El actor ourensano de «La Unidad» compagina la interpretación, con la música, el arte y la vida en el campo

OURENSE CIUDAD

Alberto Medeiros es polifacético y muy familiar, por eso su casa está en Ponte Noalla, San Cibrao das Viñas
14 oct 2023 . Actualizado a las 15:13 h.Alberto Medeiros (Ourense, 1989) es, en una palabra, artista. «Dende cativo tiven inquedanzas con respecto a arte, aínda que non as souben interpretar ata que fun adulto», confiesa. Con 12 años se apuntó a teatro y también a música, sus dos disciplinas favoritas. Pasó por el conservatorio, en donde se profesionalizó como trompetista, y también estudió en la Escuela de Arte Dramático de Vigo. Mientras, se ganaba la vida tocando los fines de semana en diferentes orquestas y actuando en lo que le salía, incluso trabajando como animador. Hoy tiene su propia charanga, El Brexit. Hace esgrima, practica lucha escénica y monta a caballo. «Penso que para vivir disto tes que ser un creador e que todas as capacidades que poidas aportar son interesantes para facelo e para alimentar calquera personaxe», afirma.
Lo cierto es que Alberto no sabe estar quieto y disfruta aprendiendo y entregándose a cada faceta o proyecto que emprende. Cumple todos los requisitos para ser el guapo de las series, pero las directoras de casting tienen fijación con que interprete a policías. Ese es el papel que hace en El desorden que dejas, en La Unidad y en la película Fatum, la última de Luis Tosar y Álex García. «Sempre fago de bo —lo es y no puede ocultarlo—, pero tamén podo interpretar a alguén malo», reclama.
Hace teatro, un arte escénico en el que se zambulló siendo todavía un niño. Sus inicios fueron en el Circo de los Muchachos. «Miña nai tiña alí amigos, entón eu de moi pequeno ía con ela e facía alambre, trapecio ou acrobacias. Era a miña forma de xogar», confiesa. Luego entró en las Aulas de Teatro Universitario de Ourense. Concretamente pasó por Cordelia y por Maricastaña, para terminar actuando con Sarabela, después de la carrera, en Semente de nós. «Foi un dos proxectos que máis me gustou a nivel persoal porque compartino con algunhas persoas coas que comecei», afirma. Si tuviera que escoger una sola forma de arte, se casaría con el teatro para el resto de su vida. «Porque é un lugar que acepta todo. Aí podo ser músico, ser intérprete e ser creador. Podería tratar de resolver moitas dúbidas sobre as perspectivas das temáticas actuais que hai no mundo. Pero do teatro é moi difícil vivir», lamenta. Ha escrito su primer corto, una historia sobre los maquis y las guerrillas y está también inmerso en terminar su primer libro, porque no para.
El otro pilar fundamental de su vida, el que no es el arte, es su familia. «Crieime con mulleres, coa miña nai e a miña irmá, na casa dos avós. Estou moi vinculado a elas e de feito rexeitei traballos fóra de España por quedar aquí», asegura. Alberto vive en la aldea en la que se crio, en Ponte Noalla (San Cibrao das Viñas), rodeado de naturaleza. «Gústanme moitísimo os animais e teño de todo tipo, dende cabalos a galiñas», cuenta. Es animalista y le preocupa el cambio climático. Hace las veces de granjero, tiene huerta, lee y practica deporte a diario. «Nunca estou parado porque non se me da ben», admite. De hecho es el coordinador de la Mostra Internacional de Teatro Universitario de Ourense y participa en la mayoría de propuestas culturales de la ciudad.