La familia de un hombre que murió tras caer por el hueco del ascensor de su casa acusa a la empresa que lo instaló de colocarles un aparato defectuoso
OURENSE CIUDAD

El técnico que inspeccionó el elevador, en una vivienda de Verín, dijo que carecía de un sistema de seguridad que hubiera evitado que se abriera la puerta cuando la cabina estaba en otra planta
25 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El 26 de noviembre del 2020 se produjo un grave accidente con un ascensor instalado unas semanas antes en una vivienda unifamiliar situada en Pazos, Verín. El usuario habitual del elevador, un hombre de 73 años, se disponía a acceder a esa instalación cuando se precipitó por el hueco, después de que la puerta se abriera a pesar de que la cabina estaba en la planta baja. Tuvieron que rescatarlo los bomberos, sufriendo lesiones gravísimas que le provocaron secuelas irreversibles y derivaron en su muerte siete meses después, en junio del 2020.
Ahora su viuda y sus dos hijos acusan a la empresa que les colocó el elevador, una carpintería metálica de la zona, de instalarles un aparato que no estaba homologado y que, según ellos, no cumplía las normas de seguridad que hubieran evitado el fatal accidente. Ven en lo ocurrido un delito de homicidio por imprudencia por el que reclaman cuatro años de cárcel para los dueños de la empresa. Los investigados sostienen sin embargo que solo colocaron un montacargas que no podía ser utilizado por personas y descargan toda la responsabilidad de lo ocurrido en el usuario fallecido. La Fiscalía tampoco ve delito en los hechos. Ahora la última palabra la tiene la magistrada del Juzgado de lo Penal 1 de Ourense, donde este jueves se celebró el juicio.
La primera en prestar declaración fue la viuda. Explicó que la familia llevaba más de cuatro décadas viviendo en la misma casa y que en previsión de que en el futuro tuvieran que poner un ascensor, dejaron un hueco para ello. Ese momento llegó en el 2020, cuando su marido empezó a sufrir mucho de las rodillas y a tener problemas de movilidad. «Decidimos encargar un ascensor», explicó la testigo, contando que fueron a hablar con el dueño de la empresa que, según dijo, había colocado este tipo de aparatos a otros vecinos. «Se lo encargamos para mi marido, que entonces ya iba con las muletas, y nos dijo que nos lo hacía pronto», señaló en referencia a José Luis S. C., uno de los acusados, al que definió como «el jefe». La mujer explicó que recurrieron a esa empresa porque ya le había colocado ascensores a otros vecinos y recordó que llevaban unas semanas utilizándolo cuando ocurrió el accidente. «Yo no sabía que no tenía autorización de industria», contestó a preguntas del abogado de la compañía de seguros de los acusados, recordando que la obra la hizo en su totalidad la empresa que ahora se cuestiona. «Ellos lo pusieron todo», contó.
En la misma línea, el hijo del fallecido explicó que decidieron poner el elevador porque su padre padecía mucho de las rodillas, declarando también que «como mínimo otros dos vecinos» habían contratado ascensores similares para sus casas. «Salvando las estéticas, era un ascensor normal», dijo, recordando que al día siguiente del accidente un empleado de la empresa pasó por su casa para preguntar qué había pasado. «Se fue sin ver el ascensor», aseguró el testigo.
Un inspector de control de calidad que revisó el aparato lo definió como «un ascensor en toda regla», ya que tenía luz interior, botonera y era apto para que dentro pudiera ir al menos una persona. Eso sí, observó deficiencias que incumplían la normativa para este tipo de aparatos, explicando que carecía de un sistema de seguridad que evitara que la puerta se abriera cuando la cabina estaba en otra planta. «Si la hubiera tenido ese accidente no se hubiera producido», dijo. Concluyó su declaración asegurando que el elevador no estaba registrado en Industria y que en caso de pasar una inspección, lo hubieran clausurado por sus deficiencias.
La administradora de la empresa, que compartió banquillo con su marido, aportó otra versión de los hechos. Dolores C. D. dijo que era ella la que tomaba las decisiones en la empresa en el momento de los hechos. Explicó que el fallecido acudió a su esposo porque «eran muy amigos» y que le encargó «un montacargas». Ellos le dijeron que no se dedicaban a eso, pero al final, como un favor al cliente, accedieron a construirle la estructura metálica. «Se lo fuimos montando, pero él iba cambiando cosas», dijo la acusada, que insistió en que siempre hablaron de un elevador para mercancías, y no para personas. «Nosotros no estábamos autorizados para hacer un ascensor», dijo. Culpó al fallecido de haber encargado por su cuenta la instalación eléctrica del aparato y aunque lamentó su muerte y aseguró haber llorado al enterarse, advirtió que ellos no fueron responsables de lo ocurrido. Su marido no quiso declarar.
Antes de dejar el caso visto para sentencia las partes presentaron sus conclusiones. El fiscal cree que la pena que se pide en este caso es desproporcionada y deriva a la vía civil la búsqueda de responsabilidades por lo ocurrido, que definió como un «desgraciado accidente». La defensa, por su parte, insistió en que lo que se encargó en este caso fue un montacargas cuya instalación eléctrica corrió por cuenta de los clientes, y no de los acusados y solicitó la libre absolución, pero la acusación particular aspira a una condena. Insiste en que los acusados montaron un ascensor, no como un favor, sino como un encargo por el que cobraron 11.000 euros, una cantidad que según el abogado se ajusta a lo que suelen costar este tipo de aparatos que se instalan en viviendas unifamiliares. «Aquí ha habido un fallecido que murió porque se precipitó por el hueco de un ascensor y la responsabilidad no fue suya», dijo.