A raíz de las protestas contra una profesora, un maestro ourensano reflexiona sobre las consecuencias de la confrontación instalada en la sociedad
15 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Pues ya está, la profesora se ha cogido una baja y en verano se jubila. Todo arreglado. Las familias ya están satisfechas y anuncian que no se volverán a manifestar. La dirección del centro ya puede seguir con su actividad diaria sin tener que lidiar con este feo asunto. Todo arreglado. La inspección educativa e instancias superiores comprueban que el tema va dejando de salir en los periódicos. Los sindicatos convocan una manifestación a la que vamos muchos para apoyar brevemente y sin muchas complicaciones a la profesora. Todo arreglado... hasta la siguiente ocasión en la que ocurra algo que no guste y volvemos a empezar.
Profesores malos hay en todos los sitios tantos como buenos y desde que el libro de texto se llamaba Enciclopedia Álvarez. Pero lo que pasaba antes, y hace tiempo que no pasa, es que familias y profesores hablaban con normalidad de como le iba al alumno, de si era bueno en esto o tenía que estudiar más aquello o si se portaba bien o mal con este o aquel profesor. Se tomaba nota y se intentaba corregir en la mayoría de los casos. Ahora, en cambio, estamos instalados en la sociedad de la confrontación. En lugar de dialogar e intentar buscar soluciones, la idea que uno tiene sobre cualquier cosa se convierte en verdad absoluta e irrebatible. Y nos gusta defenderla hasta extremos que hacen perder la razón. Solo pienso en el sustituto que acaba de llegar al centro. Sobre él caen las miradas inquisitorias de media ciudad, y haga lo que haga, mucho me temo que el veredicto está escrito.
En cualquier caso, hasta la próxima, todo arreglado…