La primera mujer cigarrón de Verín volverá a vestirse 36 años después: «No quería irme de este mundo sin poner de nuevo el traje»
VERÍN
Lourdes Regueiro participará en los actos de este sábado como homenaje a sus padres
10 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.No hay vecino de Verín que no lleve el entroido en la sangre. Algunos participan activamente, vistiendo el traje de cigarrón y saliendo a desfilar. Otros, los acompañan en cada una de sus salidas y, estén donde estén, regresan a la villa del Támega para vivir el carnaval más tradicional desde el corazón. Lourdes Regueiro Rodríguez es de esas verinesas de pura cepa, aunque actualmente resida en Santiago. Es, además, la primera mujer que se vistió de cigarrón para desfilar por las calles de Verín. Era el año 1988.
«A mis padres les gustaba mucho salir en el entroido. Ese espíritu siempre se vivió en casa. Tenía 18 años cuando Xan da Botica, amigo mío y de mis padres, y cigarrón por excelencia, me invitó. No sé cómo, pero me convenció. No tenía traje, así que buscó a alguien que me lo prestara y desfilé», recuerda Lourdes.
Corrió en aquel entroido de 1988 en Verín, bajo una careta. Entonces, pocos sabían que debajo del traje estaba la primera mujer cigarrón. «De aquellas no se quedaba para entrenar. Aunque tenía 18 años, me costó correr con las chocas, pero recuerdo que lo pasé muy bien y me gustó mucho», relata. Y repitió al año siguiente.
Después tocó marcharse a estudiar a Santiago: «Entonces era más complicado desplazarse. Pero viví una experiencia irrepetible. Recuerdo que a mi familia le gustó mucho verme con el traje, les hizo muchísima ilusión, era un orgullo. Sobre todo a mi padre, que murió hace siete meses», relata con tristeza.
A pesar de que no volvió a desfilar como cigarrón, Lourdes no se ha perdido ni un entroido de su tierra natal. «El de Verín es muy especial. Acudo todos los años aunque no puedo quedarme todo el tiempo que me gustaría, porque tengo que trabajar. Cuando veo el desfile con los «cigarróns» se me pone la piel de gallina. Me emociona que la figura permanezca y ver ahora a tantas mujeres», añade.
Este sábado, 36 años después de la primera vez, Lourdes volverá vestirse de cigarrón: «No quería irme de este mundo sin poner de nuevo el traje». Y aunque no correrá como en 1988, este será, incluso, más emocionante. «Todos los años me insisten para que salga, pero este acepté. Será un homenaje a mi padre. Pero ya tengo 54 años y no podré correr. Así que iré vestida al bautizo del cigarrón», explica. Será igual de especial. Ahora la verá su hijo Juan. Y cerrará el círculo.
Andrea, veterana con 18 años
Andrea Núñez tiene 18 años y no concibe el entroido de Verín sin vestirse de cigarrón. Tenía 5 años cuando le compraron el primer traje. Fue su tío Manolo, que vive con pasión la fiesta, el que animó a sus padres. Más de tres décadas después de que Lourdes se vistiera con el traje tradicional, convirtiéndose en la prima mujer en hacerlo, las cosas han cambiado mucho.
«Cuando eres pequeña creo que lo haces porque te gusta, pero también influye que tus amigos salgan y es en cierto modo divertido dar latigazos a las personas que conoces. Cuando vas creciendo y te haces mayor eso ya pasa a un segundo plano (por lo menos en mi caso) y empiezan a crecer los sentimientos. El respeto que tienes hacia ese traje es cada vez mayor, porque ya eres consciente de lo que realmente representas y el orgullo de poder vestirte año tras año», afirma Andrea Núñez.
En su caso hubo varios trajes, porque a esas edades, y de un año para otro, uno no para de crecer. Lo que no ha cambiado en este tiempo es su compañía. «Aunque hay varias chicas de mi edad que llevan el traje y podría salir con ellas, sigo haciéndolo con mi tío. No lo concibo de otra manera. También nos ponemos el traje juntos con la ayuda de mi madre», subraya. Este año se estrenó en el corredoiro, saldrá este domingo de entroido y repetirá el martes de carnaval. Ninguno de sus padres se vistió de cigarrón, aunque siempre llevaron con orgullo la pasión de Andrea: «Mi madre vive la fiesta, pero desde la normalidad. A mi padre, que falleció, sí que le gustaba, pero no fue nunca cigarrón».