
Eva Fernández emigró a Escocia tras años infructuosos de estudios y formación en España
23 jul 2018 . Actualizado a las 12:49 h.Tener padre ourensano y madre canaria convirtió a Eva Fernández Morán (Las Palmas, 1984) en viajera precoz. Con un mes de vida tomó su primer avión. Cuando, con 8 años, se asentó en Seixalbo, Eva comenzó otro periplo.
«Vivir en Ourense me abrió las puertas a viajar por todo el mundo. Me uní a la escuela de baile de la Diputación y, con el tiempo, a Castro Floxo, grupo con el que viajé por todo el globo: Bolivia, Brasil, Taiwán, Rusia, Eslovaquia, Bulgaria, Grecia, Italia, Francia, Bélgica… Curiosamente -apunta desde su actual residencia en Glasgow-, el Reino Unido no está en esa lista».
Más allá de su itinerario por los escenarios, «que abrió un poco mi hambre de explorar mundo», las ciudades de Coímbra, Salamanca, Berlín, y ahora Glasgow, han sido sus paradas vitales. En la ciudad escocesa Eva trabaja como analista de energías renovables en la empresa Natural Power, pero el camino, resalta, ha sido largo y costoso.
«Emigrar no es algo que haya surgido de un día para otro -asegura-. Creo que ha habido muchas situaciones y experiencias a lo largo de mi vida que han ido construyendo el camino que al final nos ha traído a mí y a mi novio a establecernos en Escocia».
Situaciones y experiencias como una titulación de Ingeniería Técnica Agrícola en el campus de Ourense y una beca Erasmus en Coímbra que la conectó con la ingeniería del medio ambiente. Situaciones como la económica, que le cerró todas las salidas laborales al acabar sus estudios universitarios. Experiencias como la de apostar por un nuevo grado, el de Ciencias Ambientales en Salamanca, con el objetivo, cuenta Eva, de «seguir formándome mientras nos recuperábamos de la crisis y así estar mejor preparada para cuando volviese a haber oportunidades de trabajo. ¡Ingenua de mí!».
Y una situación más: la congelación de las oposiciones de Secundaria cuando estaba a punto de finalizar el máster de formación del Profesorado, otra baza para abandonar el estatus de estudiante y entrar en el de trabajadora.
Con los elementos en contra, Eva apostó por Europa. Con una beca Leonardo hizo prácticas en Berlín en 2012. Tras un paréntesis en Ourense, una nueva y decisiva salida para cursar en Glasgow un máster pionero sobre emprendimiento en ciencias ambientales: «Estaba ilusionada, pero todo lo que leía en Internet sobre la cuidad me aterrorizaba… Parecía que me mudaba a la ciudad de la drogadicción, con robos con arma blanca tras cada esquina”. Las dificultades para encontrar piso la llevaron a vivir un mes en un Bed and Breakfast, donde surgió la primera muestra de «lo amigable que es la gente de aquí». Elisabeth, la dueña, se convirtió en su «abuelita inglesa».
Tras un año de máster, conseguir trabajo tampoco fue fácil: «Estuve casi un año buscando sin éxito. Después de mucho tesón y sufrimiento, Natural Power aparece en mi vida y, de repente, todo lo hecho merecía la pena. Creo que, finalmente, conseguí el sueño de mi vida (hasta ahora): un trabajo que me encanta dentro del sector de las energías renovables, en una empresa en la que se me valora, y con un equipo internacional de 5 estrellas: compañeros brillantes y un ambiente muy colaborativo».
De su día a día en Glasgow, Eva destaca «lo agradable y cercana que es la gente. En cierto modo, me recuerda al carácter gallego… Son cercanos, amables, dispuestos a ayudarte, y con un sentido del humor muy parecido a nuestro humor negro. Diría que en Glasgow hay un humor muy gallego».
«¡Aquí llueve como en Galicia, pero de verdad»!
trayectoria vital
Prototipo de muchos jóvenes en la treintena, Eva Fernández ha hecho un auténtico ejercicio de voluntad para continuar adelante pese a las zancadillas socioeconómicas. Graduada como ingeniería agrícola, se especializó en medio ambiente. Cuando todas las puertas parecían cerrarse, un máster en Glasgow la condujo a su trabajo en una empresa de energías renovables.
Las oportunidades de ocio son una de las virtudes de Glasgow, destaca Eva: «A mí me encanta la música y aquí puedo encontrar directos cualquier día de la semana en diferentes pubs de la ciudad. Además, hay un montón de artistas de renombre que hacen parada en Glasgow durante sus giras».
Más allá del núcleo urbano, Eva vende con pasión las bondades de Escocia: «Tienes naturaleza y paisajes estupendos a tiro de piedra. Si coges el coche y tiras millas hacia el norte, hacia las Highlands, los paisajes son espectaculares, pero cerca de Glasgow tenemos el lago Lomond, que nada tiene que envidiar al Ness. Además, dentro de la misma ciudad hay parques que parecen bosques, con fauna incluida… Pollock Park es hogar de unas majísimas vacas highlanders, de esas rubias con flequillo hipster que hay por aquí».
La cara menos bonita de Glasgow asoma en algunas zonas de la ciudad y también en determinados puntos del centro, «donde, para mi gusto, hay demasiada oscuridad… Pero hay muchas áreas bonitas e interesantes, museos, jardines, gran oferta gastronómica y pubs con mucho encanto. También he de decir que, cuando sale el sol, Glasgow gana bastante. De hecho, de lo malo destacaría el tiempo. . ¡Aquí llueve como en Galicia, pero de verdad!».