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«En una piscina nunca sabes cuándo puede pasar algo»

m. rodríguez OURENSE / LA VOZ

SAN CIBRAO DAS VIÑAS

Antonio Cortés

El socorrista Luis Kreder rescató a un padre en peligro de ahogarse en una instalación ourensana

13 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un socorrista no debe nunca bajar la guardia. Eso lo sabe Luis Kreder, que ejerce este verano como tal en la piscina pública de Ponte Noalla, en el concello ourensano de San Cibrao das Viñas. Una tranquila tarde de un sábado de agosto puede acabar en un susto. Fue lo que ocurrió la semana pasada en esta instalación acuática.

El sábado, entre las seis y las siete de la tarde, con la piscina a rebosar de gente, Kreder percibió que algo estaba pasando en el agua, en el centro de la piscina, donde la profundidad es de unos dos metros. Un hombre de unos 45 años jugaba con su hija en el agua. La pequeña se le subió a la espalda, él se hundió, tragó agua y entró en pánico al ver que no podía hacer pie.

«Verifiqué la situación, cuando vi que era en serio me tiré al agua y lo remolqué hacia el bordillo. El hombre estaba semiinconsciente por los nervios y por tragar agua», recordó el socorrista. Todo fue en cuestión de segundos. Ver lo que pasaba y saber que realmente era una situación de peligro y después saltar al agua para sacar al usuario. Le ayudó en la tarea de extraerlo de la pileta un compañero vigilante de seguridad. «Lo pusimos en posición lateral de seguridad para que pudiese escupir el agua. Le tomamos las constantes vitales y se quedó tranquilo. Se recuperó bien y no quería asistencia sanitaria», explica Luis Kreder.

Argentino de 22 años, afincado ya desde hace tiempo en España, Kreder lleva ejerciendo como socorrista desde los 18. No es la primera vez que se enfrenta a este tipo de situaciones, aunque no en una piscina, ya que este es el primer verano que trabaja en una instalación pública como la de Ponte Noalla. «Ya me pasó otras veces en otros lugares y se actúa de la misma manera. Lo primero que hay que ver es que no sea una broma. Con intuición y vocación porque si te dedicas a esto hace tiempo tienes que saber cuando una situación es de verdad o no. Hay que saber valorar y reaccionar rápido, según el protocolo», resume el socorrista.

Y aunque normalmente no pasa nada y se ve a los socorristas muchas veces sentados y aparentemente relajados, Kreder echa abajo esta visión: «Aunque parece un trabajo relajado el de socorrista en una piscina, nunca sabes cuando puede pasar algo y hay que estar atento. Por ello hay que estar formado y tener experiencia y vocación». Su vocación la tiene clara pues quiere ingresar como rescatador en una compañía de helicópteros de emergencias.

Kreder considera que es más complicado vigilar una piscina que una playa, porque hay que «estar pendiente de quien se tira de cabeza, los niños; en una playa se ve quién sabe nadar y quién no». Personalmente le gusta también más el mar y por ello, dice, los rescates en la playa le resultan más fáciles.

Precisamente, esta misma semana un ourensano, policía de profesión y que pertenece al club de salvamento Salvour, rescató del agua a un bañista en la playa de Foxos, en Sanxenxo. Rafael Rebollo escuchó a una persona gritando en el agua que no sabía nadar y que se lo llevaba la corriente. Rebollo, que estaba a unos quince metros del bañista en apuros, no lo dudó y se lanzó al agua para evitar que la corriente lo arrastrara hacia las rocas.

Los conocimientos previos, la buena forma física y los entrenamientos en el club de salvamento acuático fueron, según Rebollo, claves para completar un rescate entre el oleaje del mar que duró cuarenta minutos.