La viuda: «Ahora soy la única que vive en Santoalla; no tengo contacto con ellos»

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE

PETÍN

Agostiño Iglesias Otero

Margo Pool no piensa abandonar la aldea en la que se instaló con su marido hace más de veinte años a pesar de lo ocurrido

09 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los holandeses Martin Verfondern y Margo Pool, querían vivir en el campo y buscaron un lugar adecuado en Galicia y el norte de Portugal a finales de la década de los 90. Lo encontraron en la pequeña aldea de Santoalla, en Petín, en la que se instalaron en mayo de 1997. En el pueblo solo vivía otra familia integrada por Manuel Rodríguez y su mujer Jovita González, padres del homicida de Martin.

Casi diez años después del crimen, Santoalla ya solo tiene una vecina. Es Margo, quien a pesar de lo ocurrido decidió cumplir el sueño de ella y su marido y se quedó a vivir en la casa que había restaurado junto a su compañero. No piensa moverse de allí, reconoce. «Ya no tengo contacto con ellos, y menos con Juan Carlos desde que está en prisión», asegura. Tampoco lo ha visto en sus primera salidas de permiso.

En la casa de sus vecinos ya no vive nadie. Los, los padres del homicida, primero el progenitor y más tarde su mujer Jovita, fallecieron antes de que se celebrara el juicio y desde entonces ella es la única vecina, ya que Julio Rodríguez reside en Petín. «Me encanta esta vida, y a pesar de lo que ocurrió, yo no le tengo miedo a nada, tengo muy claro que pienso quedarme», asegura en una conversación telefónica en la que se percibe a una mujer que, tras años de sufrimiento, ha recuperado la felicidad y ha conseguido pasar página pese a aquella tragedia personal. «Me encanta vivir en Santoalla», asegura.

Se hizo justicia

Sobre la condena imputa al hombre que mató a su marido, admite que diez años no son demasiados pero cree que la sentencia «está bien; es lo que hay» y está satisfecha de que «se hiciera justicia con la muerte de mi marido».