
Después de sesenta años abierta, la empresa familiar, Nogueira y Álvarez, tiene la sucesión asegurada
26 dic 2016 . Actualizado a las 17:48 h.QUIÉNES SON
Padres. Son José Manuel Nogueira Bouzo y Consuelo Álvarez Iglesias. Él es perito mercantil y ella estudió Magisterio y Graduado Social. Actualmente los dos están jubilados, pero les gusta pasar a menudo por la oficina, en Juan XXIII.
Hija. Es Chelo Nogueira. Nació en 1961 y tras estudiar Económicas se incorporó al negocio familiar. Durante años compaginó su trabajo con la docencia, como asociada en la facultad de Empresariales de Ourense.
Nieta. Es Paula Araújo. Nació en 1987 y se incorporó a la asesoría hace cuatro años, después de formarse en relaciones laborales y recursos humanos. Empezó por probar, pero ahora dice que «no hay vuelta atrás»
Todo comenzó en 1956. Ese año el ourensano José Manuel Nogueira Bouzo fundó en la ciudad una gestoría. En aquellos tiempos la de As Burgas era una localidad pequeña y él se dedicaba a llevar los asuntos laborales de algunas empresas, pero el negocio empezó a ir a más y se hizo necesario abrir despacho. Para ese viaje José Manuel incorporó a su esposa, Consuelo Álvarez, y juntos pusieron en marcha la asesoría Nogueira y Álvarez, que este año ha cumplido 60 años de trayectoria.
En todo ese tiempo han sido muchos los cambios que ha experimentado el negocio, al que primero se incorporó la segunda generación y, más recientemente, la tercera. Hoy en día los dos fundadores siguen teniendo contacto directo con la empresa -no es raro verlos en la oficina saludando a los empleados- pero quienes llevan las riendas ahora son los más jóvenes. Chelo Nogueira es la hija y para ella incorporarse a la empresa fue algo casi natural. «Yo nací en una asesoría», asegura ella, recordando que sus padres, en los primeros años, tenían el despacho en casa, así que para ellos el trabajo de los padres era algo normal. «Nosotros jugábamos colaborando con ellos, doblábamos los recibos, metíamos papel carbón, hacíamos pequeñas cosas», recuerda, asegurando en todo caso que «yo nunca tuve ninguna duda de que me incorporaría a la empresa de mis padres».
Eso sí, antes de dar el paso quiso contar con la formación más completa posible y, tras estudiar en el colegio Carmelitas, se matriculó en Económicas. «Esa decisión extrañaba bastante en mi entorno, la gente me decía que iban a ser estudios difíciles para mí», rememora esta ourensana, que más tarde completaría su currículo con un máster de asesoría fiscal y el título de gestor administrativo. Y así se fue incorporando al negocio, al tiempo que, en 1990, comenzaba a dar clases en la Diplomatura de Empresariales que se impartía en el campus de Ourense. «Empecé como asociada, siempre vinculada al despacho, porque entonces estaba llevando las riendas mi hermano Carlos, que fue quien me contagió el amor y la pasión por esta profesión», explica Chelo, que recuerda aquella época como «apasionante, porque cada nueva generación que llegaba a las aulas era como un soplo de aire fresco».
Por desgracia, Carlos falleció en 2003 y fue entonces cuando ella se hizo cargo de la gerencia de la empresa. «Mi carácter es buscar siempre la fórmula para mejorar, saber qué es lo nuevo, queremos ser una asesoría puntera», explica, recordando que a pesar del acento local de la empresa, «estamos siempre con un ojo fuera, para ver qué es lo que hay que hacer y seguir evolucionando para dar siempre el mejor servicio a nuestros clientes».
Decisiones complejas
Y aunque no se arrepiente en absoluto de los pasos dados, reconoce Chelo que compartir trabajo y familia es algo que resulta complejo muchas veces. «Para mantener un equilibrio hay que esforzarse mucho y trabajar. A menudo se mezclan las emociones con las decisiones», advierte. Tal vez por esa razón ella nunca animó a su hija Paula a seguir sus pasos. «Siempre le dije que no la quería aquí, pero porque tenía claro que no quería que estuviese por obligación» asegura. Como no, aún recuerda el día que ella, después de finalizar los estudios de relaciones laborales y recursos humanos, le dijo que quería empezar a ir a la oficina, «para probar».
Eso ocurrió hace unos cuatro años. «Al terminar lo estudios decidí buscar trabajo por mi cuenta, no quería trabajar en la asesoría por el estrés familiar, pero la situación en aquel momento no era la mejor así que decidí intentarlo. Y aquí estoy desde entonces, ahora ya no hay vuelta atrás», explica Paula, que se está especializando en el área laboral. Según su madre, su incorporación ha aportado aires nuevos a la empresa familiar y la ha ayudado a subirse al carro de las nuevas tecnologías, concediéndole una imagen más moderna. «Su llegada ha supuesto contar con sangre nueva, con nueva pasión y fuerza. Una empresa nace, crece y, si no se incorpora gente que aporte nuevas ideas, termina muriendo», asegura la madre.
Nuevos aires
La nueva imagen corporativa, la puesta en marcha de una página web para dar servicio a los clientes e incluso el horario laboral que se implantó hace algunos meses, con el que se pretende ayudar a la conciliación de los trabajadores -la jornada termina a las seis y media de la tarde-, son algunas de las iniciativas que se han puesto en marcha desde la llegada de Paula. Madre e hija comparten ahora sus inquietudes por el trabajo y sus deseos de mejorar día a día. Gracias a ellas aquella pequeña asesoría que nació en Ourense hace ya sesenta años, tiene el futuro asegurado. Se ha dado el salto generacional, pero la ilusión se mantiene intacta.