
La ceramista Mar Ramón sigue el oficio de su madre y cuenta cómo encontró su propia identidad
26 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Mancharse las manos con el barro es una de las actividades preferidas de muchos pequeños, pero también de aquellos que crean obras de arte gracias a la técnica de la cerámica. Ese es el caso de María del Mar Ramón Soriano, una joven de 26 años que, centrada en su tesis después de haber cursado Bellas Artes, busca encontrar su hueco en el mundo de la alfarería. Con ganas y motivación, se presenta a todos los concursos posibles y trata de exponer sus propias piezas de forma individual. Tras haberse presentado al XV Certame de artes plásticas de la Diputación de Ourense, Mar Ramón recibió el segundo premio. Su pieza, «(Sin título) discordes», se expondrá en septiembre.
-¿Cómo se sintió al recibir el galardón?
-Todas esas cosas que vas ganando siempre son un empujón. Del arte es muy complicado vivir y si te van dando esas palmadas en la espalda, te dan esperanza. De las obras que tengo, las voy distribuyendo por todas las muestras que hay y realmente esa me gustaba para presentarla.
-¿Qué quería mostrar con su obra?
-Yo tenía una serie de cuerpos de cerámica que tienen conversaciones entre ellos, pero un poco forzadas. Son piezas que yo fuerzo a conversar porque las rodeo con cinta, están pegadas. Eran como diálogos entre cuerpos cerámicos. Diálogos que en realidad no están funcionando, como que disienten, no están de acuerdo. Y por eso el nombre, «(Sin título) discordes».
-¿Por qué decide seguir por el mundo de la cerámica?
-Mi madre es alfarera, no desde que yo era muy pequeña, pero sí desde que yo tenía diez u once años. Ella se compró una casa y tenía un taller, estaba dando clases, impartiendo un montón de cursos. Siempre lo evité un poco porque no quería acercarme al espacio de mi madre y quería hacer otra cosa. Pero llegó un momento en cuarto de carrera que vi que tenía unas posibilidades que no tenía todo el mundo. Tenía el taller con las herramientas, con el horno y empecé a jugar. Es un material que engancha mucho.
-¿Cuándo comienza a crear sus propias piezas?
-Durante toda la carrera vas haciendo tus cosas, lo que pasa es que llega un momento en el que encuentras como tu identidad y son las piezas que ya te definen. Las mías se notan que son mis piezas. Yo diría que fue en cuarto de carrera. Mis piezas son como cuerpos, siempre utilizo el color rosa, formas muy orgánicas. Viene de estas historias que dicen que Dios nos modelaba en arcilla y siempre me han hecho gracia esos vínculos que hay de la cerámica con el cuerpo.
-¿Y cuál fue su primera exposición?
-Siempre haces exposiciones muy pequeñas en la carrera, la primera fue en segundo, en Vigo. Formé parte de muchas exposiciones colectivas y el año pasado tuve una individual en el Marcos Valcárcel que se llamaba «Sobremesa». Pero para mí la más importante fue el año pasado, en la Fundación Eugenio Granell, en Santiago de Compostela, y se llamaba «Esa mujer». La cerámica es fácil de modelar, pero al cocerla parece muy dura. Entonces yo en el proyecto hice unos juegos de azar. Parecían muy duros, pero sí tú jugabas con ellos se rompían. Hice una traslación a lo que es la psique humana, tenemos unas fronteras muy duras, pero juegan un poco con nosotros y somos quebradizos. Juego con todas esas relaciones que tiene el material con el cuerpo y con las personas.
-¿Qué es lo que busca transmitir, entonces, con sus obras?
-Intento que la gente perciba las cosas de su alrededor, lo estético de los objetos. Juego con el género y la sexualidad. Y tengo una ideología de género, mis piezas son, muchas veces, feministas.
«Me parece que hay muy poca gente que viva solo del arte»
Aunque ganas no le faltan, Mar Ramón asegura que sí es complicado vivir del arte: «Me parece que hay muy poca gente que viva solo del arte». Los artistas suelen hacer su obra pero, a la vez, la compaginan con otras actividades. Además, destaca que en España tampoco hay mucho coleccionismo, por lo que también puede ser uno de los factores que influyan en este estancamiento de los profesionales. A la joven ourensana le encantaría poder vivir de lo que a ella tanto le gusta, que es la cerámica. Pero también tiene claro que debe tener muchos frentes abiertos. El motivo por el que ella, actualmente, está haciendo su tesis es porque lo ideal sería dar clases en la universidad o en algún instituto.
«Sé que es un poco irreal vivir del arte». La artista sabe que es complicado, aun así, no tira la toalla. Con tan solo 26 años y una larga lista de exposiciones colectivas, además de las que ya ha conseguido hacer en solitario, aclara que para estar dentro de este sector hay que estar muy motivados. Hay que apuntarse a todo tipo de concursos y muestras para sacar las obras a la luz y, con muchas ganas, anima a más jóvenes a seguir luchando para poder conseguirlo.