La falta de consenso atasca el dragado del Lérez 10 años después

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

BUEU

MARCOS GAGO

El rechazo al vertido de áridos en Tambo mantiene la incertidumbre sobre la obra

10 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado ya diez años desde que las cofradías del fondo de la ría de Pontevedra -San Telmo, Lourizán y Raxó-, el Concello y el sector náutico de la ciudad solicitaron a Portos de Galicia que se dragase la desembocadura y el canal del Lérez. Un año antes una propuesta del BNG en este sentido salió aprobada en comisión en el Parlamento de Galicia. Han pasado diez años desde entonces y en la ría no se ha movido ni una piedra. Las cofradías más afectadas, como Lourizán, desesperan de que algún día se haga esta actuación ambiental. El último escollo, y no es menor, es el rechazo de parte del sector al depósito de áridos al oeste de Tambo. Los buceadores de la navaja, con el respaldo de las cofradías de Bueu y Portonovo, y los bateeiros de Combarro, con Amecomra a la cabeza, no quieren ni oír hablar de esta posibilidad, porque temen el impacto en su actividad. En los últimos meses se han celebrado múltiples reuniones sin que existiese ningún resultado concluyente. Diez años después, las cofradías siguen esperando a que Portos tome cartas en el asunto y aclare con un sí o con un no si se va a hacer el dragado.

Consenso es la palabra mágica para Portos. La falta de consenso, por ejemplo, es el argumento que la Administración ha utilizado en el pasado en actuaciones solicitadas en Portonovo, sin ir muy lejos. Precisamente consenso es lo que hay en torno a la mitad del proyecto. Todos, cofradías, navalleiros y bateeiros están de acuerdo con que se drague el Lérez. Todos recelan también del vertido de áridos al oeste de Tambo, pero mientras que las cofradías del fondo de la ría asumen el riesgo, porque entienden que resultará en más beneficios que perjuicios, los buzos de la navaja temen que ese depósito de lodos provoque una mortandad de este molusco en sus zonas productivas que los acabe enviando directamente al paro. Los mejilloneros no quieren tampoco que se vayan a verter áridos, además los de peor calidad, relativamente cerca de los polígonos de bateas.

En enero Portos hizo público el estudio de impacto ambiental del dragado de 3,2 kilómetros del Lérez y de su canal, hasta la altura del cabo de Os Praceres. Está prevista la extracción de 330.000 metros cúbicos de sedimentos de este entorno, de los que 221.000 se depositarían al oeste de Tambo y otros 109.000 en el entorno de Campelo. La justificación a esta medida es que los áridos de mejor calidad servirán para regenerar el banco marisquero frente a la costa poiense, mientras que los lodos menos adecuados se echarían en una zona de Tambo que hoy por hoy es estéril desde el punto de vista del marisqueo. Desde la Administración autonómica se incide en que el depósito de Tambo creará un sustrato arenoso que siempre será mejor que lo que hay ahora. No obstante, es a esta medida a la que se oponen los bateeiros y los navalleiros, que no acaban de creerse la inocuidad del depósito.

Los técnicos de Portos aseguran que se utilizan métodos de control de la turbidez y que al primer indicio de afección se pararían los trabajos. Además, se incide en que el sistema a aplicar llevaría el fango directamente al fondo, no dejándolo en suspensión en el agua como pasaría si se echase desde un barco al mar. Asimismo, se indice en que se tendrá siempre en cuenta la valoración de las cofradías durante el seguimiento de los trabajos.

Los argumentos no convencen a parte del sector, que insiste en que se busque otro área de vertido. Abogan por mar abierto, más allá de Ons y Sálvora, donde el Estado echa los áridos de sus obras portuarias. Es lo que pidieron en unas alegaciones que aún están por resolver y que Portos ha intentado, en vano, que retiraran ante el temor de que esto posponga la obra quizás varios años.