El funcionario Luis Rolán trabaja en el centro desde antes de que abriese y vivió en primera persona la inauguración a cargo de Manuel Fraga
27 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Lo contó La Voz de Galicia un sábado, el 22 de enero de 1994: «Con la bendición recibida por parte del presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga Iribarne, el hospital de Verín ha comenzado a andar definitivamente, siendo el segundo hospital comarcal de la provincia y primero de la red pública gallega regido por una fundación. Así, el Sergas anuncia, como oferta asistencial, los servicios de consulta y hospitalización de medicina interna, pediatría, dermatología, oftalmología, urología, otorrinolaringología, pediatría, psiquiatría, cirugía general, toco-ginecología, traumatología y urgencias, además de los departamentos de radiología, laboratorio y farmacia». El hospital abrió sus puertas con 38 camas disponibles para atender la actividad programada y los ingresos de urgencias, y con una plantilla que, entre sanitarios, administrativos y directivos, alcanzaba las 78 personas. «Fueron muchos meses de preparación. En mi caso llegué al municipio en septiembre del 93, un poco de prestado, para gestionar el tema de las solicitudes de la gente que quería entrar a trabajar en lo que se conocía como la Fundación Hospital Verín», explica Luis Rolán, responsable de personal y nóminas del hopital. Como bien dice él, se sumó al proyecto de prestado, con la intención de quedarse unos cuantos días. «En aquel entonces estaba en la oficina de trasplantes en Santiago. Uno de los directores generales sabía que yo era de Verín y me animó a reunirme con Juan José Bestard Perelló, el gerente. Le ofrecí toda mi ayuda y a los dos días me llamó para pedirme que me quedase un par de semanas. Así hasta hoy que aquí sigo y estoy encantado», cuenta Luis entre risas.
En la inauguración del hospital, que comenzó siendo una entidad pública con personal laboral aunque en la primera década de los 2000 pasó a formar parte de la red del Sergas, Fraga estuvo acompañado por el conselleiro de Sanidade en aquel momento, José Manuel Romay Beccaría, y los alcaldes de los municipios implicados. Fue un acto formal al que Luis y el resto de personal, junto a decenas de vecinos, se encargaron de ponerle el tono cálido. «Había un ambiente de trabajo muy bueno, éramos un equipo en todo y colaborábamos en lo que hiciese falta. Creo que se debía a que la mayoría del equipo eran jóvenes y con muchas ganas. Nos pasamos muchos días trabajando sin descanso para conseguir que las instalaciones y los medios estuvieran perfectos, de hecho la noche anterior a la inauguración no dormimos», recuerda Luis.
De repente, el primer recién nacido
El hospital comenzó a andar poco a poco. Consultas, pruebas médicas y operaciones fueron teniendo lugar en las instalaciones comarcales. Y a los pocos meses de inaugurar llegó el primer parto, sin esperarlo ni preverlo y con el paritorio todavía sin abrir. Noelia Fernández vino al mundo a las siete y media de la tarde del 16 de marzo y la encargada de ayudarla a hacerlo fue la médica María Isabel Rivas, la única ginecóloga que tenía el hospital en 1994. «Siempre estaba pendiente de todo el departamento y vivía pegada al teléfono porque los buscas no funcionaban bien. Me llamaron y me dijeron que una chica de A Gudiña se había puesto de parto y que iba para Ourense pero que no llegaba», recuerda María Isabel. Era el segundo hijo para la mujer que dio a luz, Dolores Rodríguez, y eso ayudó a que no hubiese complicaciones. «Fue un parto fácil y estupendo, totalmente sencillo. Habilitamos un quirófano para que la chica pariera y nació la bebé. Yo no tuve ningún mérito, de verdad, pero fue una experiencia muy bonita porque generó un montón de expectación en Verín», dice. También Luis recuerda el momento con emoción: «La sentíamos como si fuese de todos porque aún encima llegó por sorpresa. Tanto que incluso tuve que ir a comprar a muebles Támega una bañera pequeñita para poder bañarla adecuadamente. Noelia nos emocionó». La pequeña fue el primer bebé que nació en el Hospital Comarcal de Verín y la única a la que atendió María Isabel Rivas, que dos meses más tarde se trasladó a Vigo. «Haber vivido ese parto fue una coincidencia bonita porque solo estuve en Verín hasta mayo. Fueron cinco meses que recuerdo con muchísimo cariño. La mayoría de médicos acabábamos de terminar la especialidad, éramos muy jovencitos y pasábamos mucho tiempo en el hospital, así que el grupo de compañeros nos convertimos en verdaderos amigos. Guardo un montón de anécdotas buenas porque hasta en los momentos malos nos apoyábamos los unos en los otros», admite.
Un proyecto serio e ilusionante
La emoción era general en 1994, los médicos que trabajaron en el hospital desde entonces hacen especial hincapié en la calidad humana y en el espíritu de grupo. Así lo recuerda Jorge Cañaveral, radiólogo del centro: «Fue un proyecto ilusionante, un hospital nunca sobra, pero además había un grupo humano especial. Teníamos mucho entusiasmo y, claro, mucha juventud». No solo podía presumir de eso, el de Verín contaba con unas instalaciones técnicas de lo más novedosas para aquel entonces. «Se presentó como un hospital puntero en tecnología. Yo llegué para montar el servicio de radiología solo y pude tomar decisiones muy interesantes sobre ello. Me rodeé de un equipo óptimo y quiero destacar la importancia de los técnicos», dice Santiago. Y es que el hospital fue un parto en sí mismo, de un niño que ahora cumple 25 años.