Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

La cruzada de los ourensanos a París para curarse de la rabia

Cándida Andaluz Corujo
C. Andaluz OURENSE

OURENSE CIUDAD

María Pedreda

David Simón Lorda y Ana Rúa Gómez son los autores de un trabajo sobre cómo se abordó esta epidemia sanitaria de finales del siglo XIX y principios del XX en la provincia

27 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El Colegio Médico de Ourense otorgó este año el premio Cabaleiro Goás a La lucha antirrábica en Ourense (1885-1936) de los doctores David Simón Lorda y Ana Rúa Gómez. Este trabajo revisa el proceso de asistencia y tratamiento de los enfermos afectados de rabia o hidrofobia en Ourense (y Galicia) en el período de los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX. El trabajo profundiza en la historia de la llegada del suero y la vacuna antirrábica a Galicia, sus relaciones con el Instituto Pasteur de París, centrándose sobre todo en Ourense, y los personajes e instituciones que fueron pioneros en su administración.

Según explica Simón Lorda, a finales del siglo XIX la rabia no era solo una amenaza para la salud pública, sino también una condena a muerte silenciosa y atroz para quienes sufrían la mordedura de algún animal. En Ourense, como en muchas otras regiones de España, había decenas de relatos de personas que emprendían largos y costosos viajes a París o Barcelona en busca de la salvación, ya que la llegada de la vacuna antirrábica, descubierta por Louis Pasteur en 1885, fue lenta y desigual. Así lo relata el investigador, que ha profundizado en el tema a través del análisis de fuentes históricas, principalmente hemerográficas. «Siempre me llamó la atención cómo personas mordidas por perros o incluso por otros animales eran derivadas a París o Barcelona para poder recibir el tratamiento. Aquellos traslados eran muchas veces impulsados por colectas populares o por ayudas institucionales, ya que eran la única esperanza ante una enfermedad que, una vez desarrollada, resultaba mortal. La urgencia de actuar antes de que el virus alcanzara el sistema nervioso central, desencadenando encefalitis y convulsiones, empujaba a las familias a realizar verdaderas odiseas sanitarias», añade. Habla de  muertes agónicas y aterradoras, cuando el suero no llegaba a tiempo.

David Simón Lorda, coautor del trabajo sobre la lucha antirrábica en Ourense
David Simón Lorda, coautor del trabajo sobre la lucha antirrábica en Ourense Santi M. Amil

En el trabajo se explica que aunque Pasteur desarrolló su vacuna en 1885 y que aunque poco después surgió en Barcelona el Instituto Ferrán —uno de los primeros centros de vacunación antirrábica en España— Galicia no contó con una institución similar hasta 1897. En ese año, en Pontevedra, se abrió el primer centro gallego, gracias al impulso de un doctor local. Señala que durante esos años diversos médicos gallegos viajaron a Francia enviados por el gobierno para formarse en la administración de la vacuna. Su objetivo era claro: traer a Galicia los avances científicos que podían marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

La llegada de la rabia como preocupación sanitaria a Ourense coincidió, afirma el doctor, con el surgimiento de los primeros centros médicos privados que asumieron un papel destacado en la atención de enfermedades infecciosas. Cuenta, en este sentido, que uno de los hitos fundamentales fue la apertura de un sanatorio quirúrgico dirigido por los doctores Lino Porto y Francisco Rionegro. Pionero en la ciudad de Ourense, no solo ofrecía servicios quirúrgicos innovadores para la época, sino que también fue uno de los primeros centros en utilizar los rayos X en Galicia, marcando una diferencia significativa en los métodos diagnósticos disponibles entonces.

