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Eusebio Poncela: «Aquí hay amor al oficio y profesionales»

x. m. r.

OURENSE CIUDAD

cedida

El actor protagoniza, junto a Igor Yebra, «El beso de la mujer araña» que llega al Principal

21 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Eusebio Poncela (Madrid, 1945) mantiene viva su esencia, su rapidez de reflejos, la agilidad en las respuestas y su retahila de tacos para expresar la contundencia de sus posicionamientos. Llega hoy al Principal de Ourense (20.00 horas) con el montaje «El beso de la mujer araña», que protagoniza junto a Igor Yebra. Dos reclusos conviven en una celda y Molina (Poncela), una mujer en un cuerpo de hombre, trata de seducir a Valentín (Yebra). La reflexión sobre la identidad política y sexual de los protagonistas es la esencia de una historia que incide en la necesidad del ser humano.

—¿La existencia de trabajos como la película del mismo título y otros montajes condicionó el acercamiento al texto?

—Me la suda la película entera y todo lo que se hizo después. Es prehistoria cariño. Lo importante es la obra que escribió Manuel Puig. Un texto de puta madre, que fue ninguneado porque él era maricón, y que tiene más calidad que la literatura de muchos premios Nobel y que seguirá siendo actual cuando todos esos autores se hayan muerto y no se acuerde de ellos ni Dios.

—¿Satisfecho con el resultado?

—Tenemos un montaje impresionante en el que todas las piezas encajan y que funciona de maravilla. Carlota Ferrer —la directora— es una de las mujeres más interesantes, o la que más, de la escena actual y ha creado una propuesta con los nueve cuadros de la obra que nada tiene que ver con lo clásico, es más bien un collage que conecta a la perfección con el texto de Puig y que es muy moderno y actualísimo. De lo más auténtico de este país, nada que ver con esas imposturas y esas mierdas tan de moda.

—¿Cómo se mantiene la ilusión por el trabajo escénico durante casi sesenta años?

—Dirás 50, sesenta ni de coña. Te confundiste con el homenaje que me van a dar en la Filmoteca Española.

—En la documentación de la obra pone que empezó a actuar a mediados de los 60.

—Es verdad. Me equivoqué. Los 50 años son desde mi primera película. Pero bueno, ni ilusión ni leches. No se trata de eso. El secreto está en mucha disciplina y tirar para adelante. Y que te guste el oficio, obviamente. A mí me entusiasma porque me apasiona investigar: ver a la gente, cómo va vestida, explorar otras vidas... todo eso.

—¿Satisfecho con el resultado?

—Entusiasmado desde el inicio de nuestro recorrido en Avilés. Se demostró que somos un equipo excepcional y que en este montaje hay amor al oficio y grandes profesionales.

—Desde que se escribió la obra se ha avanzado, aunque siguen apareciendo episodios graves. ¿Queda mucho camino?

—Esto es como lo de Ricky Martin, un pasito palante y otro patrás. Generalizar me da por el culo, pero hay que reconocer que hemos avanzado mucho en este país. Dos chicas pueden ir por la calle dándose el lote y no pasa nada. Y yo voy con mi novio de la mano, o tú con quien quieras, y lo mismo. Cierto que de cuando en vez aparece un energúmeno. Pero no hay que ser moralistas, eso es España. La mitad del país es facha; de peineta, misa, toros y fútbol. Podemos mejorar, pero también ir a peor. Ojo.