La banda Hamlet ya ha estado en Sadman, el espacio que el ingeniero de sonido Carlos Santos tiene en la capital del Támega
07 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Carlos Santos (Verín, 1980) todavía no sabía hablar y ya reconocía algunos de los grandes temas de la historia de la música. «Mi padre era un grandísimo melómano y gracias a él pude escuchar desde muy pequeñito buenos discos», dice. «Le llamaban Lennon, porque era muy fan de The Beatles. En mi casa sonaban Queen, Jimi Hendrix, Deep Purple... las mejores bandas del momento se escuchaban en nuestro salón y gracias a eso se fue forjando dentro de mí el amor por la música», afirma Carlos. Sin embargo, antes de apostar por lo que verdaderamente le gustaba, se fue a Santiago a estudiar Administración y Dirección de Empresas. «Mis padres querían que hiciese una carrera convencional», recuerda. Al terminar, hizo caso a su vocación y se fue a Madrid, a hacer Ingeniería de Sonido. «Al final decidí dedicarme a la producción musical. Es inevitable huir del destino, supongo», cuenta. En la capital forjó su carrera profesional. «Tuve la suerte de conocer al productor Simón Echeverría y él me abrió las puertas en los estudios Sintonía. Me llamó para cubrir una vacante como asistente», recuerda. Ayudaba en producciones a Ketama, Bertín Osborne o Hevia. «Eso me valió para formarme y así empezó todo», cuenta.
Después de eso abrió su propio estudio, Sadman, en Carabanchel. «Hacíamos de todo, hasta grabábamos maquetas por la noche», explica. La aventura duró quince años. Y en el 2019 decidió trasladar el negocio a casa, a Verín, a un local propio que tiene en la calle Espido. «Galicia es un lugar feliz y cómodo, aquí tengo un espacio mejor y lo cierto es que los grupos se mueven para grabar, así que da igual donde estés», comenta. Al equipo del estudio Sadman no le falta detalle. Tündra, Hamlet, Mägo de Oz o Ska-P son algunas de las bandas con las que ha trabajado Carlos Santos. «He grabado con infinitas agrupaciones de música underground, que a fin de cuentas es el estilo al que me dedico, esas que llevan guitarras distorsionadas», afirma. Y ahora se las lleva a Verín, como en el caso de Hamlet, que ya ha estado en la villa del Támega. «Creo que me llaman por mi trabajo, porque soy constante e intento superarme día a día», termina.