En torno al año 1901, estos mismos doctores pusieron en marcha uno de los primeros servicios de vacunación antirrábica en la provincia, que funcionaba como un instituto en colaboración con el Ayuntamiento. El panorama sanitario ourensano, señala Simón Lorda, comenzó a institucionalizarse a nivel local con la apertura del laboratorio municipal de Ourense, a partir de 1905. Este, bajo la dirección del farmacéutico José Fernández Martínez desde 1910, realizaba análisis de aguas, alimentos y otras labores relacionadas con la salud pública, incluyendo vacunaciones antirrábicas. «Fue uno de los pilares desde lo público en un momento en que la sanidad aún se articulaba mayoritariamente desde la beneficencia y el esfuerzo privado», apunta.

El Instituto Provincial de Higiene significó la consolidación de una estructura sanitaria pública moderna en Ourense

A lo largo de los años, tanto Rionegro como Porto se consolidaron como figuras clave en la salud pública de la ciudad. Mientras Lino Porto fue derivando hacia otros proyectos, Rionegro continuó al frente del instituto antirrábico y más tarde asumió responsabilidades como jefe de la Oficina Municipal de Salud, lo que le situó en el centro de la respuesta sanitaria local durante la gran pandemia de gripe de 1918-1919. «Esta supuso un nuevo impulso para la reorganización de la sanidad pública en España, dando pie a la creación de brigadas provinciales de desinfección e instituciones con mayor capacidad operativa», señala. Así, uno de los momentos clave de este proceso fue la apertura, en el año 1933, del Instituto Provincial de Higiene de Orense, situado en avenida de Zamora, donde se encuentra actualmente la Dirección Provincial de Sanidad. Este edificio vino a sustituir y absorber las funciones del antiguo laboratorio municipal, centralizando todas las acciones relativas a salud pública: vacunación, campañas antituberculosas, higiene infantil, entre otras. «El Instituto Provincial de Higiene significó la consolidación de una estructura sanitaria pública moderna en Ourense, integrando los esfuerzos anteriores dispersos entre laboratorios, sanatorios privados y oficinas municipales», apunta el investigador.

Aunque la rabia quedó progresivamente bajo control en España —y está hoy considerada erradicada en la Península—, los archivos históricos siguen revelando su impacto en las comunidades rurales de la época. «Facturas del Instituto Antirrábico, denuncias sanitarias, notas municipales y hasta circulares de instituciones extranjeras —como el Institutos Pasteur de París— muestran cómo la vacunación requería desplazamientos y estancias prolongadas, algo solo accesible para quienes podían costearlo o eran derivados por el municipio», cuenta Simón Lorda sobre los documentos que ha utilizado para realizar el trabajo premiado.

«Esta historia es también la de cómo se construyó una red sanitaria en un país con grandes desigualdades territoriales y recursos limitados, enfrentando enfermedades que hoy parecen casi olvidadas, pero que siguen representando una amenaza latente en otros lugares del mundo», añade el autor del trabajo premiado. Recuerda, sin embargo que aún hoy, pese a estar oficialmente erradicada, la rabia sigue figurando entre las preocupaciones de la OMS, especialmente en relación con los movimientos de personas y animales entre continentes.

La rabia hoy en día

Aunque pueda parecer una enfermedad del pasado, la rabia sigue siendo una amenaza global. Simón Lorda recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones internacionales la consideran un problema de salud pública en más de 150 países, con miles de muertes anuales. Las campañas de vacunación, tanto en humanos como en animales, siguen siendo irregulares en muchos lugares del mundo. «Nos pareció muy interesante ver cómo algo que parece olvidado aún representa una amenaza real. Y es que el estudio no solo mira al pasado, sino que también conecta con un presente donde la desigualdad en el acceso a vacunas sigue marcando la diferencia entre quienes sobreviven y quienes no», subraya.

Hoy en día, en Galicia no es obligatoria la vacunación contra la rabia de perros, gatos o hurones. En este aspecto, David Simón Lorda señala que hay cierta controversia entre los veterinarios. En un mundo global con movimientos poblacionales continuos, es fácil que la rabia pase de algunos  países de África a España. No solo eso, señala que con el movimiento de personas ocasionado por la guerras en Europa y la llegada con sus mascotas de países en donde no existen estos controles, existe una cierta preocupación en el sector sanitario.