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Más de 60 juicios con jurado popular celebrados en Ourense desde 1997: «Los ciudadanos se lo toman muy en serio»

Marta Vázquez Fernández
Marta Vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Los dos condenados por matar a un recluso de Pereiro de Aguiar, tras oír el veredicto de culpabilidad
Los dos condenados por matar a un recluso de Pereiro de Aguiar, tras oír el veredicto de culpabilidad MIGUEL VILLAR

A los tribunales conformados por personas ajenas a la justicia no les ha temblado la mano para condenar en los delitos más graves que se han juzgado en la Audiencia

28 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El 16 de junio de 1997 se abrieron las puertas en Ourense a la justicia moderna. Dos años después de que se publicara la Ley Orgánica que ponía en marcha el Tribunal del Jurado, la Audiencia provincial de la ciudad de As Burgas acogía el primer juicio en el que por primera vez la inocencia o culpabilidad de un acusado no la iba a determinar un tribunal profesional, sino un grupo de ciudadanos elegidos al azar. Francisco Cordero García, de 39 años, se sentó en el banquillo de acusados para responder por la muerte de su excompañera sentimental. Aquel fue un juicio rápido. El 17 de junio, tras solo cuatro horas de deliberación, los jurados encontraron al acusado culpable de homicidio, firmando así el primero de otros muchos veredictos que se han ido acordando desde entonces.

En estos casi veintisiete años han sido algo más de 60 los asuntos que se han tramitado en la provincia por el procedimiento de la Ley del Jurado. Y a quienes han sido designados para decidir sobre la inocencia o culpabilidad de los investigados no les ha temblado la mano a la hora de condenar. Han sido pocos los casos de delitos de sangre en los que el sospechoso ha sido declarado inocente, con una apabullante mayoría de condenas que han sido confirmadas por instancias superiores.

El más reciente, el que se celebró en mayo del 2022. Dos acusados, Óscar González López y Francisco Javier Hermida González, fueron sentenciados a 20 y 21 años de prisión por el asesinato de un recluso de la cárcel de Pereiro de Aguiar, al que mataron durante un permiso y con el objetivo de robarle una herencia. El recluso, Fernando Iglesias Espiño, estaba en el tramo final de su condena por haber matado a su mujer y a sus hijas décadas antes. No volvió a la prisión tras un permiso y después de varios meses buscándolo, apareció enterrado en una vieja mina de agua de Piñor. Sus asesinos se habían gastado todo su dinero en apenas medio mes.

Antes que ellos, otros muchos acusados han pasado por esta sala de vistas para responder por otros crímenes. Y es que los homicidios y asesinatos son los delitos que más veces han suscitado la formación de un jurado, pero también ha habido otros casos más técnicos en los que los ciudadanos han tenido que hacer justicia. Uno de esos fue en el 2005, con el caso Pabellón. Una administrativa del recinto municipal de deportes fue acusada de haber malversado 153.000 euros. Los nueve miembros del tribunal vieron probado, por unanimidad, que la sospechosa había sido la responsable de la desaparición del dinero.

«Creo que es una institución muy positiva y democrática que está en todos los países avanzados», asegura Jorge Temes, un abogado de Ourense con experiencia en varios de los juicios con tribunal popular que se han celebrado en la capital. Recuerda que al principio hubo cierta resistencia entre jueces, fiscales e incluso letrados, algo que le resulta curioso. «Si algo equipara a los abogados de la defensa con el representante de la Fiscalía es la institución del jurado», asegura. Recuerda que los ciudadanos no tienen conocimiento previo del proceso, todo lo que van a juzgar se desarrolla en la sala de vistas. «En España es una institución que sigue siendo novedosa, se necesita entrenamiento para estos juicios», afirma. Advierte que para los abogados enfrentarse a un jurado es más complicado porque «tienes que saber explicarte, desarrollar un discurso que sea comprensible; supone un esfuerzo más importante de los actores para transmitir las ideas y poder convencer».

Recuerda que en su primer juicio uno de los ciudadanos elegidos no quería quedarse, y al final fue el portavoz. «La gente se lo toma muy en serio y quiere acertar», asegura. Valora además, el papel fundamental del presidente del tribunal, que es un juez. «Su objeto de veredicto es crucial para que el jurado acierte».

Más formación para poder valorar la idoneidad de quienes deben entrar al juicio

En menos de un mes, el próximo 19 de febrero, la maquinaria del jurado —que en realidad ya lleva meses calentando— volverá a activarse con toda su potencia. Ese día 22 ciudadanos tendrán que presentarse a primera hora de la mañana en la sala de vistas de la Audiencia Provincial para el juicio por el homicidio de la joven Nerea Añel, del que deberá responder el hombre que era su compañero sentimental. No todos se quedarán. Antes de que se abra la sesión se celebrará la selección de los once candidatos que tendrán en sus manos la obligación de hacer justicia. Es una audiencia previa que conoce como voir dire.

Los letrados hacen preguntas a los candidatos sobre distintas cuestiones y tienen en sus manos la opción de rechazarlos si no los consideran idóneos, pero en este paso cree el abogado Jorge Temes que «queda mucho por hacer». Recuerda que en Estados Unidos ese trámite se prolonga durante días. «No tenemos un verdadero entrenamiento para decidir cosas de forma objetiva, no hay un método científico a la hora de hacer preguntas», asegura.

En todo caso, y pese a que hay cosas mejorables, ve positiva la trayectoria que ha tenido el jurado popular desde aquel primer juicio del año 1997. «Los tribunales han sido particularmente duros y han acercado en casos muy complicados», asegura.