Cárceles en libertad reinsertadas en hoteles

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Prisiones de todo el mundo se han transformado en centros de referencia tras su clausura

07 jul 2016 . Actualizado a las 13:47 h.

La ruina de la antigua cárcel de Ourense ha puesto sobre la mesa la imposibilidad de los diferentes gobiernos locales de recuperar este espacio para la ciudad. Bien por motivos económicos o urbanísticos, el inmueble de la calle del Progreso empieza a caerse, literalmente, mientras lo vecinos se preguntan si se hizo lo imposible para su recuperación. En todo el mundo existen ejemplos que muestran cómo rentabilizar estos inmuebles. La mayoría de ellos se han convertido en hoteles de lujo, aunque los hay con contenidos culturales o sociales. Uno de los más destacados es el Liberty Hotel de Boston. La cárcel fue construida en 1851 y por sus celdas pasaron presos de todo tipo. Cayó en decadencia en los años setenta y no se cerró hasta que estuvo construida la nueva prisión de la ciudad. El proyecto hotelero, que abrió sus puertas a finales del pasado siglo, contó con la supervisión de expertos en historia y patrimonio y hoy en día es uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, aunque sigue conservando espacios que recuerda que allí hubo un centro penitenciario. Fue necesario invertir alrededor de 140 millones de euros. Otro ejemplo es el Langholmen Hotel de Estocolmo. Está situado en medio de una isla. El inmueble acogió una cárcel desde finales del siglo XIX y cerró sus puertas en 1975. Tuvieron que pasar muchos años hasta que este espacio recuperara su esplendor. Fue a través de la apertura del hotel en 1989. Una de las características de este espacio es que se conserva el pasillo central por el se accedía a las celdas, convertido ahora en una sala de descanso. The Old Jail de Mount Gambier en Australia también fue transformada. En este caso se conserva casi intacta la fachada del edificio que data de 1886. Al contrario de las anteriores, no se trata de un establecimiento de lujo, sino de un hotel minimalista en donde se comparte el baño.

Caso aparte es el Ottawa Jail Hostel de Ontario en Canadá. Un edificio histórico que ofrece la oportunidad única de dormir en una antigua celda. Pero más que un hotel es un albergue juvenil. Esta prisión se inauguró en 1862 y sus pésimas condiciones obligaron al cierre en 1972. Un año más tarde era inaugurado por el Duque de Edimburgo como hostel.

En España también hay ejemplos, aunque encaminados más al mundo cultural que hostelero. El antiguo penal provincial de Salamanca es en la actualidad un centro de arte que comenzó a funcionar en el 2002. Y en Málaga se trabaja en un proyecto para convertir la antigua cárcel de Cruz de Humilladero en un espacio cultural y de ocio público que guarde la historia de la ciudad. El Ayuntamiento presentará el proyecto en Europa, dentro del programa de acciones urbanas innovadoras, para conseguir la financiación.

Pero también hay ejemplos fallidos. Uno de ellos es del de la antigua cárcel de A Coruña, situada en las inmediaciones de la Torre de Hércules. Un litigio entre Instituciones Penitenciarias y el Concello sobre la cesión de los terrenos y su coste alarga el futuro incierto de este inmueble. En este caso, como ocurre con la prisión de Ourense, también hubo proyectos sobre la mesa y muchos anuncios sobre su recuperación. Ideas que quedaron en nada.