comisión de fiestas desde hace 15 años. Aún recuerda cuando hace dos, una canadiense, con enorme interés por la simbología de este rito, le preguntó directamente si tenía miedo a la muerte. «¡Claro que la tengo!, ¿a quién no le gusta estar vivo?», le respondió a ella y a quien se lo pregunte de nuevo: «Por eso somos devotos de Santa Marta».

Esta canadiense no ha sido la única interesada por el rito ancestral. En los últimos años el número de extranjeros que viven este «clamor a la vida» se ha incrementado de forma espectacular. Sea porque el rotativo británico The Guardian la haya calificado como la segunda fiesta más rara del mundo, sea por la cantidad de curiosos que la visitan, o sea por cualquier otro motivo, los fieles quieren seguir acompañando a la Santa con gran devoción.