
El listado de Panátics alaba la producción de Forno do Carlos y Panadería Calviño
16 feb 2018 . Actualizado a las 12:25 h.Que Cea es un buen lugar para comprar pan es una evidencia. Pero al igual que ocurre con las estrellas Michelín (que vienen a certificar que, sin duda, ahí se come muy bien) estar en la Ruta Española del Buen Pan avala que lo que se encuentra en la panadería con estrella es, sin duda, un majar. El refrán de «no están todos los que son, pero son todos los que están» bien vale para explicar lo que significa estar en el listado elaborado por la asociación Pan de Calidad -editora de la revista profesional Panorama Panadero- y la plataforma Panàtics. Y esa ruta aparecen dos paradas obligadas en Ourense (sobre un total de siete en Galicia), ambas ubicadas en el Concello de Cea y ambas amparadas por el sello de calidad de la Indicación Xeográfica Protexida. Son Forno do Carlos y Panadería Calviño, que hace unos meses recibieron una llamada diciéndoles que habían sido incluidos en la ruta e invitándoles a la entrega del distintivo en Madrid. Hasta ese momento, como sucede en los distintivos gastronómicos, nada habían sabido de la candidatura ni, mucho menos, de la presencia de un crítico entre sus clientes.
¿Y entonces, cómo fue el proceso? Un comprador visitó más de 500 locales por toda España para hacerse con una pieza de pan. Lo hizo, claro, sin decir que era para un concurso. Fue una compra al uso, sin que en la panadería supiesen nada al respecto. Después se celebró una cata a ciegas, con profesionales nacionales e internacionales del sector del pan; que valoraron la costra, la suela, la miga, el olor, el sabor, el color, el peso, el gusto y la presentación. Y finalmente eligieron a los 83 mejores, que son los que forman parte de la ruta española del buen pan. Es el salto nacional de un listado que comenzó en 2014 haciéndose únicamente en Barcelona para después tener también su versión madrileña antes de recorrer todo el Estado.
En Cea, los panaderos que aparecen en la ruta no ocultan su satisfacción por haber logrado su estrella; pero al tiempo escapan de la condescendencia y apuntan que, si para algo sirven los premios es precisamente para seguir trabajando en la misma línea y mantener el prestigio ganado con el trabajo de varias generaciones cociendo en el horno durante largas horas. Y así claro, la vida está para mojar pan.

