El fuego derritió hasta la señal que hay a la entrada del pueblo en Rubiá
20 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El incendio forestal iniciado el jueves en Riodolas (Carballeda de Valdeorras) entró el domingo en O Barco y el lunes llegó a Rubiá. Tras quemar varias casas en O Castelo, el fuego continuó hasta A Veiga de Cascallá, arrasando la aldea.
Como presagio, el fuego derritió hasta la señal que hay a la entrada del pueblo. Unos metros más adelante, la primera casa al pie de la carretera muestra el efecto de las llamas y la situación se vuelve impactante al mirar ladera abajo, donde estaban el grueso de las viviendas. Hasta 34 fueron pasto de las llamas, según las cuentas realizadas por la Guardia Civil. Y si se levanta la vista hacia el horizonte, este es negro. También el otro lado de la carretera, en la ladera que hay entre la OU-662 y la N-120, está totalmente calcinado. El cementerio situado en la salida del pueblo en dirección al parque natural Serra da Lastra quedó cercado por las llamas, aunque no sufrió daños.
A media mañana, Carmen Fernández volvía con su marido a ver qué había sido del hogar de unos tíos de él tras haber visitado primero su propia vivienda. Desde la carretera, Fernández se lamentaba de lo que veía ante sus ojos. «Vaya desastre, parece que ha caído una bomba», decía mientras miraba las casas del centro del pueblo, convertidas en ruinas sin tejado. La pareja vive en Barcelona, pero pasan los veranos en A Veiga de Cascallá, la aldea natal de él. Su propiedad está a las afueras y aunque el fuego estuvo cerca, no sufrió daño alguno. «Las llamas quedaron a unos dos metros. No sabemos cómo pasó», contaba ella. Acto seguido alababa la labor de los vecinos. «Se han jugado la vida», decía. Se refería a todos aquellos que el lunes por la noche rechazaron evacuar como proponían las fuerzas de seguridad. «Dijeron que se quedaban y echando mangueras han sido los que han salvado lo que ha quedado en pie», razonaba Fernández. Ella y su marido se marcharon, siguiendo las recomendaciones de evacuar. Pasaron la noche en un hotel. Los tíos de su marido se fueron a Ponferrada, a casa de una hermana de la mujer.
El fuego que llegó a A Veiga de Cascallá afectó de manera fundamental a varias viviendas ubicadas en el centro del pueblo. El fuego fue saltando de tejado en tejado. «Antigamente facíanse vigas mestras moi grandes e apoiábanse varios tellados sobre elas», explicaba a primera hora de la tarde un bombero que trabajaba refrescando la zona. «Varias casas comparten a mesma estrutura de tellado», añadía. De ahí que el fuego se propagase con mayor rapidez.
El acceso a la aldea estaba cortado mientras no se llevaban a cabo las labores de desescombro y derribo de las construcciones (o las partes de estas) que amenazaban derrumbe. El ruido de la pizarra de los tejados y de trozos de paredes cayendo al suelo resonaba con el eco, solo entorpecido por las frases de incredulidad de los que iban llegando para ver qué había pasado en el pueblo. Los símiles con las bombas y la guerra fueron ideas recurrentes.
Entró en el parque natural por Pardollán
El fuego de Riodolas llegó ayer por la mañana al parque natural Serra da Enciña da Lastra (Rubiá) a través de la aldea de Pardollán. La víspera había amenazado con hacerlo cruzando Real, pero un cambio repentino del viento y un contrafuego realizado a las puertas de la aldea consiguieron librar todas las casas. Unos metros más adelante, en Porto, los vecinos pasaron la mañana del martes de espaldas al parque natural, mirando al pinar del otro lado en el que estaba un fuego que amenazaba sus viviendas. Lo hacían con las mangueras ya preparadas por si había que empezar a echar agua. Un contrafuego ladera arriba consiguió parar el avance de las llamas hacia las casas.
Menos suerte corrieron en otros puntos de la comarca, donde el fuego causó daños en viviendas, como en Viladequinta o Robledo de Domiz, en Carballeda.